Una de las muchas formas válidas de argumentación es conocida como modus ponens (el modo de afirmar mediante afirmación) y toma la siguiente forma: Si A entonces C, A; por tanto C. Más formalmente: A ⇒ C, A ⊢ C. Aquí nos encontramos tres proposiciones: dos premisas y una conclusión. A es llamada antecedente y C consecuente. Por ejemplo: Si el agua está hirviendo al nivel del mar, entonces su temperatura es al menos de 100°C. Este vaso de agua está hirviendo al nivel del mar; por lo tanto, su temperatura es al menos de 100°C. Tal argumento es válido además de sólido.
Una de las muchas formas válidas de argumentación es conocida como modus ponens (el modo de afirmar mediante afirmación) y toma la siguiente forma: Si A entonces C, A; por tanto C. Más formalmente: A ⇒ C, A ⊢ C. Aquí nos encontramos tres proposiciones: dos premisas y una conclusión. A es llamada antecedente y C consecuente. Por ejemplo: Si el agua está hirviendo al nivel del mar, entonces su temperatura es al menos de 100°C. Este vaso de agua está hirviendo al nivel del mar; por lo tanto, su temperatura es al menos de 100°C. Tal argumento es válido además de sólido. Afirmar la consecuencia es una falacia formal que toma la siguiente forma: Si A entonces C, C; por tanto A. El error nace de asumir que si la consecuencia es verdad, entonces el antecedente debe ser verdad, lo cual no tiene por qué ser necesariamente el caso.