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  • El conde nocturno
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  • Otro tiempo, otra historia y cuantas lunas han pasado por este cielo oscuro donde las lumbres se thumbapagaban con la perdida de otras existencias, cuantos despertares inconclusos ante la llegada de un adiós, que muchas veces se dieron sin decirse, dejando un cuerpo sin respuestas ante el baño de lagrimas de quien no logra comprender que el fin es inevitable aun creyéndonos dueños del tiempo. Capitulo 1. La llegada:
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  • Otro tiempo, otra historia y cuantas lunas han pasado por este cielo oscuro donde las lumbres se thumbapagaban con la perdida de otras existencias, cuantos despertares inconclusos ante la llegada de un adiós, que muchas veces se dieron sin decirse, dejando un cuerpo sin respuestas ante el baño de lagrimas de quien no logra comprender que el fin es inevitable aun creyéndonos dueños del tiempo. Otro final tal vez no anunciado un peregrino más de las constelaciones de los recuerdos, en las mentes que se quedan prisioneros de su propia existencia, cuantos solitariamente también dejan este plano por haber sido solitarios andantes sin lazos en esta tierra que se pregunten de su existencia, el ir y venir en este universo de llegadas y partidas constantemente, donde el hombre tardíamente se comprende así mismo y carece de tiempo para aceptar que en nombre de la hombría se equivoco tantas veces, la mujer que desconociendo su propia esencia, da vida aun en su primer adolescencia, por ignorancia, deseo o placer o la que espera estar segura y ve con asombro que su vida fértil se fue desvaneciendo, quedando en la soledad de su vientre jamás fecundado y un vacio tan propio que ni el todo, es nada o suele sentirse poco. Remembranzas de una noche donde un estrella colmada de luz cae hasta las orillas de un lago done la luna se mece a su gusto, en los ojos de un hombre no nacido, ni jamás fallecido por ser un inmortal amante de la noche, escapándole al sol devorador de sombras e ilusiones por ser la realidad para los que aun gozan de sus existencias… Capitulo 1. La llegada: Tantas lunas han marcado en mi piel la sensibilidad en estas noches invernales donde la búsqueda para cubrir mi necesidad invariable de sustento, me lleva por senderos casi inhóspitos, donde la vegetación de los cerros permiten sinuosos caminos colmados de nevisca por estos primeros fríos. En la ladera oriental de estos desniveles geográficos hay antiguas comarcas donde la superstición y las leyendas me han transformado en un ser indeseable para los hombres por descubrir que sus damas durante sus sueños gimen en voz alta nombrando al inmortal caballero de la noche. Cuantas han pagado el precio de la hoguera o la horca por reivindicar mis presencias colmándolas de placer, por la evocación pertinente de su desear más intenso. Cuantas me odian por sentir que no valore la integridad de la mujer al esclavizarlas a mi antojo, con sentires inexplicables y que utilice la seducción de mi buen decir y mi mirada penetrante. Pero pocos saben a ciencia cierta que mi gran potencial es el respeto con lo cual trato a cada dama, y que el seducirlas y amarlas solo es corolario de una gran velada, donde cada mujer se expresa desde su esencia natural de hembra ante su necesidad de decir aquí estoy sintiendo y asintiendo al hombre en su condición de macho, dos bestias salvajes colmados de naturalidad, entregados sin pudor y libertad, sin temores ni dudas, dos seres calzando justo como si sus anatomías hubieran sido separadas siglos atrás, los aromas, las humedades los deseos y los sentires a pleno, con una sola salvedad, que este hombre inmortal carece de edad y tiene en sus posibilidades todas las noches para crear excitantes momentos de episodios sexuales y pasionales amores. La mujer la hembra de la especie humana con su piel ardiente y su sexo deliberadamente estimulado por el roce de sus propias fantasías, en tantas noches de solitarias vidas aun con la compañía de otro hombre que solo buscaba su auto satisfacción y que jamás tuvo el tiempo que este inmortal te otorga mujer intensamente bella. Con la palidez en mi piel por la carencia de sol y ese frio intenso en mis labios brindo con sugestiva necesidad ese roce justo, donde las estrellas comienzan a encenderse en la mirada de la mujer atreviéndose a morir en el intento del máxime placer. Las teclas de un antiguo piano son tocadas con la perfección del concertista y esos mismo dedos le otorgan sonidos a la oscura noche con esos renacientes gemidos de aprobación es la melodía más bella para todo hombre, cuando la mujer que uno desea o ama se expresa sin temor a ser equivocadamente amada. Son las instancias donde el conde con su nocturnidad como representación escénica dice presente y con sus manos crea nostálgicas situaciones donde la mujer se permite ser, sin dar respuestas, es la antesala de la falta de cordura dirán los escépticos amantes o las damas que se niegan a decir que mueren de deseo cada noche por acallar su sentir, aquí no hablo de relaciones donde la sexualidad abra su juego con las disciplinas instaladas de lo que está bien o lo que no, la sexualidad a pleno entre dos seres animosamente deseosos de brindar todo, sin puertas de entrada, ni salida solo el deseo de sentir y el brindar ecuánime, la igualdad sumado a la posibilidad de ser en la piel del otro y viceversa, aquí no hay ganadores ni perderos, no hay sometidos al deseo del otro que por temor se permite lo que no se desea, no hay reglas que quebrantar, si hay necesidades que aceptar, dos seres envueltos solo por una misma necesidad la de ser, amado u amada con el vuelo libre de dos almas aun retenidas dentro del cuerpo físico, comprender que lo físico es solo una mera necesidad vehicular para lograr sensaciones y que el sentir real, lejos esta de lo físico es parte fundamental de lo que el interior se permite liberar. Las emociones, los gemidos, la necesidad del frote y un buen sexo es parte de una necesidad interior y cuando se llega al punto donde todo converge se logra el éxtasis, y se liberan sustancias propias del ser, en ese clímax único e irrepetible, mis manos entretejen como una araña la más amplia red donde mis amadas damas deberán quedar, sujetándose como a los poemas escritos cada noche sobre el vientre desnudo de una nueva mujer. Todos los caminos conducen a Roma dice un antiguo refrán, todas mi noches me conducen a ti, teniendo a favor que carezco de existencia por ser tu inmortal peregrino sobre tu interior mujer amada, la búsqueda de un candil prendido como señal de un espera en desvelo, me lleva a caminar sobre las primeras nevadas y el crujir de las hierbas casi heladas bajo mis pies, da aviso a los lobos de las cumbres de estos cerros, que se adueñan de la luna con su aullar lejano, otorgándole a la noche más misterios, porque ese aullido es el inicio del alboroto de los perros de las casas de la comarca, encendiendo candiles en otras casas, por la cual he venido esta noche. Los búhos con su conocida mirada me siguen observando cómo me perpetuo sobre una pequeña cumbre para la espera de silencio, porque si llegara ir hacia las casas seria un trágico final para varios moradores y con rara sinceridad solo deseo el bello elixir de una mujer en mis labios. Mi lugar de residencia queda muy lejos pero puedo morar en cualquier cueva o algún cementerio donde hayan panteones donde la luz del sol no llegue es por eso recorro inmensas extensiones de tierras, para hallar cada noche esa mujer que sea quien sacie mi hambre y desee mi perpetuidad en su sangre. Sé que la noche no es eterna, y que tras esta platinada luna, hay una luz que da aviso que pronto todo vuelve acabar, tal vez esta noche no me permita llegar hasta donde está marcada mi llegada, tal vez no seas tú, hoy a quien he venido a buscar, pero juro que amare hasta tu último suspiro mujer osada que te atreviste saltar tu ventana hacia la espesa arboleda de este cerro, desoyendo a quienes te anticiparon tu partida, aunque todo sea producto de una necesidad mutua, hoy beberé tu sangre y te otorgare un sitio a mi lado como mi nueva legionaria que irá en la búsqueda de esos hombres que se pervierten, antes de aceptar su real necesidad de expresar, que la mujer lo hace perder lo que poco de cordura que ellos tienen, aquí esta noche dará una nueva legionaria y sabor a sangre en mis labios... El final de un peregrinar taciturno donde la fría brisa pone a mis cabellos negros al vuelo y mis ojos se apagan lentamente por sentir la llegada de otro día, ese sabor dulzón de la sangre aun caliente me brindara un descanso propicio en algún cementerio antiguo carente ya de almas y arrendadores de nostalgias y respeto a sus muertos, pues el abandono también llega hasta estos campos sembrados de ayeres tan inverosímiles por lo corto que se traduce un periodo de existencia cuando uno supo vencer las barreras del tiempo siendo un inmortal errante. La muerte tema redundante ante mis ojos que veo el crecer y la desaparición física de tantos humanos, mientras que solo un puñado de almas pueden deambular por las periferias de las noches con sus cuellos sangrantes esperando el llamado para reivindicar el sagrado mandato de Caín, herederos de la noche y sus placeres representantes de mi paso por estas tierras mezclándose entre los seres vivos como vestigios del ayer, como las estatuas que desean gritar lo que ven cada vez que el sol es hundido en las fauces de la tierra por la magnitud de las sombras. El fuego consumidor de existencias arde en mis deseos de amar a la mujer que por designios de haber perdido la batalla con un batallón de ángeles, la perdí en un instante que ya hoy es solo un pedazo de la historia de la humanidad, pudo haber sido una mujer guerrera, o una mujer escondida entre las vestiduras de algún convento, también una reina o una doncella que sucumbió a los deseos de emperadores y emperatrices adoradoras de safismo, tantas plebeyas y hasta agraciadas jóvenes arrodilladas ante el poder y el sometimiento por ser simplemente hijas de pueblerinos deudores y faltos de entereza para reivindicarse ante la barbarie de quienes se bañaban en tinas de oro. Como si mi estirpe de Conde les hiera en sus entrañas por ser quien les arrebata de sus brazos a sus bellas mujeres colmándolas del más amplio deseo de sentirse libres sobre mi cuerpo desnudo, otorgar mis arterias para que comprendan que esa sangre que desde hay brota por mi propia mordedura, es el elixir por lo cual fueron elegidas, sentir en sus labios mi sangre mientras gimen sin la necesidad de acallar lo que sienten, sin sentirse en la obligación de brindarse al otro, solo descubrir su necesidad de ser mujer ante quien ellas lo desearon, sin las obligaciones de convivir y aceptar reglas donde las manipulan a su antojo, ser mujer libre significa sentir y hacer lo que desea sin apremios, ni sentirse comprada por la obtención de un techo y sustento, ser mujer sobre mi piel, caminar sobre mi sexo con el andar sinuoso de su propio cuerpo, las ansias de morder, besar y someter, hasta atarme como si esas ataduras me hicieran presa fácil para cualquier inquietud y sentimiento, ver con las ansias que mis ojos expresan y la ferocidad de mis colmillos mordiendo y sangrando mis labios para dejar la huella de mis besos en sus pezones, es la thumbservidumbre del hombre ante la necesidad inconclusa de toda mujer, comprendiendo aun mas su necesidad de ser libre, de ser la dueña absoluta, sin la necesidad de hacerle creer al hombre que él es el poseedor de las llaves que abren su mente, la mujer ampliamente moderadora y generadora de las guerras y la paz con solo el producto de su vientre, es quien trajo a este mundo los lideres equívocos y nefastos, próceres e hidalgos caballeros, pero que ante cualquier expresión de hombría necesito beber de los senos maternos para crearse hombre en estas tierras. La noche es extensa cuando la reflexión lo merita, ni el sol puede vencer lo que la mente se propone o se expone al idealismo o la reprobación de quienes se atreven al pensamiento de un vampiro, menos aun cuando la sangre aun caliente dibuja un trazo diminuto en la bajante de su cuello hacia los pechos de una mujer estremeciéndose hasta la pérdida de su propia existencia en la ofrenda de su orgasmo tan deseado tan postergado y tan brindado en la víspera de un sol lejano que ya llega, despojándome de ese cuerpo y encerrándome durante el día en las mazmorras del silencio por carecer la fuerza de enfrentar la llegada a otro dia… Categoría:Vampiros
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