El Comandante Dante y la 3ª Compañía de los Ángeles Sangrientos combatieron contra las legiones de Necrones del Rey Silente Szarekh, en el polvoriento y desolado mundo de Gehenna. Durante tres semanas, ninguno de los dos bandos fue capaz de obtener una ventaja sustancial, aunque Dante llevó hasta el extremo sus genialidades tácticas para tratar de contrarrestar las manipulaciones espaciotemporales del Rey Silente. El punto muerto sólo fue roto por la súbita aparición de una Flota Enjambre Tiránida, que obligó a ambos bandos a aparcar sus hostilidades y luchar contra el enemigo común. Esta alianza de circunstancias demostró ser la perdición de los Tiránidos.
El Comandante Dante y la 3ª Compañía de los Ángeles Sangrientos combatieron contra las legiones de Necrones del Rey Silente Szarekh, en el polvoriento y desolado mundo de Gehenna. Durante tres semanas, ninguno de los dos bandos fue capaz de obtener una ventaja sustancial, aunque Dante llevó hasta el extremo sus genialidades tácticas para tratar de contrarrestar las manipulaciones espaciotemporales del Rey Silente. El punto muerto sólo fue roto por la súbita aparición de una Flota Enjambre Tiránida, que obligó a ambos bandos a aparcar sus hostilidades y luchar contra el enemigo común. Esta alianza de circunstancias demostró ser la perdición de los Tiránidos. Tras la batalla final contra ellos, en la Roca Del Diablo, Dante y el Rey Silente se marcharon cada uno por su lado, ya que sus respectivos ejércitos habían quedado demasiado maltrechos como para poder asegurar una victoria el uno sobre el otro. Además, al menos a los Ángeles Sangrientos les parecía una falta de cortesía militar volver a combatir de inmediato contra todos aquellos que tan recientemente habían luchado a su lado.