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| - Recuerdo que cuando era niño pasaba mucho tiempo en el jardín de la casa, lo que nunca olvidare fue aquella experiencia que viví junto con mi hermano en aquel verano de 1996. Teníamos en aquella casa una viejecita por vecina que tenia por mascota un gato blanco de manchas cafés. El muy escurridizo animal siempre rondaba por nuestra casa así que lo correteábamos para que se fuera de allí, usualmente lo perdíamos en el jardín que daba a la parte posterior de la casa, el muy bribón trepaba al muro y daba un salto para escaparse. Disfrutábamos en esos días de buscar insectos para atraparlos en botellas vacías y les poníamos vinagre para que se conservaran, teníamos nuestra colección. En una de esas tardes, mientras jugábamos con la pelota, escuchamos unas risas que se confundían a su vez con lamentos de algún animal. Vimos arrastrarse por el borde de la pared y el piso una especie de gusanos que no habíamos encontrado antes, estos eran rojizos, bastante gordos, su cuerpo babeaba y de una especie de boca dentada emitían ese raro sonido para un insecto. Median unos 10 centímetros de largo y 3 o 4 de ancho y se retorcían como si algo les lastimara. Mi hermano decidió que uno de esos gusanos se uniera a nuestra colección así que lo metió a una de las botellas vacías para llenarla de vinagre. En esa tarde nuestra prima de 19 años nos cuidaba porque mis padres habían salido a una reunión. Fui con ella y le conté lo que habíamos descubierto pero pensó que sólo le tomábamos el pelo. La lleve hasta mi hermano y los gusanos. Sin embargo no los pudo ver ya que la botella donde los había atrapado estaba rota en el suelo. Le pregunte a mi hermano que había pasado, me dijo que los gusanos parecían haberse enfurecido, se abalanzaron hacia él y por el horror soltó la botella y se hecho para atrás. Mi prima regreso al interior de la casa mientras mi hermano y yo volvimos a buscar a los insectos pero ya no los encontramos. Al día siguiente la vecina llego angustiada a nuestra casa, su gato había desaparecido días antes. Nos pregunto si habíamos visto a su mascota. Mi padre la llevo al jardín donde de la basura saco una bolsa negra, no lo tenia que decir, el gato había muerto en nuestro jardín y mi padre lo había metido en aquella bolsa. Esa noche, mi hermano me despertó con sus gritos, al encender la luz vi sus sabanas llenas de sangre y a él en posición fetal con sus manos en su abdomen. Mis padres entraron a la habitación y llamaron a una ambulancia. No lo olvidare jamás: cuando los paramédicos levantaron a mi hermano pude ver lo que cubrían sus manos, de su estomago salían esos gusanos rojizos. En medio de los gritos y el llanto se podían escuchar aquellas risas que escuchamos en el jardín días antes. Categoría:Animales
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