About: dbkwik:resource/UnEwqwX1MO0l8mEdgYecmg==   Sponge Permalink

An Entity of Type : owl:Thing, within Data Space : 134.155.108.49:8890 associated with source dataset(s)

AttributesValues
rdfs:label
  • Demencia social
rdfs:comment
  • “Más vale disparar a un zombie maloliente que a cien caníbales conscientes." No sabía adónde más ir, había probado todos los lugares capaces de protegerme de aquel tormento. Una fractura expuesta en el pulgar derecho y los ojos dañados por ácidos corrosivos, producto de la guerra que no cesaba en el tiempo, que me mantenía en un péndulo constante de aferramiento. —¡Está despertando, está despertando! —No grites que alguien más te puede oír, apuntale a la cabeza y no dejes de hacerlo. —Lánzale agua, ¡que despierte, que despierte! —Comámoslo de una vez, es un adulto, nos utilizará como armas.
dcterms:subject
abstract
  • “Más vale disparar a un zombie maloliente que a cien caníbales conscientes." No sabía adónde más ir, había probado todos los lugares capaces de protegerme de aquel tormento. Una fractura expuesta en el pulgar derecho y los ojos dañados por ácidos corrosivos, producto de la guerra que no cesaba en el tiempo, que me mantenía en un péndulo constante de aferramiento. La gente ya no era confiable; si te dormías por las noches a la mañana siguiente despertabas sin tus piernas o al menos sin gran parte de ellas; eran capaces de drogarte y comerte bestialmente para saciar el hambre. De los niños ni hablar, los más pequeños no eran más que utilidades sociales; sus huesos pequeños permitían formar poderosas armas imperceptibles como cuchillos, flechas y arcos, todo lo inimaginable en tiempos remotos. Cuando el sol aparecía en el horizonte era momento de despertar, ni más ni menos. Las iglesias solían ser el refugio de los religiosos católicos, los ateos y protestantes no teníamos cabida en él y aunque mintiéramos. el olfato de los fanáticos te descubrían en un segundo. Eras la cena de aquella noche. Lo sé porque estuve ahí, y es motivo de la fractura en mi pulgar. Los orfanatos estaban vacíos, todos los niños fueron utilizados como armamento y alimento; las niñas, sin embargo, fueron vendidas a los clérigos y sacerdotes para servirles como amantes. Todo era permitido en esta nueva época, la que llamábamos El fin del Mundo. El orfanato Belén era un amplio campo de verdosa vegetación, solía ser el orfanato de los ricos, niños abandonados por familias acaudaladas que pagaban mensualmente una cuantiosa cuota y que ahora no era más que un campo sin almas en pena. Mi pulgar ya no tenía remedio y una asquerosa y fétida capa negra comenzó a absorberlo; si no lo arreglaba, acabaría por destruirme. Con un cuchillo oxidado me arranqué la mano, puse el muño en sal y de un pequeño botiquín utilicé lo necesario para curarme. Una vez terminada mi curación, quité lo que se estaba pudriendo de la mano y la comí. Fui un caníbal como cualquier otro, parecía una enfermedad maloliente creciendo en esta nueva sociedad. Reposando de aquella aberrante acción, divisé a lo lejos una figura pequeña esconderse entre arbustos, luego otra y otra y, más aún, en las lejanías una tenue luz artificial. Intranquilo por lo que pudiera ser (o quienes pudieran ser), tomé un trozo de vidrio y me encaminé hacia la luz tal cual una mariposa nocturna, pero una de las pequeñas figuras se abalanzó contra mí. —¡Está despertando, está despertando! —No grites que alguien más te puede oír, apuntale a la cabeza y no dejes de hacerlo. Las imágenes eran difusas, solo veía un anaranjado color mezclado con negro moviéndose con ímpetu, como si estuviera dando miles de vueltas en posición vertical, voces pequeñas y suaves conjugadas con sonidos mas rústicos y poderosos. Nada parecía tener sentido. —Lánzale agua, ¡que despierte, que despierte! —Comámoslo de una vez, es un adulto, nos utilizará como armas. —¿Pero y si vino a ayudarnos? Un balde de agua fría me despertó de golpe; sin embargo, mi cuerpo no respondía lo suficiente para defenderme de lo que pudieran hacer, ni siquiera sentía lo que mi cuerpo contenía. —Yo… Mi nombre es Damián. —Pues sí, un gusto. Eres adulto, no debes estar aquí. —Tú... tú también lo eres —dije, salpicando sangre al hablar y amarrado de pies y manos. Me quedé en silencio un instante, formulando en mi boca las palabras necesarias—. Necesito un refugio, todo esta muy loco allá afuera. —Y aquí dentro también. Todo está muy loco y varios han llegado con el mismo cuento, pero no caeremos de nuevo. —Por favor, deben creerme. ¡Miren, Miren! Mi mano, no la tengo, ¡Necesito su ayuda! —¿Sabes, Damián? Nosotros hace un par de meses recibimos a una mujer. Le faltaba una pierna y era bastante fea, dijo que escapaba de allí afuera y necesitaba nuestra ayuda. Le dimos nuestras manos, la protegimos, la cuidamos. ¿Y sabes que sucedió? Cuando despertamos se había comido al más pequeño del grupo. ¡TENÍA SOLO 3 AÑOS! Lo llevó afuera con la excusa de pedirle su ayuda. ¡SOLO ENCONTRAMOS SU CABEZA, SIN OJOS, SIN NADA, UN TROZO DE CRÁNEO CON PELOS Y MÚSCULO A MORDIDAS! Luego, un anciano. Lo mismo. Pero logramos atraparlo antes de que asesinara a mordidas por completo a uno de nosotros. Míralo ahora, pobre niño, su piel se está pudriendo. Gangrena, mi amigo, no durará demasiado. Después una mujer embarazada, la cuidamos hasta que tuvo al bebé. Pusimos en riesgo nuestras vidas por traerle lo necesario a aquel pequeño. ¿Y qué pasó? Lo encontramos tirado medianamente comido en el patio al regresar y ella con los trozos del bebé aun en los labios. Ahora, ¿pides que te creamos? —Solo por esta noche, me iré, lo juro. —El que duerme con niños despierta mojado, pero si con aquellos niños hay un adulto irritado el que duerme… —Oh, no, no, no, no, no, ¡NO! Mi boca fue tapada con trapos repletos de insectos y suciedad mohosa. Los más pequeños se pusieron de espalda y cubrieron sus oídos, los mayores en cambio preparaban los utensilios que este demente joven pronto utilizaría conmigo. Un cuchillo de afilada hoja me partió el abdomen en dos. Pude ver mis entrañas salir, los intestinos caían como mierda al suelo. Un par de tijeras guardaron entre sus manillas mis testículos cercenados de un tirón, los restregó en mi cara y me los untó en la boca hasta ahogarme. Lo último que vi fue mi mano, la que aún no era disuelta por mis jugos gástricos, botada en el suelo, abandonada en la humedad de la suciedad. —Hay que irnos—dijo mi hermana despertándonos a todos de golpe—. Los Zombies nos encontraron, nos rodean, ¡larguémonos de aquí! Cogí mi arma y, a punta de disparos, nos hicimos con el auto. Nos largamos de nuevo en búsqueda de otro destino, alejados de toda esa putrefacta realidad que, sin embargo, era más agradable que el imaginar a humanos conscientes caníbales, capaces de atrocidades que solo en pesadillas se podrían imaginar. Categoría:Sueños/Dormir Categoría:Zombis
Alternative Linked Data Views: ODE     Raw Data in: CXML | CSV | RDF ( N-Triples N3/Turtle JSON XML ) | OData ( Atom JSON ) | Microdata ( JSON HTML) | JSON-LD    About   
This material is Open Knowledge   W3C Semantic Web Technology [RDF Data] Valid XHTML + RDFa
OpenLink Virtuoso version 07.20.3217, on Linux (x86_64-pc-linux-gnu), Standard Edition
Data on this page belongs to its respective rights holders.
Virtuoso Faceted Browser Copyright © 2009-2012 OpenLink Software