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| - Herejía de Dorn - Guardia del Cuervo (No Oficial)
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| - Cuando los pequeños Primarcas fueron dispersados por la galaxia, la mayoría fue a caer en mundos fuera de las fronteras del creciente Imperio. Corvus Corax, sin embargo, aterrizó en una luna que orbitaba un planeta recientemente sometido, aunque el Emperador no tenía forma de saber que Su hijo perdido ya estaba dentro de Sus dominios. El pálido joven fue encontrado en Lycaeus, una luna minera sin atmósfera que orbitaba el planeta Kiavahr. Desafortunadamente, la presencia del Imperio en el planeta no iba mucho más allá de un puñado de oficiales encargados de asegurarse de que el Tecnogremio gobernante mantuviese el flujo de equipo y armas para las expediciones cercanas. Lycaeus era una colonia penal, y las minas eran operadas por criminales y disidentes opuestos a los gobernantes de Kiavahr
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| - Khalen_Sargento_Reconocimiento_Guardia_del_Cuervo.jpg
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| - ¡Nemo me impune lacessit!
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| - Ataques quirúrgicos, infiltración
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| - Liderados por sus Hechiceros
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| - [...] Debido a la naturaleza de los objetivos se contactó con el Templo Culexus, que envió a seis de sus operativos a distintos puntos del sector Dortask. El Aquelarre de la Noche Eterna fue finalmente identificado en el continente septentrional de Argosa II, y el Operativo Dervlas Rykhart fue enviado a toda prisa al lugar. Al llegar, el Operativo Rykhart fue capaz de infiltrarse en las defensas de la Guardia del Cuervo y llevó a cabo su misión principal, ejecutando a toda la Cábala de Hechiceros del Aquelarre, pero murió mientras trataba de escapar del resto de Astartes Traidores.
- La operación subsiguiente fue retrasada por una tormenta Disforme, y cuando las fuerzas imperiales llegaron a Argosa II más de un mes después, esperaban descubrir que el Aquelarre se había marchado hacía mucho. No obstante, aunque el asentamiento inicial estaba abandonado, quedó claro que el Aquelarre no había dejado el continente. Los escaneos aéreos revelaron sesenta y ocho Engendros deformes vagando sin rumbo por el área circundante, exactamente el mismo número de Guardias del Cuervo que quedaron vivos tras la misión del Operativo Rykhart. Esto apoya la teoría del Magos Karsarno, basada en la observación de Marines capturados de la Guardia del Cuervo, que los Hechiceros mantienen de algún modo a raya las transformaciones de sus hermanos, y que sin su presencia acaban por degenerar de forma descontrolada.
- No me pidas que acuda a la batalla con mansedumbre, que me arrastre por las sombras, o que me acerque silenciosamente a mis enemigos en la oscuridad. Soy Rogal Dorn... Puño Imperial... Marine Espacial... Campeón del Emperador.
- Para estas abominaciones, la forma sigue al deseo. Los dedos se convierten en garras. Alas nacientes crecen para alzarlos en vuelo. Los fallos, y aquellos incapaces de controlar los cambios que se provocan a sí mismos, se transforman en poco más que sacos amorfos de garras y odio.
- Rogué a la figura que se mostrase, para que me explicara lo que debía hacerse para evitar este terrible destino. Desde detrás de mí oí un rascar de garras en el shingle suelo, y me giré para ver no al cuervo que me había guiado en mi juventud, sino a una cosa mucho más parecida a un buitre. La criatura escupía bilis, siseando que el Emperador me había abandonado, pero que las vidas de mis hombres podían ser salvadas si denunciaba a mi padre y me dedicaba en cuerpo y alma al Dios de la Transformación.
- "Confieso que sentí tal asco e impresión que no pude hablar. Quizás tomando por error mi silencio como una consideración de su oferta, la cosa se me acercó y preguntó de nuevo si traicionaría a mi padre. "¡Nunca!", grité, y lo empujé duramente lejos de mí. Alzó el vuelo, con su plumaje volviéndose azul pálido, y me miró fijamente con su cruel y malévola mirada. Con un siseo sibilante afirmó que correría como un cobarde en el campo de batalla de Istvaan, y que condenaría a mi Legión a la ruina más absoluta.
- Al principio pensé que aún dormía; todo lo que podía oír era el mismo martilleo rítmico que ha plagado mis sueños durante tanto tiempo. Entonces abrí los ojos y me di cuenta de que estaba de verdad en una pesadilla. Lo que vi a mi alrededor hacía parecer a los Hombres Alados ángeles beatíficos en comparación.
- "Tomé una piedra del suelo, y poniendo en ella todo mi rechazo y furia, la arrojé a la aparición. Acertó al buitre en uno de sus odiosos ojos azulados, haciéndole chillar maldiciones rechinantes. Su última amenaza de "Nemo me impune lacessit", o "Nadie me ataca impunemente" resonaba en mis oídos mucho después de que despertase.
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Saga
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Nombre
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Autor
| - Extracto del diario de Corax
- Extracto del último diario de Corax
- Extracto de un informe de misión del Oficio Asesinorum
- Rogal Dorn sobre las propuestas estratégicas de Corax
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imagen
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abstract
| - Cuando los pequeños Primarcas fueron dispersados por la galaxia, la mayoría fue a caer en mundos fuera de las fronteras del creciente Imperio. Corvus Corax, sin embargo, aterrizó en una luna que orbitaba un planeta recientemente sometido, aunque el Emperador no tenía forma de saber que Su hijo perdido ya estaba dentro de Sus dominios. El pálido joven fue encontrado en Lycaeus, una luna minera sin atmósfera que orbitaba el planeta Kiavahr. Desafortunadamente, la presencia del Imperio en el planeta no iba mucho más allá de un puñado de oficiales encargados de asegurarse de que el Tecnogremio gobernante mantuviese el flujo de equipo y armas para las expediciones cercanas. Lycaeus era una colonia penal, y las minas eran operadas por criminales y disidentes opuestos a los gobernantes de Kiavahr. Ser enviado a Lycaeus era al mismo tiempo una cadena perpetua y una condena a muerte, pues el trabajo agotador, el aire enrarecido y el riesgo siempre presente de los derrumbes hacían de la vida allí algo desagradable, brutal y breve. Las protestas eran rápidamente aplastadas por los guardias, respaldados por la autorización definitiva para que, si el motín se volvía demasiado grave, las cúpulas de energía que rodeaban los asentamientos fuesen desactivadas y los elementos discordantes fuesen lanzados al espacio abierto. El joven Primarca fue encontrado por los convictos, que reconocieron algo de excepcional en él. Escondieron al niño de los guardias y lo llamaron Corax, o “El Liberador”, de tan seguros que estaban de que ahora tenían la clave para su salvación. Esta visión era compartida por Corax, quien desde una temprana edad tuvo sueños de una vasta y alada presencia, un cuervo que le guiaba en los momentos de tribulación y le hablaba de un gran destino para proteger a la Humanidad de sus enemigos. Los primeros pasos de este largo camino eran liberar a la maltratada población de Lycaeus de sus brutales amos. A pesar de lo enfermizo de su entorno, Corax maduró rápidamente hasta convertirse en un guerrero de proporciones sobrehumanas. Mientras, los convictos le enseñaron todo tipo de técnicas perfeccionadas en el submundo criminal de Kiavahr. Tácticas como el sabotaje, el engaño, la intimidación y el asesinato serían vitales para liberarles del férreo control de sus carceleros, y Corax puso todas esas habilidades y más en uso. Estaba claro que no podían esperar vencer a sus dominadores en combate abierto, pues las únicas armas de que disponían eran herramientas y maquinaria mineras. Corax analizó clínicamente las debilidades de sus enemigos y diseñó un ingenioso plan para provocar su caída. Mediante una sutil campaña de sabotajes, los seguidores de Corax aumentaron constantemente la presión sobre los guardias sin llegar nunca a provocar su ira. Las habilidades mineras de los prisioneros fueron imprescindibles en esto, primero para conseguir acceso a áreas restringidas, y después para flanquear y rodear a sus enemigos. Una serie de “accidentes” en el espaciopuerto destruyeron gran parte de la pequeña flota de lanzaderas mineras de Kiavahr, lo que hizo que los turnos y guardias de los guardias se extendiesen constantemente debido a que sus relevos estaban atrapados en el planeta. Para cuando la revolución de Corax estalló finalmente, los guardianes estaban exhaustos y descontentos, y fueron presa fácil. La mayor amenaza provenía de la inmensa torre negra desde la que sus vigilantes gobernaban la luna, pero también fue neutralizada cuando los defensores se encontraron con que su control sobre las cúpulas de energía había sido subvertido. Sus intentos de arrojar a los prisioneros rebeldes al espacio sólo resultaron en la apertura de las puertas de la fortaleza y la desactivación de la cúpula de energía de la torre, lanzando a los propios guardias al espacio. Enfurecidos por la rebelión, los gobernantes de Kiavahr utilizaron las lanzaderas que les quedaban para transportar fuerzas militares al satélite. No tuvieron mayor éxito que los guardias, y fueron destrozados por los rebeldes de rostro sombrío de Corax, vueltos aún más letales por las armas robadas a sus antiguos carceleros. Reconociendo finalmente la seriedad de la amenaza a la que se enfrentaban, los líderes del Tecnogremio solicitaron la ayuda del Imperio para acabar con la revuelta. Sin acceso a los recursos minerales de su luna, las forjas pronto se quedarían frías, y los suministros que necesitaban las expediciones se agotarían. La flota imperial llegó con una rapidez impresionante, dirigiéndose directamente a la turbulenta luna, y apenas un rato después los líderes del Tecnogremio fueron secamente informados de que la rebelión había concluido. Cuando la nave de desembarco de la nave insignia imperial tomó tierra en el principal espaciopuerto de Kiavahr, el líder rebelde apareció no encadenado, sino orgullosamente victorioso, junto a nada menos que el mismísimo Emperador. Todos los presentes se arrodillaron ante el Señor de la Humanidad, quien proclamó que Corvus Corax era Su hijo, y el hombre que desde ese día gobernaría el sistema Kiavahr en Su lugar. Acobardado por este edicto, y por la Legión Astartes puesta bajo el mando de Corax, el ahora servicial Tecnogremio recibió la misión de proporcionar armas y armaduras para su nueva “Guardia del Cuervo”. Las condiciones de los mineros fueron mejoradas dramáticamente, y la luna de Lycaeus, ahora renombrada “Deliverance” (liberación) por los logros de Corax, se convirtió en el hogar de la Legión. La temible torre negra que había sido el símbolo del poder del Tecnogremio fue reforzada y expandida para transformarla en la Fortaleza-Monasterio de la Legión, y fue bautizada como la “Torre del Cuervo”. Se ha sugerido que el gran cuervo de los sueños de Corax era una manifestación del Emperador intentando encontrarle. Ciertamente, después de que padre e hijo se reunieran, Corax rara vez volvió a ser visitado por esta misteriosa presencia. En Ullanor, es un hecho conocido que Corax preguntó a su padre sobre este fenómeno, pero, siempre enigmático, el Emperador simplemente sonrió como si supiera exactamente de qué hablaba.
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