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  • Carlos V de España 1808
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  • CARLOS IV. Y FERNANDO VII. DOS REYES INFAMES. ¿Qué habría pasado?, ¿ cómo sería hoy España?, si en esta nación, especialmente en un periodo tan crucial para su historia, como lo fueron los años de la revolución francesa y la invasión napoleónica, hubiésemos tenido unos Reyes y unos gobernantes que se hubiesen caracterizado por tomar las decisiones más lógicas y favorables para sus estados y por el interés general, en lugar de por el suyo propio. SUCESOS HISTORICOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADO DE CARLOS IV. SUCESOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADOS DE CARLOS IV.
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  • CARLOS IV. Y FERNANDO VII. DOS REYES INFAMES. ¿Qué habría pasado?, ¿ cómo sería hoy España?, si en esta nación, especialmente en un periodo tan crucial para su historia, como lo fueron los años de la revolución francesa y la invasión napoleónica, hubiésemos tenido unos Reyes y unos gobernantes que se hubiesen caracterizado por tomar las decisiones más lógicas y favorables para sus estados y por el interés general, en lugar de por el suyo propio. ¿Qué habría pasado si personajes tan nefastos para la historia de España como, Carlos IV, Godoy o Fernando VII, hubiesen actuado de una forma mucho más acertada o no hubiesen tenido ninguna influencia en la corte? SUCESOS HISTORICOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADO DE CARLOS IV. Carlos IV, recibió de su padre Carlos III, una España que había salido victoriosa de su enfrentamiento con el Reino Unido, con motivo de la guerra de independencia de los EEUU, se habían recuperado Menorca, Campeche, La Costa de los Mosquitos y Florida, la flota de guerra de España podía considerarse como la segunda del mundo, durante todo su reinado se había experimentado un gran auge económico y comercial, su moneda el peso fuerte español era la más valorada y era aceptada internacionalmente en todo tipo de transacciones, la liberalización del comercio con américa, retirándose el monopolio de Cádiz, autorizándose numerosos puertos peninsulares y americanos a comerciar entre sí, activo notablemente la actividad comercial que en algunos casos subió hasta un 400%, lo que hizo que España mostrara síntomas de preindustrialización. Carlos III, había realizado un ambicioso plan industrial en el que destacaban como punteras las industrias de bienes de lujo: Porcelana del Buen Retiro, Cristales de la Granja y traslada la Platería Martínez a un edificio en el paseo del Prado, la fábrica de Tábacos (monopolio de la corona, que empezó a reportar cuantiosos beneficios), así como las fabricas de armamentos o los astilleros navales, como el del Ferrol, Cartagena, La Carraca (Cádiz), La Habana, o el de Cartagena de Indias, y no faltaron muchas otras para la producción de bienes de consumo, en toda la geografía española especialmente la textil en cataluña y también americana, destinadas a satisfacer las demandas del extenso mercado americano y de ultramar, además una de las preocupaciones principales de Carlos III durante todo su reinado, como buen monarca ilustrado fue el bienestar de la población y se tomaron muchas medidas en aras de la consecución de ese bienestar así, se crearon hospitales públicos, y se promovieron obras públicas como el gran canal Imperial de Aragón y caminos reales, también se inicio una reforma de la agricultura, comenzándose el proceso de desamortización, con el fin de una mejor distribución de las tierras. Así, Carlos IV inicio su reinado en un clima de bonanza y de cierta euforia, España, en aquel momento se encontraba en el club de las grandes potencias, junto a Reino Unido, Francia, Austria, Prusia y Rusia, aunque a diferencia de éstas poseía un imperio colonial mucho más extenso y rico. Sí utilizásemos varemos actuales, la España de aquel entonces, sería lo más parecido a una superpotencia, tanto por la extensión de sus territorios, como por sus riquezas y volumen de comercio, así como por su flota de guerra, aunque no tanto por su demografía ni por su ejército. SUCESOS REALES Y SUCESOS ALTERNATIVOS EN EL REINADOS DE CARLOS IV. CRISIS DE NUTKA. Antecedentes: La soberanía Española de la costa Oeste del continente americano, para los españoles parecía una cosa indiscutible y que estaba reconocida por el resto de las naciones desde la bula papa de 1493 que repartía las esferas de influencia entre España y Portugal. Nuñez de Balboa descubrió la mar del sur (océano pacífico) y lo reclamo (con las costas que este bañaba) para España. En 1774, La Corona española empieza a recibir noticias del establecimiento de colonias rusas y el Virrey de Nueva España, Don Antonio Bucarelli, envía una expedición hacia el norte en 1774. La mandará Don Juan José Pérez Hernández y tras muchas calamidades y vicisitudes llegarán hasta los 54º 40’ N, muy cerca de su objetivo que estaba en los sesenta grados norte, junto a las actuales Islas de La Reina Carlota, bautizadas así por los ingleses años más tarde. En 1775, se enviara otra expedición, al mando de D. Bruno de Heceta y de D. Francisco Bodega y Quadra Esta expedición tomará posesión en nombre de España de La Bahía de Trinidad (en el extremo norte de la actual California) y en el actual estado norteamericano de Washington, de una bahía que fue bautizada como la bahía de los “Martires”, al ser atacados por indígenas hostiles que causaron un gran número de bajas en los marineros que habían desembarcado allí y que fueron rechazados por Bodega y Quadra heroicamente, esta bahía actualmente tiene el nombre anglosajón de Grenville. La expedición llegará hasta la actual frontera canadiense y explorará el Estrecho de Juan de Fuca y la desembocadura del río Columbia. Durante muchos años en los mapas españoles, (mapas codiciados por todas las potencias especialmente los ingleses, los holandeses, los rusos y que se pagaban a precio de oro), la entrada al río rea conocida como Entrada de Heceta. Seguidamente la expedición alcanzará la bahía de Sitka, en Alaska, sin que encuentren rastro de los Rusos, (aunque empezaron a explorar las Islas Aulatinas desde 1744, no fue hasta 1784 cuando establecieron un puesto permanente en la Isla de Kodiak ya en Alaska), tomando los españoles posesión de aquellas tierras y bautizando el lugar como Puerto Bucarelli en honor al Virrey y un cerro enorme que se vislumbra en la lejanía como Monte San Jacinto. Quadra alcanzará los 59º de latitud norte, pero al estar agotados y enfermos regresara al sur. Tres años más tarde, en 1778, se producirá la primera expedición inglesa. El famoso navegante inglès James Cook recorrerá las mismas costas en su expedición de exploración por el pacífico. El Virrey Bucarelly, al tener noticias de ésto, enviará una nueva expedición que parte desde San Blas, en abril de 1779, al mando de Don Ignacio de Arteaga y con Bodega y Quadra de segundo. Sus objetivos son buscar factorías rusas, encontrar el “Paso del Norte” y si era posible capturar a James Cook. Navegaran desde San Blas hasta la bahía de Bucareli (en la actual Alaska), luego se dirigieron más al norte, hasta el actual Port Elches, y hasta una bahía que había bautizado un año antes Cook como “Prince William sound”, tomándose posesión de ellas en nombre de España, amparándose en la bula Papal Inter Caetera. Mientras los barcos estaban anclados, Arteaga acompañado por unos cuantos hombres de la famosa compañía de voluntarios catalanes, desembarcó para realizar una ceremonia de posesión formal.[] Se erigió una gran cruz y se planto la bandera con la cruz de Borgoña o de San Andrés, que representaba a España, mientras los cañones y mosquetes dispararon varias salvas. Se cantó el Te Deum, seguido de una letanía y varias oraciones. Después se celebró el acto formal de posesión, firmado por los oficiales y los capellanes.[] Arteaga bautizó el sitio como Puerto de Santiago, en conmemoración de Santiago, el santo patrón de España, que se festeja el 25 de julio. Ese título de Puerto de Santiago fue importante en esta crisis de Nutka, ya que constituyó la base de la alegación de España de la soberanía en el Pacífico norte hasta los 61º17'N, y fue el punto más septentrional alcanzado por los españoles.[] Arteaga y Bodega y Quadra también exploraron la ensenada de Cook y la península de Kenai, donde celebraron una ceremonia de toma de posesión el 2 de agosto de 1779, en lo que hoy se llama Port Chatham. Los españoles sin embargo no encuentran ni rastro de rusos ni de Cook, sin saber que éste había sido devorado por los caníbales en las Islas Hawai. La guerra contra Inglaterra, con motivo de la independencia de los EEUU, paraliza las expediciones centrándose el esfuerzo naval en proteger las Filipinas y la ruta del Tornaviaje. Así quedarán las cosas en suspenso hasta el Tratado de París y el final de la guerra. Permaneciendo la Alta California y el puerto de San Blas a disposición del esfuerzo de guerra. Se retomarán las expediciones con más fuerza y presencia cuando acabe el conflicto. En 1788, una vez finalizada la guerra con Inglaterra y con Carlos IV ya en el trono, el Oficial Naval Español Gonzalo López de Haro, es enviado de nuevo a explorar los territorios del Noroeste Americano con el fin de investigar la actividad de los rusos y frenar su expansión en la región. La expedición de Haro alcanzó la isla de Kodiak y por fin localizo a los Rusos en en lugar llamado actualmente Three Saints Bay, convirtiéndose en la primera expedición en entrar en contacto con un gran contingente de rusos en Alaska. Los españoles se reunieron con el comandante ruso, Delárov, y éste les dio un mapa ruso de la costa de Alaska y le indicó la ubicación de los siete puestos rusos que tenían ya cerca de 500 hombres. Delárov también les dijo que los rusos querían avanzar había el sur y Nootka, en la costa oeste de la isla de Vancouver. Con la información proporcionada por Delárov, la expedición viajó a la isla de Unalaska, en las Islas Aulatinas, donde había un importante puesto ruso. Donde también le confirmaron que los rusos tenían previsto tomar posesión de la región de Nootka al año siguiente y[] el comandante ruso Zaikov, le explicó que dos fragatas rusas estaban ya en camino y una tercera iba a navegar hasta Nootka. Se estaba refiriendo a la expedición de 1789 de Joseph Billings pero exagerando mucho su misión. [La visita a Unalaska marca el punto más occidental alcanzado durante los viajes españoles en la exploración de Alaska. La expedición española dejó Unalaska, emprendiendo rumbo sur hacia California y México, donde informaron al Virrey de las pretensiones Rusas, lo que provoco que Haro fuera puesto a cargo de una nueva expedición para ocupar Nootka antes de que los rusos lo hicieron.[] Esta expedición tuvo lugar en 1789. thumb|Exploración y asentamientos españoles en la costa noroeste. A fines de 1788 salieron del puerto mexicano de San Blas dos buques de la marina española bajo las órdenes del comandante don José Martínez, con el objeto de destruir cualquier establecimiento extranjero que se hubiere formado en territorios del dominio de España y establecerse en Nootka antes que los rusos. La expedición llego a Nutka en 5 de mayo de 1789 al puerto de San Lorenzo de Nootka, descubierto y bautizado así en 1774 por el comandante de la fragata española Santiago, don Juan Pérez. Don José Martínez halló en San Lorenzo dos buques anglo-americanos que se ocupaban en descubrimientos, y uno portugués y otro inglés procedentes de Macao dedicados a objetos de comercio. El comandante español reacionó apresando a los cuatro buques, al encontrarse en los dominios españoles, pero inmediatamente puso en libertad a los tres primeros, reteniendo solamente el último, aunque posteriormente también apreso al Argonauta que llegó después, mandado desde Londres por la compañía del mar del Sud con encargo de preparar sitio y habitaciones para la factoría inglesa que estaba proyectada. Los españoles nos adelantamos y frustramos esa intención. Martínez funda el establecimiento de Santa Cruz de Nutka (luego llamado de San Lorenzo de Nutka, primera colonia europea de la Columbia Británica; Canadá) y el fuerte de San Miguel, el más septentrional que tendrá España, recibiéndose la visita amistosa de dos barcos de los nacientes Estados Unidos. Martínez envío a John Meares (capitán del navío inglés apresado) a San Blas a las órdenes del virrey de México que por aquel entonces era, el conde de Bevillagigedo, quien temeroso de las consecuencias que pudiera acarrear la impremeditada acción de Martínez, les levantó el arresto, dejándolos en libertad de marcharse; previa fianza de responder en el juicio que se entablase por su conato de usurpación en la isla de Nootka. Al mismo tiempo don Francisco Elisa parte con una nueva expedición de tres buques, recibiendo órdenes de consolidar la dominación española en San Lorenzo, dando ensanche y solidez a en fuerte que había empezado a construir don José Martínez, quien fue sustituido por el citado Francisco Elisa. La noticia de estos sucesos llegó a Madrid antes que a Londres. El 20 de enero de 1790 el conde de Floridablanca, mando al Marques del Campo, embajador en gran Bretaña, en aquella época que se quejase al gobierno británico de la frecuencia con que sus súbditos intentaban actos de usurpación en las posesiones hispano-americanas, y para que en lo sucesivo obtuviese el reconocimiento del legitimo dominio de la corona española en Nootka, y que al participar lo acaecido en San Lorenzo añadiese que considerando el virrey de México que los buques arrestados habían obrado con ignorancia y no deliberadamente había dispuesto que sin demora se les levantase el arresto. El gabinete inglés, que se hallaba ya en frías relaciones con la corte de Madrid a consecuencia de las vivas disputas que sostenían, desde la paz de 1783 sobre los establecimientos de Campeche y Mosquitos y que veía ahora contrariados los proyectos de extender sus factorías en la inmediación de California, dio una agria contestación a la nota del marqués del Campo, negándose categóricamente a entrar en discusiones de dominio hasta tanto que el gobierno español diese una positiva satisfacción por el insulto hecho al pabellón británico. Como esta satisfacción hubiera envuelto una tácita o indirecta confesión nada favorable a los derechos que intentaba sostener la corona de España en Nootka, Floridablanca se negó a complacer al gobierno inglés sosteniendo que la pequeña falta que pudiera haber habido en la momentánea detección de los dos buques, quedaba indemnizada lo bastante con la espontánea e inmediata medida adoptada por el virrey de México. A lo que el gobierno Británico actuando de forma orgullosa y conociendo que en las circunstancias políticas de Francia (se acababa de producir la toma de la bastilla y el rey había tenido que reconocer la Asamblea nacional) no podrían los españoles, esperar de Francía el mismo apoyo y combinar las mismas fuerzas que le habían dado la victoria en 1783, empezó a armar sus escuadras, dio cuenta en el parlamento del pretendido insulto que acababa de recibir y pidió se le otorgasen nuevos subsidios para financiar la eventual guerra. Al mismo tiempo reclamó de los estados generales Holandeses lo que se le debían en virtud del tratado de alianza de 15 de abril de 1788 y la escuadra holandesa mandada por el almirante Kinsbergen recibió orden de unirse en Portsmouth a la del almirante Howe. El conflicto estaba adquiriendo dimensiones gigantescas y Floridablanca que tal vez en contra de sus principios, pero que arrastrado por la inclinación personal de Carlos III y de los atentados continuos de la Inglaterra durante este reinado, se había visto precisado a lanzarse de lleno en la alianza francesa, encontraba ahora que no podía contar con Francia que se encontraba subsumida en las divisiones internas consiguientes a su revolución, y que autoridad real se encontraba muy menguada en el nuevo sistema político, ni había una voluntad unánime ni tampoco medios para ayudar a España en la nueva guerra que parecía inevitable. Pero no por esto desmayó la corte de Madrid. En la casi seguridad de tener que entrar en guerra con los británicos, Floridablanca procuró ganarse para la causa Española al resto de potencias Europeas, extendiendo entre ellas un manifiesto en que se probaba el legitimo dominio de España en el territorio en cuestión y la mala fe con que Inglaterra huía de entrar en la discusión de estos derechos, prefiriendo el medio violento de la guerra al de una pacífica negociación para ventilarlos. Además se aumentaron las fuerzas de mar y tierra; y se dio orden a don José Solano para que saliese de Cádiz a cruzar en el Mediterráneo con una escuadra de treinta y dos navíos de línea y doce fragatas. Floridablanca, cuya capacidad y genio activo no podía contenerse en los límites de su propio ministerio, extendió también un plan eventual de operaciones que se conserva escrito todo de su letra y contiene ideas de mocho interés. Dice así: Plan de lo que conviene hacer en las circunstancias actuales de España con Inglaterra. 1°.- Continuar los armamentos en Cádiz, reuniendo allí todas las fuerzas marítimas que se puedan para acudir a donde convenga en los mares y dominios de Europa y América. 2°.- Arrimar todas las tropas que hubiere en proporción al mismo puerto de Cádiz y especialmente la infantería y dragones, así para el resguardo de aquel departamento y su arsenal, como para amenazar con alguna expedición a nuestros enemigos. Estas mismas tropas podrán tener en respeto a los negros marroquíes y contener las tentaciones de su nuevo rey, a quien sugerirán los ingleses cuanto puedan para un rompimiento. También podrán algunas de dichas tropas reforzar la línea del Campo de Gibraltar y con algunos preparativos y disposiciones que cuesten poco dar aprehensión de que podremos renovar el bloqueo y sitio, y forzar por este medio a los ingleses a que mantengan mucha parte de sus fuerzas de mar y tierra en Europa, evitando sus expediciones en nuestra América. 3°.- Acercar también al Ferrol y Coruña las demás tropas que hubiere en proporción, así para impedir las ideas de perjudicar nuestros arsenales, como para combinar desde allí las amenazas y operaciones de que se tratará después. 4°.- Inclinar a los franceses, si arman en Tolon, a que pasen a Cádiz todos sus navíos, para que reunidos a los nuestros formen una armada superior a la de los enemigos. 5°.- Proponer también a los franceses que arrimen tropas a Brest y a los puertos del Canal Mancha para dar aprehensión a Inglaterra y aprovechar de cualquier descuido que tenga, si llega a creer que no es mas que amenaza, desampara sus costas o disminuye allí sus fuerzas marítimas. 6°.- Procurar que los franceses armen cuanto puedan en Brest, y concertar el punto de unos de sus navíos con los nuestros, para que unos y otros no sean atacados de fuerzas superiores antes de estar unidos. 7°.- Pensar en acabar presto la guerra con un golpe de mano y un desembarco pronto en Inglaterra, teniendo presente el plan que se concertó en la guerra pasada y no tuvo efecto por las timideces o por la política mal entendida del conde de Maurepas. 8°.- Para mover a los franceses convendrá pasar oficios fuertes al rey cristianísimo a fin de que diga lo que podrá hacer y lo efectúe por medio de preparativos y disposiciones activas; y que en su defecto no lleve a mal que España busque otros aliados que se hallen en estado de concurrir a su socorro y satisfacción, sin exceptuar potencia alguna. Por este medio si el rey do Francia oye a la asamblea se sabrá lo que hay que esperar de aquella naden y habremos de tomar otro partido, si vemos que es enteramente nula. 9°.- Poner en la isla de Cuba las tropas que se puedan en parajes de la costa del Sur proporcionados a hacer temer en Jamaica alguna expedición; y ver donde podría por aquella parte colocar alguna escuadra que la sostuviese con barcos de transporte. 10.- Renovar avisos a América y especialmente a Puerto Rico, Trinidad y bahía de Honduras, y donde pueden convenir algunas fragatas, que impidan los insultos que quieran hacer los ingleses de Jamaica, cubriendo la entrada del río San Juan y el puerto de Omoa. 11.- En Filipinas son más necesarios los avisos por estar en distancia que es más difícil el remedio: y así se darán repetidos por Nueva España y por el cabo de Nueva Esperanza teniendo estos prontos en Montevideo. 12.- Atraer a Rusia, como ya se ha empezado a hacer, y Dinamarca; poner en desconfianza a Suecia de los ingleses, y procurar en Holanda que los patriotas se sacudan el yugo inglés y su alianza. Aun con el rey de Prusia puede trabajarse por lo que empieza a descontentarse de Inglaterra. 13.- Asegurar al rey de Marruecos, por todos medios y gastos, como se ha empezado a practicar, para que no nos distraiga, y hacer lo mismo con las regencias. 14.- A la corte de Lisboa se instruirá de nuestra razón, exigiendo solo la misma correspondencia que en la guerra pasada. 15.- Conviene en Canarias y Menorca tener más vigilancia que en otras partes, por causa de los insultos que se intenten. En fin, nos debemos proponer hacer una guerra ofensiva y examinar los medios que haya para lograrlo con algún suceso; pues la defensiva es imposible por los muchos distantes puntos que tenemos que guardar. Por lo que toca al mar del Sur, está acordado ya enviar los navíos y fragatas que parecen necesarios." Mientras ambos gobiernos se preparaban para la guerra, en el último momento tanto los españoles como los británicos comprendieron que en esos momentos de incertidumbre en Europa, donde nada se podía asegurar con respecto a Francia, era mejor intentar buscar una solución negociada y el gobierno portugués interpuso sus buenos oficios para suspender el rearme de las dos naciones y que se buscase una solución amistosa a la cuestión. El gabinete británico envió a Madrid al lord Alleyne Fitz-Herbert, el mismo que había negociado con el conde de Aranda el tratado de paz de 1783, empezando las negociaciones entre el nuevo plenipotenciario y el conde de Floridablanca. Proponía Fitz-Herbert que ante todo, el gobierno español restituyera los buques apresados, y se indemnizase a los propietarios de cualquier daño que se les hubiese causado y que finalmente se hiciese una declaración por parte del gobierno Español que diera satisfacción al supuesto ultraje hecho al pabellón británico. El ministro español, aunque hubiera querido que previamente se ventilase el punto del dominio territorial de Nootka, propuso sin embargo que este asunto se sometiese al fallo arbitral de uno de los reyes de Europa. Se negó a ello el ministro inglés, (sabía que nadie en Europa, reconocería los supuestos derechos Británicos). Las negociaciones continuaron llegándose a pactar la realización de una declaración por parte de España en donde la Corona se comprometía a restituir los barcos e indemnizar a sus propietarios pero sin que en ningún caso ésto supusiera el reconocimiento de los derechos ingleses en la zona, y una contra-declaración británica reconociendo éstos términos. Finalmente el parlamento Británico se negó a ratificar su contra-declaración, y en su lugar hizo nuevos preparativos de guerra. La corte de Madrid, aunque a su pesar se vio en la necesidad de obrar del mismo modo. Entonces Floridablanca y pensando que la guerra sería inevitable, fue cuando pidió a Luis XVI hacer efectiva la alianza estipulada en el pacto de familia. El monarca francés mandó entonces que se armasen catorce navíos de línea; pero temiendo después las consecuencias de esta medida, si en ella no intervenía la asamblea nacional, sometió a ésta su decisión. La mayor parte de los representantes de la asamblea francesa, se inclinaba por romper la alianza con España y no reconocer las obligaciones que emanaban de aquel tratado. Pero el voto del conde de Mirabeau, un diplomático francés, cuyo odio a Inglaterra y la rivalidad personal que mantenía con el ministro Pitt, le llevó ahora a sostener que debían prestarse al gobierno español los socorros que reclamaba, y así la propuesta Española triunfó en la asamblea; y ésta dio el 26 de agosto de 1790 el siguiente decreto: “La asamblea nacional, deliberando acerca de la proposición formal del rey que se contiene en la sarta de su ministro fecha en 1° de agosto decreta: Que se pida al rey que haga conocer a su Majestad católica que la nación francesa tomando todas las medidas propias al mantenimiento de la paz, observará las estipulaciones defensivas y comerciales que el gobierno contrató anteriormente con España. Decreta también que se pida al rey se entable inmediatamente una negociación con los ministros de su Majestad católica a efecto de estrechar y perpetuar por medio de un tratado lazos útiles a las dos naciones y fijar con precisión y claridad, cualquier tratado que no sea enteramente conforme a las miras de una paz general, y a los principios de justicia en que se fundará desde hoy la política de los franceses. Por lo demás, tomando en consideración la asamblea nacional los armamentos de varias naciones de Europa, su progresivo aumento, la seguridad de las colonias francesas y del comercio nacional, decreta que se pida al rey de sus órdenes pasa que las escuadras francesas en comisión se aumenten a cuarenta y cinco navíos de línea con su número proporcionado de fragatas y otros buques.” Esta declaración no satisfizo a Floridablanca en absoluto, ya que aunque este decreto autorizaba al rey a rearmar y preparar a 45 navíos de línea, en ningún momento se decía que era para auxiliar a España, sino que se reforzaba la flota francesa para defender sus colonias, comercio y sus propios intereses, y que en su caso el auxilio a España se vería condicionado a que se hubiesen realizado “todos los esfuerzos para conservar la paz” así como el hecho de que se ordenará al Rey revisar el pacto de familia a fin de negociar con España un nuevo tratado de alianza con unas condiciones más favorables para Francía. Así mismo y dado la penuria del tesoro francés, Floridablanca desconfiaba de que Francia pudiera rearmar esos 45 navíos. Todo ello hizo ver al gobierno de Madrid que la alianza de la casa de Borbón, con la Asamblea nacional francesa por el medio, se había disuelto y que seria en vano esperar de allí ningún auxilio. Floridablanca, ante esta situación, escuchó gustoso una segunda proposición de la reina de Portugal para que continuase la negociación sobre distintas bases. Fitz-Herbert quien presentó un nuevo proyecto de convenio, que se discutió detenidamente. Finalmente Floridablanca, tras consultarlo con los primeros funcionarios, y ante el peligro en enfrentarse sola a Inglaterra y sus aliados decidió firmar el convenio. Así, la 1ª convención de Nutka se firmó pues el 28 de octubre y dice así: Estando dispuestas Sus Majestades Católica y Británica á terminar por un convenio pronto y sólido las diferencias que se han suscitado últimamente entre las dos coronas, han hallado que el mejor medio de conseguir tan saludable fin sería el de una transaccion amigable; la cual dejando á un lado toda discusion retrospectiva de los derechos y pretensiones de las dos partes, arreglase su posicion respectiva para lo venidero sobre bases conformes á sus verdaderos intereses y al deseo mútilo que anima á Sus Majestades de establecer entre sí en todo y en todas partes la mas perfecta amistad, armonía y buena correspondencia. Con esta mira han nombrado y constituido por sus plenipotenciarios, á saber: Su Majestad Católica á don José Moñino , conde de Floridablanca, caballero gran cruz de la real orden española de Cárlos III, consejero de Estado de Su Majestad y su primer secretario de Estado y del despacho; y Su Majestad Británica á don Alleyne Fitz-Herbert , del consejo privado de Su Majestad en la Gran Bretaña y en Irlanda, y su embajador extraordinario y plenipotenciario cerca de Su Majestad, Católica; quienes despues de haberse comunicado sus respectivos plenos poderes, han convenido en los artículos siguientes: ART. 1°. Se ha convenido que los edificios y distritos de terreno situados en la costa de noroeste del continente de la América setentrional, ó bien en las islas adyacentes á este continente, de que los súbditos de Su Majestad Británica fueron desposeidos en el mes de abril de 1789 por un oficial español, serán restituidos á los dichos súbditos británicos. ART. 2°. — Ademas, se hará una justa reparación, según la naturaleza del caso , de todo acto de violencia ó de hostilidad que pueda haber sido cometido desde el dicho mes de abril 1789 por los súbditos de una de las dos partes contratantes contra los súbditos de la otra ; y en el caso que después de dicha época algunos de los súbditos respectivos hayan sido desposeídos por fuerza de sus terrenos, edificios, navíos, mercaderías ó cualesquiera otros objetos de propiedad en dicho continente y en los mares ó islas adyacentes , se les volverá a, poner en posesión, ó se les hará una justa compensación por las pérdidas que hubieren padecido. ART. 3°. — Y á fin de estrechar los vínculos de amistad, y de conservar en lo venidero una perfecta armonía y buena inteligencia entre las dos partes contratantes, se ha convenido que los súbditos respectivos no serán perturbados ni molestados, ya sea navegando ó pescando en el Océano Pacífico ó en los mares del Sur, ya sea desembarcando en las costas que circundan estos mares, en parajes no ocupados ya, á fin de comerciar con los naturales del país , ó para formar establecimientos, aunque todo ha de ser con sujecion á las restricciones y providencias que se especificarán en los tres artículos siguientes. ART. 4°. — Su Majestad Británica se obliga á emplear los medios mas eficaces para que la navegación y la pesca de sus súbditos en el Océano Pacífico ó en los mares del Sur no sirvan de pretexto á un comercio ilícito con los establecimientos españoles; y con esta mira se ha estipulado ademas expresamente que los súbditos británicos no navegarán ni pescarán en los dichos mares á distancia de diez leguas marítimas de ninguna parte de las costas ya ocupadas por España. ART. 5°. — Se ha convenido que así en los parajes que se restituyan á los súbditos británicos en virtud del artículo 1°, corno en todas las otras partes de la costa del norteoeste de la América septentrional ó de las islas adyacentes situadas al norte de las partes de la dicha costa ya ocupadas por España, en cualquiera parte donde los súbditos de una de las dos potencias hubieren formado establecimientos desde el mes de abril de 1789, ó las formaren en adelante, tendrán libre entrada los súbditos de la otra y comerciarán sin obstáculo ni molestia. ART. 6°. - Se ha convenido también, por lo que hace a las costas tanto orientales como occidentales de la América meridional y á las islas adyacentes, que los súbditos respectivos no formarán en lo venidero ningun establecimiento en las partes de estas costas situadas al sur de las partes de las mismas costas y de las islas adyacentes ya ocupadas por España. Bien entendido que los dichos súbditos respectivos conservarán la facultad de desembarcar en las costas é islas así situadas, para los objetos de su pesca, y de levantar cabañas y otras obras temporales que sirvan solamente á estos objetos. ART. 7°. — En todos los casos de queja o de infracción de los artículos de la presente convención los oficiales de una y otra parte, sin propasarse desde luego a ninguna violencia o vía de hecho ,deberán hacer una relación exacta del caso y de sus circunstancias a sus cortes respectivas, que terminarán amigablemente estas diferencias. ART. 8°. — La presente convención será ratificada y confirmada en el término de seis semanas ,contado desde el dia de su firma, ó antes si ser pudiere. En fe de lo cual, nosotros los infrascritos plenipotenciarios de Sus Majestades Católica y Británica hemos firmado en su nombre y en virtud de nuestros plenos poderes respectivos la presente convencion, y la hemos puesto los sellos de nuestras armas. En San Lorenzo el Real, á 28 de octubre de 1790. — El conde DE FLORIDA. BLANCA. ALLEYNE FITZ-HERBERT. España debía devolver las edificaciones y terrenos, indemnizar a los británicos por los bienes secuestrados y reconocer la libre navegación y pesca en el Océano Pacífico y en los mares del Sur, estableciéndose que sendas comisiones serían enviadas a Nutka para ultimar los detalles. En cualquier caso, la importancia del acuerdo estribó en que era la 1° vez que España reconocía a otra potencia el derecho a asentarse en la costa americana del Pacífico que antes reclamaba como toda suya (desde tierra de fuego hasta Alaska). Una vez mas España cedió, y Gran Bretaña y Francia respiraron tranquilas. Se dice que la Asamblea Nacional francesa la aplaudió, y que en Inglaterra estalló la alegría, dando Jorge III gracias «al Todopoderoso por haber prevenido una catástrofe». Fueron enviados a Nutka como comisionados, Bodega y Quadra por España y George Vancouver por el Reino Unido, quienes llegaron entre marzo y agosto de 1792 y aunque mantuvieron entre ellos una relación amistosa y muy cordial llegando a proponer que se denominara isla de Quadra y Vancouver a la actual isla de “Vancouver”, (en 1903 se dará el nombre de Quadra a una isla anexa por el N), se retiraron en diciembre sin ponerse de acuerdo sobre qué terrenos había adquirido Meares antes de 1789 a los indígenas locales. Los británicos exigían la totalidad de las ensenadas de Nootka y de Clayoquot. Y aunque ambas naciones no querían entrar en discusiones sobre límites, desde España se propuso que para poner fin a la crisis la frontera se situara en el estrecho de San Juan de Fuca, y aunque no se llego a ningún acuerdo concreto sobre esta cuestión, ésto pareció aceptarse de forma tacita por parte de Inglaterra y para reforzar la posición Española, en mayo de 1792 un barco español con cien colonos, incluidos 13 soldados de la Compañía de Voluntarios de Cataluña, llegó a la bahía de Neah, en el estrecho de Juan de Fuca (extremo noroeste del estado de Washington), para reforzar los reclamos españoles en la zona, y en donde se levanta el presidio llamado fuerte de Santa Rosalía, en previsión de tener que reubicar aquí a la guarnición de San Lorenzo de Nutka. Siendo éste el primer establecimiento europeo del actual estado de Washington, y fundaron en febrero de 1793 la villa de Santa Teresita del Valle, junto al rio Columbia, en las proximidades de lo que hoy es Astoria, y aunque el Fuerte de Sta. Rosalía sería abandonado a finales de 1795, (Sta Teresita nunca fue abandonada), en nuestra historia alternativa gracias a los esfuerzos de la corona y al Virreinato de N. España nunca será abandonado, al fin de tratar, de preservar los derechos españoles sobre esta zona. Finalmente se concluyeron dos nuevos convenios el 12 de febrero de 1793 y 11 de enero de 1794; el primero y dado que en ese momento estalla la guerra de la convención contra Francía, España y Gran Bretaña son aliadas, se señala la indemnización que debía satisfacer el gobierno español; y en virtud del otro comisionados de ambas cortes presenciaron la demolición del fuerte español de San Lorenzo que debía ser abandonado y que aunque se reconocía el derecho de ambas naciones a acceder al Nutka no se reconocía el derecho de establecer asentamientos permanentes en esa isla. En nuestra historia alternativa los 75 soldados de la Compañía de voluntarios de Cataluña que permanecían en el presidio de San Lorenzo, en lugar de regresar a Guadalajara (N. España), serán destinados a Fuerte de Sta. Rosalía, consolidándose las pretensiones y posición española en la zona. Aunque en un principio se pudo juzgar el resultado de esas convecciones como desfavorable, ya que se abrió la puerta a la colonización británica del noroeste del pacífico, desde Oregón a Alaska y se tuvo que abandonar Nutka y el actual isla de Vancouver, ninguna de las dos naciones abandonan sus pretensiones sobre el área, pero de facto se establecía el paralelo 49° N y el estrecho de Juan de Fuca (actual frontera entre Canada y EEUU) como frontera entre las dos naciones asegurándose el dominio del territorio de Oregón (la zona que actualmente pertenece a EEUU). Así mismo, también se hacía mención en el tratado a “los mares de América Meridional, en las costas orientales y occidentales y de las islas adyacentes ya ocupadas”, reconociéndose la soberanía sobre Carmen de Patagones, San José, Deseado (todos en la costa patagónica) y sobre las Islas Malvinas En la historia real, un par de décadas más tarde, Estados Unidos, alegando el haber adquirido los derechos Españoles tras la firma del tratado Adans-Onis, llegaría a un acuerdo fronterizo con Gran Bretaña, consagrándose definitivamente la frontera fijada en el estrecho de San Juan de Fuca y en el paralelo 49º N. (Tratado de Oregón, 1846). Por cierto, de los españoles procede el topónimo Oregón, ya que el territorio fue llamado originalmente de los «orejones» o, como era frecuente en el idioma español de entonces la singularización «El Orejón”. Unos pocos años más tarde en 1802 la expedición de los españoles Lisa y Rodriguez sale del fuerte Mandan (Dakota del Norte), llega al río Piedra Amarilla (hoy Yellowstone, convirtiéndose en el primer occidental en ver lo que hoy es éste parque natural) donde construye los futuros fuertes Nueva Asturias y Nueva Galicia, llega al río Leches (por su aspecto lechoso, hoy Milk; Montana) y al río Marías (hoy Marias); luego la expedición penetra en las montañas Rocossas, cruza la divisoria continental, se reúne en consejo con los shoshone (Idaho), negociando el pasar a caballo al otro lado de las montañas, donde construye 5 canoas con las que desciende por el Aguaclara, el Víbora (hoy Snake) (Washington) y el Columbia llegando al Pacífico el 20 nov, donde se encuentra con exploradores procedentes del fuerte de Santa Rosalía (hoy Neah Bay; Washington) e invernan en Santa Teresita del Valle (Oregón). Descubriéndose así e inaugurándose el camino terrestre del noroeste entre Missisipi y el Pacífico dos años antes que la famosa expedición de Lewis y Clark, a la que se atribuye falsamente ser la primera.
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