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| - Los organos de la alimentación están compuestos por las:
* Mandíbulas: Las mandíbulas se encuentran suspendidas de la cabeza a los costados de la boca, que está inmediatamente detrás de la base del labro. Cada mandíbula tiene una punta de articulación anterior y una posterior en la cabeza y sólo se encuentra provista de dos músculos fijados en costados opuestos del eje de movimiento. Por consiguiente las mandíbulas giran hacia el costado, pero debido a que las articulaciones anteriores son más altas que las posteriores, las puntas de las mandíbulas se dan vuelta hacia adentro y hacia atrás cuando éstas se cierran. La mandíbula de la abeja obrera es ancha en la base, se afina en el centro y se ensancha nuevamente en una expansión con una superficie interior cóncava, atravesada por el canal del medio. Desde el canal corre una ranura (e) hacia arriba hasta una abertura en la base de la mandíbula, que es la salida de una glándula mandibular grande, en forma de saco, que se encuentra en la cabeza encima de las mandíbulas. La glándula segrega un líquido claro, del que no se conoce definitivamente su finalidad, pero se supone que la secreción se utiliza para ablandar la cera. Las glándulas mandibulares son mayores en la reina; en el zángano se encuentran reducidas a vesículas pequeñas. La abeja obrera usa sus mandíbulas para comer polen, trabajar la cera en la construcción del panal, soportar la base de la probóscide estirada y realizar cualquier trabajo de la colmena que requiera un par de instrumentos aptos para agarrar. Las mandíbulas de la reina son más grandes que las de la obrera pero les faltan los rasgos especiales; cada una tiene una intercomunicación ancha cerca del ápice puntiagudo. Las mandíbulas de los zánganos son más pequeñas que las de las obreras y cada una tiene una hendidura profunda en la base del extremo apical.
* Apéndices bucales o aparato bucal: El aparato bucal de la abeja es del tipo lamedor. Se compone del labio superior o labro, la epifaringe, oculta por el labro, y el par de mandíbulas. Las mandíbulas de la obrera son anchas en sus extremos, con forma de cuchara, pero estrechas en el medio. Las de la reina y el zángano son dentadas y más velludas. La epifaringe es una pieza quitinosa, ligada a la parte interna del labro como si fuera la parte superior de la boca. Es un órgano sensorial y probablemente el correspondiente al gusto del insecto.
* Trompa o probróscide: Está compuesta por las maxilas y el labio. Las maxilas se componen de los estipites, galeas, lacinias y vestigios de los palpos maxilares. El labio está formado por varios segmentos: el basal, llamado posmentón es triangular y está unido al centro o parte media del lorum. A él se une el amplio y rectangular prementón, ligado a la lengua media; esta es producto de la combinación de la glosa y la paraglosa, que incluye la base de la glosa. A la base del prementón se hallan unidos los cuatro segmentados palpos labiales. La unión de los maxilares con los palpos labiales forma un tubo por donde se mueve la lengua o glosa. El conjunto recibe el nombre de probróscide o trompa. La lengua está formada por un gran número de anillos y cubierta de pelos quitinosos colocados en filas transversales que cambian, sucesivamente, de longitud y forma hasta ser muy finos y sensibles en su extremo. Termina en un botón o plumón llamado labello que se pliega hacia atrás cuando la abeja lame. La lengua no es un tubo sino un canal, cuyos bordes pueden unirse formando un tubo. Si fuera directamente un tubo, podría obstruirse con granos de polen en especial si estuvieran untados con miel. La naturaleza no sólo ha provisto a la abeja de una lengua en forma de canal, sino que también, al poder separar los bordes, facilita su limpieza. Cuando lame líquidos livianos, carga sus pelos por capilaridad, pero cuando se trata de líquidos espesos, junta los lóbulos terminales del labio con el maxilar para formar esa especie de tubo aspirante, y el alimento llega a la boca por la succión que producen los músculos de la faringe. El botón tiene en su parte central una ranura que se expande en forma de doble rulo en el interior de la lengua. Como los canales de la lengua son ventrales, el néctar pasa a la parte dorsal por medio de la paraglosa, que son dos lóbulos blandos que la recubren.
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