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| - El planeta Scorpio fue un mundo colmena que tuvo la mala fortuna de estar en el camino de las depredaciones de los Eldars Oscuros. Los xenos incomunicaron e infestaron el mundo, sumiendo en el pánico a su población y superando fácilmente a la Guardia Imperial y las Fuerzas de Defensa Planetaria. En la Ciudad-Colmena de Ícar un pequeño contingente de Hermanas de Batalla reforzaban las escuetas defensas de la ciudad, la cuál fue capaz de detener la marea xenos, al menos durante un tiempo. La presencia del Adepta Sororitas se debía exclusivamente a la presencia de una catedral en cuyo interior se guardaban antiguas reliquias, destacándose un fragmento del yelmo de Ferrus Manus. Si bien las llamadas de auxilio, antes de que los astrópatas fueran silenciados por la presencia de la Mente Enjambre, de la Guardia Imperial y del gobernador planetario fueron sistemáticamente archivadas e ignoradas, las Hermanas de Batalla sí poseían una influencia mayor y la Eclesiarquía demandó rápidamente refuerzos, sino para salvar el planeta sí para salvar sus reliquias. Aunque la mayoría de Capítulos Astartes hubieran hecho oídos sordos a una petición así, y lo hicieron muchos, fue el mismísimo Lord Eledan quien ordenó la movilización hacia el planeta. Nadie preguntó y nadie se opuso; la determinación del Señor del Capítulo fue más que suficiente para los Martillos de Wikia. Dos Compañías de los Martillos descendieron de los cielos en mitad del cruento asedio de Icar. Su presencia envalentonó a los defensores al verse reforzados por tan magna fuerza; Los Martillos trazaron un anillo defensivo en el interior de la ciudad, apenas a unas pocas manzanas de la misma Catedral, mientras un equipo penetraba en el edificio santo para extraer las reliquias y asimilar rápidamente la información que pudieran guardar sus vetustos mosaicos y antiguas escrituras. Los Martillos priorizaron los antiguos codexs y libros a las supuestas reliquias, puesto que no encontraron ninguna digna de salvaguardarse, pasando por alto la desesperación de las pocas Hermanas de Batalla restantes. Ya preparada la extracción en la plaza de dicha Catedral, al Hermano Apotecario Lohannes Mus le llamó la atención algo y con una escuadra de combate se adentró en las callejuelas circunstantes, técnicamente seguras pues el anillo defensivo estaba por delante. Los Marines Espaciales se encontraron a un Guerrero de la Cábala acosando a un niño, menor de diez años, que le mantenía a raya violentamente con una placa metálica - la tapa de un gran recipiente - subido a un montón de cajas. El niño intentaba golpear al eldar oscuro en las manos y la cabeza, pero el xeno le esquivaba fácilmente; por contra el chico estaba cubierto de cortes, heridas, sangre y suciedad. Una ráfaga de bólter puso fin al calvario del niño, eliminando al enemigo. Lohannes impidió que un hermano acabara piadosamente con la vida del chico y el Apotecario lo bajó del sitio fácilmente aunque éste seguía defendiéndose de los Astartes como la aterradora aparición que eran. Lohannes se reagrupó con los demás Martillos acarreando al chico. Lo que llamó rápidamente la atención es que, aún tan pequeño, no había lágrimas ni llanto en él, y siguió forjeceando hasta caer rendido. Cuando los Martillos abandonaron Scorpio dedicaron un tiempo después de meditación y rezo en honor a las Hermanas de Batalla que negándose a abandonar la catedral se quedaron hasta que la última de ellas cayó. Tal ejemplo de determinación y celo no les pasó por alto. El niño de Ícar había olvidado todo. Tras el interrogatorio con los Bibliotecarios se llegó a la conclusión de que su mente había retrocedido a un estado tan primario que sólo era consciente de que había estado en peligro, de que debía defenderse. Lohannes Mus se hizo cargó de él y demandó que los instructores lo probaran, convencido de que podría llegar a ser un auténtico Hermano de Batalla en el futuro. A regañadientes, Hel Vaal de la 10ª Compañía le dedicó tiempo y examinó a consciencia, probándole hasta extremos de verdadera crueldad antes de asentir y permitir su total instrucción como neófito de los Martillos de Wikia. Lohannes lo llamó Iscorpión en recuerdo a su planeta natal y su origen, Ícar Iscorpión. Con el tiempo consiguió convertirse en un apreciado miembro del Apothecarion, para orgullo de Lohannes y para bien de los Martillos de Wikia. Iscorpión recuperó la consciencia como persona, creando nuevos recuerdos con su nueva familia, considerando la Biblioteca su hogar y tomando la misión que encomendó el Emperador a los Martillos como la meta de su vida. Aunque, por muchos años que pasaran, los Tiránidos seguirían despertando su instinto más aterrador y brutal, pues el odio hacía estos xenos lo tenía profundamente arraigado en el alma.
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