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| - La invasión comenzó en la primavera de 480 a. C. cuando el ejército persa cruzó el Helesponto y atravesó Tracia y Macedonia rumbo a Tesalia, cuyas ciudades se sometieron. El avance persa fue bloqueado en el paso de las Termópilas por una pequeña fuerza aliada bajo el mando del rey Leónidas I de Esparta. Simultáneamente, la flota persa fue interceptada por una flota aliada en los estrechos de Artemisio. En la conocida batalla de las Termópilas, el ejército griego retuvo al persa durante dos días, antes de ser atacado por el flanco desde un paso de montaña, tras lo cual fue atrapado en el desfiladero y aniquilado. La flota griega también luchó durante dos días en Artemisio, cuando recibió las noticias del desastre en las Termópilas, se retiró a Salamina.
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abstract
| - La invasión comenzó en la primavera de 480 a. C. cuando el ejército persa cruzó el Helesponto y atravesó Tracia y Macedonia rumbo a Tesalia, cuyas ciudades se sometieron. El avance persa fue bloqueado en el paso de las Termópilas por una pequeña fuerza aliada bajo el mando del rey Leónidas I de Esparta. Simultáneamente, la flota persa fue interceptada por una flota aliada en los estrechos de Artemisio. En la conocida batalla de las Termópilas, el ejército griego retuvo al persa durante dos días, antes de ser atacado por el flanco desde un paso de montaña, tras lo cual fue atrapado en el desfiladero y aniquilado. La flota griega también luchó durante dos días en Artemisio, cuando recibió las noticias del desastre en las Termópilas, se retiró a Salamina. Después de las Termópilas, toda Beocia y Ática cayeron en manos persas, que capturaron e incendiaron Atenas. No obstante, un ejército aliado fortificó el estrecho istmo de Corinto, protegiendo así el Peloponeso de la invasión. Ambos bandos buscaron una victoria naval que pudiera alterar el curso de la guerra. Temístocles, general ateniense, atrajo a la flota persa hasta los estrechos de Salamina, donde el número de naves persas provocó el caos en su formación, y fueron derrotadas por la flota aliada. La victoria en Salamina acabó con los sueños de una victoria rápida para Jerjes quien se retiró a Asia dejando al mando a su general Mardonio. Sus órdenes eran terminar la conquista. La primavera siguiente, los aliados reunieron un gran ejército hoplita, y cruzaron el istmo hacia el norte, buscando la batalla con Mardonio. En la batalla de Platea, la infantería griega demostró su superioridad de nuevo, infligiendo una severa derrota a los persas y acabando con la vida de Mardonio. El mismo día, una armada griega cruzó el mar Egeo y destruyó los restos de la flota persa en la batalla de Mícala. Con esta doble derrota, la invasión se dio por finalizada, y el poder naval persa quedó reducido. Los griegos pasarían entonces a la ofensiva, expulsando definitivamente a los persas de Europa, las islas del Egeo y Jonia. La guerra finalizó en 479 a. C.
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