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| - El Tren de la Fresa es el nombre que recibió el segundo ferrocarril de la Península Ibérica (9 de febrero de 1851), que unía Madrid con Aranjuez, tras el de Barcelona-Mataró (1848). Se trata, sin embargo, de la tercera línea ferroviaria en España, pues el 10 de noviembre de 1837 se había inaugurado el ferrocarril entre Güines y La Habana, en Cuba (por aquel entonces todavía española).
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| - El Tren de la Fresa es el nombre que recibió el segundo ferrocarril de la Península Ibérica (9 de febrero de 1851), que unía Madrid con Aranjuez, tras el de Barcelona-Mataró (1848). Se trata, sin embargo, de la tercera línea ferroviaria en España, pues el 10 de noviembre de 1837 se había inaugurado el ferrocarril entre Güines y La Habana, en Cuba (por aquel entonces todavía española). El Marqués de Pontejos presentó un proyecto de camino de hierro que, bajo el patrocinio del Marqués de Salamanca, fue finalmente inaugurado por la reina Isabel II. La propia monarca cedió terrenos de su propiedad, al oeste del Palacio Real, para la entrada del ferrocarril en Aranjuez. Para llevar a cabo la línea, se tuvieron que salvar diversos accidentes geográficos, con la construcción de sendos puentes sobre los ríos Jarama y Tajo. La importancia estratégica de la línea era elevada, pues suponía el primer paso del ferrocarril desde Madrid a Andalucía y Levante. Se construyó una estación término, hoy desaparecida, frente a la fachada occidental del Palacio Real de Aranjuez, a la que se añadiría años después otra estación al sudoeste del casco antiguo de la ciudad, en la que paraban los trenes destino a Cuenca, tras la prolongación de la línea a esta ciudad en 1883. Ambas fueron sustituidas por otra estación, construida en 1923, y que actualmente sigue en uso. Hasta la creación de Renfe en 1941, dicha estación pertenecía a la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante (MZA), como muestran los mosaicos decorativos existentes en su vestíbulo. Creado en una época en la que los trenes eran tirados por locomotoras de vapor, los coches eran de madera y, además de transportar viajeros, vagones permitían llevar a Madrid rápidamente los productos de la huerta ribereña (fresas y espárragos), de los que tomaría el nombre Tren de la Fresa.
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