Se trataba de cucarachas normales que vivían en las cloacas hasta que fueron infectadas por el virus T y multiplicaron por 8 su longitud, hasta alcanzar los 10 cm. Han conservado intacta su fortaleza, lo que ha ayudado a su desmesurada expansión. Suelen morder la carne suave de sus presas, que en los humanos es la zona que rodea la carótida.
Se han documentado ataques de cucarachas a los humanos: saltan en grupo sobre el rostro de su victima y la asfixian. Lucharon contra las ratas mutadas por el control de las cloacas y ganaron. Desde entonces han mostrado una tendencia hacia el canibalismo.