Javier creó y dirige esta organización criminal con una importante presencia en Sudamérica. Funciona con un código de obediencia absoluta al líder, basado en un sistema de “control mediante el terror”, que supone un castigo brutal sin excepción a los traidores. Su principal fuente de ingresos es el cultivo de droga en la selva y su distribución a través de canales de redes de tráfico propias.
Recientemente ha empezado a comerciar con órganos humanos. Esta falta de humanidad ha propiciado críticas desde EE.UU., que lo considera un “crisol del mal” y la organización ha empezado a recibir presiones del exterior.
Está en una constante y encarnizada lucha con fuerzas gubernamentales de pequeñas naciones e insurgentes comunistas. Las refriegas son continuas.
Compra y usa activamente armas biológicas como fuerzas de combate de bajo coste.
Tiene vínculos con organizaciones filiales de Umbrella y Wesker.