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| - Fue extraño lo que sucedió la noche pasada. No es ningún cuento de monstruos o asesinos seriales, tampoco de fantasmas o realidades alternativas. No, nada de eso. La noche era muy tranquila, sin un solo ser vivo que perturbara esta calma. Mi afición por escribir cuentos de horror me llevó al extremo de quedarme hasta altas horas de la noche despierto, terminando mis historias. Sabía que esto era perjudicial para mi salud, pero aún así era una obsesión y no podía controlarla. Para ese entonces, estaba escribiendo “Puerta” y quería terminarlo para publicarlo de una buena vez. Autor:
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| - Fue extraño lo que sucedió la noche pasada. No es ningún cuento de monstruos o asesinos seriales, tampoco de fantasmas o realidades alternativas. No, nada de eso. La noche era muy tranquila, sin un solo ser vivo que perturbara esta calma. Mi afición por escribir cuentos de horror me llevó al extremo de quedarme hasta altas horas de la noche despierto, terminando mis historias. Sabía que esto era perjudicial para mi salud, pero aún así era una obsesión y no podía controlarla. Para ese entonces, estaba escribiendo “Puerta” y quería terminarlo para publicarlo de una buena vez. Ya entrada en la madrugada, mi boca rogaba por una gota de agua. Como de costumbre, me tapaba con mis frazadas y escribía sin parar con una luz penosa. Mi aliento caliente daba vueltas por el espacio cerrado y volvía hacía mí, haciéndome sudar. Resolví que me levantaría y buscaría un vaso de agua, para luego volver y seguir escribiendo. Me levanté sudoroso de la cama y salí de mi cuarto en busca de la preciada bebida. La noche era tan tranquila, me dije a mí mismo, tan tranquila que cualquier pecado podría cometerse y sucedería inadvertido. Llegando por fin a la cocina, me serví agua en un vaso y lo tomé apresurado. Me sentía renovado. Salí de la cocina y está aquí el evento que me dispongo a narrar. Como usted no sabrá, entre mi cuarto y la cocina hay un pasillo un poco extenso que lleva al resto de las habitaciones. Y en medio, entre mi habitación y la cocina, se encuentra una ventana bastante ancha y larga que daba vista al patio, cubierta por una cortina tan opaca que no dejaba ver todos los misterios que la noche guardaba en su seno. Fue entonces cuando escuché un golpeteo en la ventana. Era tan agudo que podía hacerse con una aguja. Aquella noche ni un viento soplaba, por lo que asumí con terror que solo podía ser provocado por otro ser vivo, pero no tenía animales en mi casa. Mientras caminaba, a paso lento y tambaleante, lo escuché una vez más. Esta vez, me heló la sangre y mi pulso se aceleró. Comencé a pensar en toda clase de horrores que se encontraban detrás de aquella cortina, pero esta misma los mantenía ocultos. El ruido se escuchó otra vez, más claro y agudo, pero con un segundo de duración, como los otros. Seguí con mi camino hacía mi cuarto. Intenté vislumbrar el provocador de aquel ruido por al lado de la cortina, pero la oscuridad de la noche sin luna me impedía verlo. Un último golpeteo, y fue suficiente para que, lleno de pavor, corriera a mi cuarto y guardara protección a cualquier clase de ser que se ocultara detrás de aquella cortina. Intenté dormir, aún pensando en aquel ruido agudo detrás de la ventana. Hoy en día sigo sin saber qué fue lo que lo provocó. En mis más remotas pesadillas tratan sobre mí, viendo aquella ventana cubierta por la opaca cortina. Entonces, la abro con desesperación de ver aquel maldito ser que provoca eso, pero en cambio, veo toda clase de horrores. Las pesadillas del mundo, las pesadillas de los muertos, e incluso las pesadillas de los dioses. Todo detrás de aquella cortina. Pero recientemente, algo perturbó mi mente. Una pesadilla. Me encontraba caminando como aquella noche, entonces escuché aquel ruido. Con mucha irritación y desesperación, arranco la cortina de su soporte... Veo aquel desconocido terror. Tan horrible que era inenarrable. Mi corazón quería salirse y mis pulmones querían gritar por el dolor que me provocaba ver aquellos. Ahora, querido lector, terminaré este cuento diciendo que aquello que estaba atrás de la cortina era absolutamente perturbador para narrarlo. Y mientras más creo que esta pesadilla es el reflejo de la realidad, más me gustaría creer que aquello que se encontraba detrás de la cortina sea el mismísimo diablo en persona, o su más grande pesadilla, o quizás algún monstruo de los tantos que describió Lovecraft, o la más monstruosa criatura que pueda crear una mente insana. Puesto que mis palabras serán demasiado cortas, le invitó a pensar, lector: ¿Usted qué piensa que había detrás de la cortina? Autor:
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