Severino se formó con un puñado de monedas y la ayuda de Torello de Cefalú, obispo en ese entonces y perteneciente a la abadía Tolemac. Contó con la ayuda de San Sali de Segesta, de la abadía San Mamede, conocido profesor dentro de la región.
Severino se formó con un puñado de monedas y la ayuda de Torello de Cefalú, obispo en ese entonces y perteneciente a la abadía Tolemac. Contó con la ayuda de San Sali de Segesta, de la abadía San Mamede, conocido profesor dentro de la región.