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| - Categoría: Definiciones En los últimos tiempos se ha visto como los medios de comunicación anuncian periódicamente el descubrimiento de actividades engañosas, surgidas en diversos campos de la actividad humana. La literatura, las finanzas, la religión... nada parece librarse de la presencia de personas que, en un momento determinado, incurren en comportamientos que pueden calificarse como fraudulentos, sin que la ciencia sea una excepción a esa regla. Sin embargo, la asunción de esta realidad no implica, en modo alguno, la veracidad de esa afirmación (tan aprovechada desde el mundo de las pseudociencias) según la cual la ciencia o, más específicamente, los científicos, engañan a la sociedad. En el momento de enfrentarse al fraude, la ciencia está muy alejada de aquellas supuestas disciplin
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| - Categoría: Definiciones En los últimos tiempos se ha visto como los medios de comunicación anuncian periódicamente el descubrimiento de actividades engañosas, surgidas en diversos campos de la actividad humana. La literatura, las finanzas, la religión... nada parece librarse de la presencia de personas que, en un momento determinado, incurren en comportamientos que pueden calificarse como fraudulentos, sin que la ciencia sea una excepción a esa regla. Sin embargo, la asunción de esta realidad no implica, en modo alguno, la veracidad de esa afirmación (tan aprovechada desde el mundo de las pseudociencias) según la cual la ciencia o, más específicamente, los científicos, engañan a la sociedad. En el momento de enfrentarse al fraude, la ciencia está muy alejada de aquellas supuestas disciplinas que pretender hacerse pasar por tal. ¿Cuáles son las formas que adopta el fraude en el ámbito científico? Quienes han tratado la materia distinguen tres modalidades, bien diferentes entre sí: 1.
* En primer lugar podría citarse, muy alejada de las restantes, la llamada “ciencia débil”, cuya actividad, sin ser intrínsecamente engañosa, tampoco resulta útil de cara al avance del conocimiento, al plantear la mera repetición de lo ya sabido. 2.
* En segundo lugar, tenemos una actividad científica en la que, sin existir conciencia ni voluntad de fraude, se acaba produciendo un resultado engañoso, derivado del empleo de técnicas inadecuadas o de una mala interpretación de los datos de partida. 3.
* En tercer lugar, tenemos por último una actividad dolosa, en el sentido de que en ella laten el conocimiento y el deseo de cometer un engaño, y donde se pueden incluir comportamientos tales como la manipulación de datos o la falsificación de pruebas o restos arqueológicos. Un ejemplo de ello es cuando el fraudulento Dr. Andrew Wakefield fue atrapado en su charlatanería por un artículo de investigación fraudulenta de 1998 en apoyo a la hoy desacreditada tesis de que existe una relación entre la administración de la vacuna triple vírica (SPR, sarampión, paperas y rubéola) y la aparición del autismo y enfermedades intestinales, los medios de comunicación inflaron el suceso y apareció un movimiento antivacunacionista que trata de evitar que los padres de familia vacunen a sus hijos. Aunque se trata de situaciones bien diferenciadas, cabe la posibilidad de que, en un momento determinado, se pase de un punto a otro, lo cual depende de la actitud y el comportamiento de la persona o personas implicadas en la propia actividad. Un excesivo enamoramiento de las ideas o el deseo de que los resultados de una investigación coincidan con una visión preconcebida de la solución a un problema pueden ser los detonantes de esa variación.
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