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  • El aeropuerto
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  • "El aeropuerto" puede referirse a dos episodios de Los chifladitos: * El episodio de 1981. * El episodio de 1987.
  • Esta historia tiene lugar en el Aeropuerto de Newark, Nueva York, años antes del estallido de la Guerra Fría y posteriormente la 3° guerra mundial. Nuestro protagonista es un hombre marcado por su pasado, imágenes imborrables que lo acompañarían y cuyo significado comprendió años más tarde. No hay diferencia entre un recuerdo habitual y uno inolvidable, ese que jamás podrán sacarlo de tu mente, así era el rostro de esa mujer para él. Su cara fue la única imagen que le dio paz después de que estallara la guerra. Ha superado otra etapa del experimento.
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  • "El aeropuerto" puede referirse a dos episodios de Los chifladitos: * El episodio de 1981. * El episodio de 1987.
  • Esta historia tiene lugar en el Aeropuerto de Newark, Nueva York, años antes del estallido de la Guerra Fría y posteriormente la 3° guerra mundial. Nuestro protagonista es un hombre marcado por su pasado, imágenes imborrables que lo acompañarían y cuyo significado comprendió años más tarde. Ocurrió un sábado en concreto, algunos padres habían llevado a ver a sus hijos la salida de los aviones. Nuestro hombre, mezclado entre ellos, estaba intentado recordar el rostro de una mujer. Su mente le llevaba a un embarcadero, un escenario frío acompañado por el repiqueteo de la lluvia y luego ella, con su inconfundible belleza. No hay diferencia entre un recuerdo habitual y uno inolvidable, ese que jamás podrán sacarlo de tu mente, así era el rostro de esa mujer para él. Su cara fue la única imagen que le dio paz después de que estallara la guerra. Un súbito estruendo, el rostro de aquella mujer, su cuerpo desplomándose y los gritos de la multitud en un embarcadero inundado en pánico. Luego muerte. Una herida en su mente. Tiempo después llegó la destrucción de Nueva York. Muchos murieron; algunos creyeron salir victoriosos, pero fueron hechos prisioneros. Los supervivientes se escondieron en una red subterránea bajo el World Trade Center. En la superficie, Nueva York, como la mayor parte del mundo, estaba inhabitable, destruida por una bacteria muy poderosa, los gases químicos y la atmósfera terrestre estaba siendo destruida por la radioactividad. Los vencedores hacían guardia sobre un imperio de ratas. Los prisioneros eran sometidos a experimentos aparentemente de gran importancia para quien los llevaba a cabo. El resultado fue una decepción, la muerte para muchos y para el resto, locura. Un día vinieron a escoger a un sujeto de pruebas, era el hombre cuya historia estamos contando. Estaba asustado, había oído algo sobre el Experimentador de Mentes. Estaba preparado para encontrarse con un científico loco o al Doctor Frankenstein, pero en su lugar vio a alguien amable, le dijo que la humanidad estaba condenada. El espacio estaba prohibido, y que la única esperanza de sobrevivir estaba en el tiempo. Un resquicio en el tiempo y quizás era posible conseguir comida, medicinas y una fuente de energía. Ese era el propósito de los experimentos: enviar emisarios a través del tiempo en el pasado y futuro para beneficiar el presente. Pero la mente humana no se hacía la idea. Despertarse en otra época significaba nacer de nuevo como un adulto. El shock era grande. Sin una fuerte imagen mental, la concentración del sujeto era imposible. Y así fue como empezaron las pruebas en él. Al principio fue muy duro, pero en el décimo día empezaron a resonar imágenes auténticas. Una apacible mañana, una habitación iluminada, niños auténticos, pájaros auténticos, gatos auténticos, tumbas auténticas. En el decimosexto día se encontraba el muelle de Newark, vacío. Con una aura de felicidad, pero diferente, era el mismo lugar de sus recuerdos, pero diferente. Una chica cruza el muelle, podría ser la mujer que estaba buscando en sus recuerdos, la ve sonreír. De pronto aparecen otras imágenes, es un museo... pero no recuerda eso. Todo es tan confuso. En el trigésimo día la vuelve a ver. Ahora está seguro de que es ella. De hecho, es de lo único que está seguro, en medio de ese mundo sin fecha que no deja de aturdirlo en su inmensidad. Cuando se recupera de su trance, la mujer se ha ido. Los experimentadores aprietan su control, enviándolo de vuelta en el tiempo, revierten el tiempo de nuevo, él regresa. Esta vez está cerca de ella, él le habla. Ella le da la bienvenida. Es algo inesperado, sin recuerdos, sin planes. El tiempo transcurre sin dolor a su alrededor. Sus únicos puntos de referencia son la sensación del momento que están viviendo y las marcas en las paredes. Más tarde, se encuentran en un jardín. Recuerda que había jardines. Ella le pregunta acerca de su collar, el collar de combate que llevaba al comienzo de la guerra que estaba por venir. Él inventa una excusa. Ellos caminan. Se ve el tronco de un árbol de madera roja cubierta con históricas fechas. Ella pronuncia un nombre en inglés que él no entiende y... se desploma, agotado. Entonces otra ola de tiempo cae sobre él. El resultado de otra inyección tal vez. Ahora ella está dormida bajo el sol. Él sabe que en ese mundo solo puede permanecer por un tiempo, solo para ser enviado de nuevo a ella, pero ella está muerta. ¿Es el mismo día? Él no lo sabe. Deberán seguir así, en innumerables paseos en los que una confianza tácita, una confianza sin adulterar lo hará creer en ellos, sin memorias o planes. Hasta el momento en el que sienten una barrera y desaparecen. Y este fue el final del primer experimento. Fue el punto de partida para toda una serie de pruebas en la que lo harían reunirse con ella en diferentes momentos. A veces se la encontraba frente a frente, otras dándole la bienvenida de una manera sencilla. Siempre regresa, lo llama como un fantasma. Un día ella parece asustada. Un día ella se inclina hacia él. En cuanto a él, nunca sabe si él se mueve hacia ella, si él es impulsado, si de verdad lo ha hecho, o si solo está soñando. El quincuagésimo día se encuentran en un lugar lleno de animales. Ahora el objetivo se ajusta perfectamente. Es el momento oportuno, deben permanecer allí y moverse sin esfuerzo. Ella también parece confundida. Ella acepta esto como un fenómeno natural, la corriente de este visitante que viene y va, que existe, habla, ríe con ella, se detiene hablar, le escucha y luego desaparece. Ha superado otra etapa del experimento. Una vez de vuelta a la realidad, hay algo diferente. No solo los doctores se encuentran presentes, hay personas que dicen ser los líderes del campamento. Escucha cómo la conversación gira en torno a él; después de los brillantes resultados quieren enviarlo al futuro. El futuro estaba mejor protegido que el pasado. Después de difíciles y dolorosas sesiones finalmente tuvo una imagen de aquel mundo por venir. Y vio el planeta, Nueva York, reconstruido cientos de años en el futuro. Otros lo estaban esperando. Fue un encuentro breve. Recitó su discurso: ¿cómo la humanidad había sobrevivido? ¿Cómo lo lograron? ¿Cuales fueron los medios de su supervivencia? Y al fin obtuvo respuesta. Le dieron una unidad de potencia, lo suficientemente fuerte como para poner toda la industria humana en movimiento, y de nuevo las puertas del futuro se cerraron. Algún tiempo después de su regreso, fue trasladado a otra parte del campamento. Había sido una herramienta, lo habían utilizado usando las imágenes de su pasado como cebo para condicionarlo, estaba a la altura de sus expectativas, y ya había jugado su papel. Ahora sólo esperaban liquidarlo, deshacerse de él. Entonces le llegó una imagen, un fragmento en el tiempo. Un mensaje de los pueblos del mundo por venir. Ellos también viajaron a través del tiempo, y con mayor facilidad. Ahora estaban allí, dispuestos a reconocerlo como uno de los suyos. Pero él tenía una petición: en lugar de ese pacífico futuro, quería ser devuelto al mundo de su pasado, en el que esa mujer lo estaba esperando. Estamos en el aeropuerto principal en Newark, el ambiente es cálido. Es sábado por la tarde, debe ir a casa, aunque de manera confusa siente que debe permanecer allí también, viendo los aviones. Entonces la ve, con su inconfundible belleza, corre hacia ella. Y cuando reconoce al hombre que lo había arrastrado a aquel campamento subterráneo entendió que no había manera de escapar del tiempo, y que ese momento concedido sería lo último que vería en este mundo. La besa y cierra los ojos, era el momento de su propia muerte. Categoría:Lugares Categoría:Ciencia Categoría:CC
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