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| - Categoría: Mitología religiosa Categoría: Mitología Categoría: Mitos religiosos Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús o simplemente Teresa de Ávila (28 de marzo de 1515-4 de octubre de 1582), fue una religiosa, fundadora de las carmelitas descalzas, mística y escritora española. Canonizada a poco menos de cuarenta años de su muerte, fue proclamada doctora de la Iglesia católica en 1970 por Pablo VI. Junto con san Juan de la Cruz, se considera a santa Teresa de Jesús la cumbre de la mística experimental cristiana.
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| - Categoría: Mitología religiosa Categoría: Mitología Categoría: Mitos religiosos Se llamaba Teresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús o simplemente Teresa de Ávila (28 de marzo de 1515-4 de octubre de 1582), fue una religiosa, fundadora de las carmelitas descalzas, mística y escritora española. Canonizada a poco menos de cuarenta años de su muerte, fue proclamada doctora de la Iglesia católica en 1970 por Pablo VI. Junto con san Juan de la Cruz, se considera a santa Teresa de Jesús la cumbre de la mística experimental cristiana. Según relata la propia Teresa en el libro Vida de santa Teresa de Jesús, desde sus primeros años mostró una imaginación vehemente y apasionada. En dicho tiempo pensó ya en sufrir el martirio, para lo cual, ella y uno de sus hermanos, Rodrigo, un año mayor, pemsaron en la estupidez de presentarse a «tierras de infieles», es decir, tierras ocupadas por los musulmanes, pidiendo limosna, para que allí los decapitaran. thumb|276px Teresa fue afectada por una grave enfermedad. Tras entrar al convento su estado de salud empeoró. Padeció desmayos, una cardiopatía no definida y otras molestias. Así pasó el primer año. En 1537, sufrió un paroxismo de cuatro días en casa de su padre, quedando paralítica durante más de dos años. Antes y después del paroxismo, sus padecimientos físicos fueron horribles. A mediados de 1539, Teresa recuperó la salud; según la tradición ello fue debido a la intercesión de san José. Poco después, Teresa abandonó la oración (1541). Según su testimonio se le apareció Jesucristo (1542) en el locutorio con semblante airado, reprendiéndole su trato familiar con seglares. No obstante, la monja no cambió su estilo de vida en varios años, hasta su conversión definitiva hacia el año 1554 o 1555, tras la vista de una talla policromada de un Ecce homo, en su propia expresión, «de Cristo muy llagado».
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