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| - thumb|388pxEl Mundo Agrícola de Sondheim V fue invadido por Tiránidos de la Flota Enjambre Kraken, justo cuando M'kar el Renacido estaba allí mismo transformando el planeta en su Pandemonio privado. El Capítulo de los Centinelas del Cielo fue el primero en responder a esta doble amenaza, pero enseguida llegó a la conclusión de que Sondheim V era irrecuperable, e inició los preparativos para someterlo a un Exterminatus. Sin embargo dichos preparativos se suspendieron tras la llegada de una fuerza de Caballeros Grises al mando del Gran Maestre Vardan Kai de los Caballeros Grises. Aunque Kai coincide básicamente con el análisis de los Centinelas del Cielo, ordena retrasar la ejecución del Exterminatus mientras él y sus Hermanos de Batalla intentan capturar el Libro de Pandegaras, un tomo maldito cuyo poder ha permitido a M'kar obrar los terribles cambios que ha sufrido el planeta. A regañadientes, los Centinelas del Cielo aceptan darle a Kai doce horas para que complete su misión. Sin perder tiempo, los Caballeros Grises subieron a sus Stormravens y se desplegaron sobre la superficie de Sondheim V. Nada más aterrizar, Kai decidió reducir el límite de tiempo de su misión a sólo seis horas, pues la fusión de las infestaciones demoníaca y Tiránida han transformado a Sondheim V en una pesadilla que debe ser eliminada cuanto antes. Por suerte para los Caballeros Grises, las constantes batallas que se seguían librando entre los Tiránidos y las hordas de M'kar les permitieron avanzar por el retorcido y corrupto paisaje con relativo sigilo (en ocasiones incluso pasando totalmente desapercibidos). Sin embargo, cuando por fin llegaron al templo donde se guardaba el Libro de Pandegaras, descubrieron que el edifició estaba casi completamente envuelto bajo todo un complejo de chimeneas de esporas Tiránidas. Imperturbables ante dicha adversidad, los Caballeros Grises empezaron a cortar y arrancar una capa tras otra de biomateria, pero al hacerlo atrajeron la atención de la Mente Enjambre. A los pocos segundos de haber dado el primer golpe, las fuerzas de Kai fueron atacadas por una miríada de Hormagantes y Gárgolas. Para cuando Kai logró por fin abrir un sendero hasta los niveles inferiores del templo, ya habían empezado a llegar criaturas Tiránidas más grandes, y el índice de bajas entre los Hermanos de Batalla se disparó. Sin embargo, casi en el mismo momento en que Kai puso sus manos sobre el ansiado Libro de Pandegaras, los Caballeros Grises recibieron una ayuda del todo inesperada: al igual que la destrucción de la bioestructura Tiránida había despertado la ira de la Mente Enjambre, la profanación del infernal tomo de Pandegaras desató la furia enloquecida de los Demonios. En cuestión de segundos, las ruinas del templo se estremecen y son inundadas por la anarquía de una batalla a tres bandas. Los Tiránidos, que tenían a los Caballeros Grises rodeados, fueron quienes se llevaron el grueso del ataque demoniaco, pues los esbirros de M'Kar debían abrirse camino a través de ellos para poder llegar hasta Kai y sus hombres. Los Desangradores se abalanzaron en masa sobre un Tiránofex, solo para ser hechos pedazos por los disparos de Bólter, mientras que los Cárnifex hicieron trizas a filas enteras de Exterminadores Caballeros Grises solo para ser inmolados al mismo tiempo por el fuego santificado de los Purificadores y las llamas disformes de los Incineradores de Tzeentch. En medio de todo ese caos, Kai se vió forzado a abandonar cualquier pretensión de retirar a sus tropas, y simplemente estableció contacto con la flota de los Centinelas del Cielo para que iniciasen un bombardeo sistemático de la zona donde estaba el templo. Protegidos por sus armaduras de ceramita, los Caballeros Grises consiguieron capear la tormenta de explosiones que se desató sobre las ruinas. Los Tiránidos y los Demonios, por su parte, no tuvieron tanta suerte. Cuando el bombardeo cesó, Kai y los Caballeros Grises supervivientes evacuaron el lugar antes de que pudieran llegar más refuerzos tanto demoníacos como Tiránidos. Menos de una hora después inician el viaje de vuelta a Titán para guardar el Libro de Pandegaras en las criptas del Capítulo, al tiempo que los Centinelas del Cíelo ejecutaban el Exterminatus que arrasaría Sondheim V y destruiría a todos los horrores que moraban en su superficie. Tras esto, los Centinelas del Cielo se entregaron voluntariamente para que les borrasen la mente.
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