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  • La Narración
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  • “-Hace tanto tiempo que no hablo con alguien...”- suspiró la mujer sentada cómodamente en el sillón. No parecía tener más de 30 años, era de facciones armónicas, sin llegar a ser bonita. Estábamos en un salón grande y no estábamos solos; estaban también otros hombres y mujeres en lo que parecía ser una fiesta no muy animada. Se suponía que se trataba de solteros que buscaban pareja; pero desde el primer momento supe que ella no estaba ahí por eso... debía haber algo más que la impulsara. En cuanto a mí, pues yo estaba cumpliendo con el castigo por haber perdido una apuesta, en ese entonces empezaba apenas la segunda década de mi vida, así que en realidad tenía por qué estar ahí... voluntariamente.
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  • “-Hace tanto tiempo que no hablo con alguien...”- suspiró la mujer sentada cómodamente en el sillón. No parecía tener más de 30 años, era de facciones armónicas, sin llegar a ser bonita. Estábamos en un salón grande y no estábamos solos; estaban también otros hombres y mujeres en lo que parecía ser una fiesta no muy animada. Se suponía que se trataba de solteros que buscaban pareja; pero desde el primer momento supe que ella no estaba ahí por eso... debía haber algo más que la impulsara. En cuanto a mí, pues yo estaba cumpliendo con el castigo por haber perdido una apuesta, en ese entonces empezaba apenas la segunda década de mi vida, así que en realidad tenía por qué estar ahí... voluntariamente. No buscaba a nadie en especial, sólo esperaba a que se llegara la medianoche para poder cubrir el plazo; aunque mis amigos esperaban a que saliera con una gorda, tuerta o cuarentona del brazo, yo no les iba a dar ese gusto, simplemente les diría que nadie se animó a salir con un jovencito de ese lugar. El reloj avanzaba tan despacio, la aguja parecía detenerse cada vez más tiempo cuando marcaba un segundo, fue entonces cuando ella apareció. Llevaba un vestido púrpura que envolvía el esbelto cuerpo de piel dorada... ¡Se veía tan bien! Por eso pensé que ella no pertenecía a aquel lugar, ni a las circunstancias tampoco. Se sentó en el sillón de terciopelo rojo en el que yo mismo estaba sentado. Traía una bebida suave en una copa. Respiró un par de veces con una sonrisa muy sutil, y cerró los ojos como en éxtasis. Prefiero no imaginarme mi cara en esos momentos... “- Siempre hablando con personas imposibles, gruñonas...”- se quejó después – “Uno se cansa a veces, ¿cierto? Apuesto a que nadie tiene problemas contigo.” Me hablaba con tanta confianza y dejadez que me sentía como un tonto, me pasó por la cabeza que tal vez me conociera, pero no, era imposible que yo hubiera conocido una mujer así y que no la recordara. “-No, claro que no, tú eres considerado”. - le dijo ella, bebiendo un trago pequeño. Si considerado, pero considerado un tonto... ahí estaba la mujer más interesante que nunca había visto y yo lo único que se me ocurría era quedarme callado. “-¿Sabes una cosa? Yo siempre trate de hacer las cosas bien para él, para que estuviera orgulloso de mí. Siempre estaba ahí cuando me necesitaba... Pero ¿sabes que hacía? Me trataba como una esclava, como si fuera tonta.” Entonces comencé a pensar que quedarme callado era lo mejor que podía haber hecho. Hay momentos en los que uno es requerido para diferentes cosas de carácter totalmente imperioso, y estaba seguro de que ésta era una de esas memorables ocasiones. “-Pero estoy contando todo al revés,” - se rió ella jugando con la copa a la altura de sus ojos- “Nunca supe, ¡ni me imaginé! que lo que me pasó pudiera ser posible. Crecí sola, vivía con una mujer a la que llamaba madrina, era buena conmigo, pero no cariñosa, estudié e hice todo lo que una persona normal hace mientras crece. Pero yo sentía que no era una persona normal. Estaba en lo cierto.” Hasta este punto la mujer, se volvió hacia mí y dijo las últimas palabras levantando las cejas, como para que no me quedara ninguna duda de la veracidad de ellas. Asentí muy serio y entonces ella se relajó y se hundió en el respaldo del sillón, cerrando los ojos y después de respirar profundo, continuó. “-Cuando cumplí 17 años, mis amigas me llevaron con ellas a una fiesta, yo no me sentí cómoda en ése ambiente así que me salí al pórtico de la casa donde se celebraba la fiesta clandestina de una chica de la escuela. En aquellos tiempos, la inseguridad en las calles no era un problema como hoy, sino más bien una leyenda que todos contaban pero que nadie había vivido.” - sonrió irónica y se terminó la bebida de la copa.- “Pues bien, el pórtico estaba lleno de ‘parejitas’, así que crucé la calle y me senté en la banqueta del frente, me gustaba ver la manera de comportarse de los jóvenes desde lejos. Quizá era por que eso me hacía sentirme menos extraña, aunque en realidad para nadie lucía así. Era más bien yo quien marcaba la diferencia. Pronto me aburrí y me alejé del lugar, mi casa quedaba cerca y les dije a mis amigas que me iría. Estaban muy emocionadas y no quise que me acompañaran.” Sentí que esa parte de la historia era el motivo, la razón, de todo lo que pudiera haberle sucedido después, que por cierto nunca me imaginé; entonces me levanté y le llevé una copa igual a la de antes, me lo agradeció con una sonrisa muy luminosa. El salón se había quedado casi vacío y ella se quitó los zapatos de tacón altísimo, encogió las piernas y se retrepó en el sillón. “- Antes de llegar a mi casa, me encontré con un hombre; era alto y de complexión robusta, al pasarlo le saludé con un ‘buenas noches’ y seguí, tan despacio como desde el principio. No tenía sueño ni mucho menos ganas de llegar a mi casa. Me di cuenta que el hombre venía detrás mío, me dio miedo, pero era floja, y no estaba dispuesta a hacer una excepción...”- sonrió encantadora- “El extraño me tomó del brazo y con eso hizo que me detuviera, y me dijo en tono burlón ‘sabía que no ibas a gritar’. Vas a creer que estaba loca, pero de alguna manera sabía que no iba a pasarme nada de lo que me pudiera arrepentir después. Entonces no estaba yo seguro de saber lo que seguía en esa historia tan desarticulada que narraba mi extraña compañera de fiesta. Pero continué mi silencio prestando atención a cada movimiento que hacía, ya fuera para beber, para acomodarse el cabello o el elegante vestido, mientras ella guardaba silencio en las pausas que hacía antes de hablar de nuevo. “- Su nombre... no importa ahora,”- corrigió ella arrepintiéndose en el acto.- “Lo que importa es su condición... ¿Cómo dijo? Ah! si, él me dijo: ‘Soy un hijo de la noche’. Impactante ¿no?” - preguntó ella con un ademán de su mano- “El muy maldito era un vampiro.” Yo no podía dar crédito, entonces pensé en lo normal que llegan a lucir los locos dignos de un manicomio; pero no creía estar convencido de que mi interlocutora estuviera loca, así que opté por... creerle. “- Bueno, yo reaccioné muy diferente,”- me dijo viéndome al tiempo que sonreía.- “Solté la carcajada más desparpajada de toda mi vida, ahora que lo pienso creo que ha sido la única,” - mencionó esto con un tono melancólico que quizá no pudo o no quiso evitar,- “Eso lo desconcertó, mucho creo yo, pero no lo hizo desistir en sus... galanteos de vampiro... Me dio la gana creerle, no sé tal vez los dos estamos locos, o lo estuvimos... Puedes decirlo... pensarlo, pero eso no cambia los hechos, el hombre era un vampiro. Me invitó a ir con él, en realidad no tuvo que pedírmelo dos veces. Entré por mis cosas a casa y me fui con él. Entonces al escuchar esto, y verla tan calmada narrando todo eso, me pasaron un montón de cosas y situaciones por la cabeza y aunque según yo le creía, lo primero que dije para mis adentros, fue: Está loca. “- Estaba loca.”- asintió ella como si me hubiera escuchado.- “Pero como te dije antes, no me arrepiento. Vivimos tanto tiempo juntos, y además de su amante yo era su confidente, pero sobre todo, era su... sirvienta. Si, el muy bastardo, me usaba para todo, las cosas que él no podía hacer de día las hacía yo.” Por un momento hice el intento de preguntarle algo, pero una vez más me interrumpió, sonriendo como con coraje atenuado; que causaba más diversión y alivio que enojo. “- Yo me sentía bien con él, por que a pesar de no ser la única, él me hacía creer que me quería y aunque yo sabía que no era así, me gustaba imaginar que me amaba ¿Te das cuenta? después de todo lo único que buscaba era un poco de amor: como todos. Pero a todos nos llega nuestro tiempo y yo me cansé de verlo con otras vampiras, de saber sobre las carnicerías en las que convertía las fiestas de jóvenes insensatos, de su despotismo... quizás hubiera estado dispuesta a aceptar todo eso, si no hubiera sido por que un día llegó con una tipa a la que había convertido y ella me odió desde el momento en que me vio. Ella era muy hermosa, ciertamente, como ninguna, imagino que en vida no fue una persona muy... bondadosa que digamos, aunque los vampiros pierden gran parte de sus características al convertirse, conservan una especie de patrón a seguir que los hace comportarse más o menos igual a como eran en vida. Mayormente, los vampiros son asesinos, 90% animales carnívoros, zoología pura, pero cada uno tiene una personalidad que se basa en la que tuvieron en vida.” ‘Bueno, siendo así’, pensé mudamente, ‘todo empieza a tomar sentido lógico’, asintiendo, al momento que sentía que me iba a volver loco si seguía aceptando toda aquella historia. “- Ella era sanguinaria, y muy pedante.”- continuó,- “Por eso te digo que no debió ser buena cuando estaba viva ¡mujerzuela! Por ella, él hizo que me encerraran en una habitación de su casa. Lo que yo no entendía era por qué no me dejaba ir, simplemente podía haberlo hecho ¿verdad?” Asentí sintiendo por primera vez que ella me hacía partícipe de su monólogo. “- Si, sería lo lógico, pero el sabía algo de mí que yo no... hasta ese entonces.”- reveló con un tinte de triunfo en la voz.- “No tuvo que decírmelo él, yo lo averigüé una noche; la noche que intenté escapar. Su novia me descubrió, me atrapó y me tuvo atada de ambas manos contra unas columnas que había en la sala... para no hacer el cuento muy largo, después de dos horas de torturas sádicas, él llegó. Pensé que sería una especie de fiesta y que al final todo terminaría con mi muerte. Pero él la reprendió a gritos, estaban en la habitación de al lado así que no había podido escuchar bien lo que decían. Un momento después entró él, decidido a desatarme. En eso estaba cuando ella entró también y empezaron a pelearse, pero no con palabras, sino a golpes, gruñidos, rasguños, mordidas... en fin, como sólo los vampiros saben pelearse.” El reloj marcaba más de la una de la mañana, pero obviamente yo ya no quería ni siquiera pensar en irme del lugar. La historia había tomado un rumbo interesante después de todo, y el volverme loco fue otra de las cosas que ya no me preocupaban. “- La vampira me desató y me golpeó varias veces, antes de cortarme con una pequeña daga el cuello, supuse que iba a morir, pero no podía irme sola ¿cierto? Encima de un mueble había un adorno moderno, de arte abstracto, era como de hierro, o algo así, de modo que sin fuerzas como estaba, lo empujé a través de su pecho, brotó tanta sangre como agua tienen los ríos, era espectacular la cantidad de sangre que había, por todos lados. Él seguía tirado en el piso, atónito con una expresión de medio terror en el rostro. Luego de unos instantes la sangre de ella empezó a evaporarse y su cuerpo se convirtió en cenizas en cuestión de segundos.”- me dijo tronando los dedos al momento que hablaba.- “Entonces, pasó un momento en que hubiera esperado ver el infierno arder, y a Satán riendo al saludar a la nueva alma inquilina, o sea yo. Pero, conforme los segundos pasaban, me sentía mejor.” Hizo de nuevo una pausa, paladeando la última gota de su bebida rosa, y ese momento me pareció más largo que los demás. Volteó a verme y sonrió, ella sabía que estaba impacientado. “- Por fin supe la razón de todo.”- asintió segura.- “Pero saberlo me trastornó y necesité algún tiempo para asimilarlo.” ‘De modo que sí está loca’, pensé, pero después de todo la había pasado bien, y no me arrepentía del tiempo que la estuve escuchando. Estaba preparado para irme, aún no me incorporaba cuando ella se levantó y caminó hacia el ventanal, dándome la espalda, continuó, ante mi sorpresa. “- Cuando vi mi reflejo en el cristal que estaba a guisa de pared entre la sala y la biblioteca de la casa, me asombré: las heridas de mi cuello y de mi cuerpo habían desaparecido, nada, ¿comprendes? todo estaba como si nunca me hubieran golpeado, ni mucho menos cortado. Él se levantó y se fue, yo era libre. Y está allá afuera, en algún lugar oscuro y asqueroso, matando personas, y sigue conociendo una parte de mí que yo no. Fue entonces cuando me aventuré a preguntarle, ya que ella guardaba silencio ahora mientras trazaba signos invisibles con sus ojos a lo largo de las luces de la ciudad que se veía a través del cristal. - ¿Quieres decir que esa noche te hirieron, te hirieron de muerte y no te pasó nada? “- No,”- sonrió, tendiéndome su mano, para que me parara a su lado en el ventanal.- “Cuando pensé en el porqué de que él nunca había intentado convertirme, no encontré una respuesta que valiera la pena, y ahora creo saberlo: Soy inmortal. A lo largo de 50 años no he envejecido, ni muerto... y mira que sí ha habido oportunidades ¿eh? Me abrazó y al ritmo de la música que se escuchaba en el salón vacío, empezamos a bailar, faltaba poco para que amaneciera. Caminamos juntos hasta mi coche, se suponía que mis amigos estarían allí para verme salir, pero la calle estaba sola, empezaba el movimiento mañanero, pero para nosotros empezaba una aventura. Continuará... Categoría:Vampiros
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