contenido
| - areado y harto, harto y mareado del meneo para acá, allá y acullá, ¡tirado por las olas grises, grises!
He estado leyendo sobre Skyrim, sobre los viejos días, los buenos días, los métodos antiguos. Una vez hubo otro santuario. Un santuario en Lucero del Alba. Bueno, antiguo y fuerte. Bendecido por Sithis. ¡Cicerón irá allá! ¡No necesita a Astrid!
La Madre y yo nos acomodaremos allí, y ella por fin me hablará, y juntos reconstruiremos los métodos antiguos.
- l santuario es la seguridad, y la salvación. Pero hay silencio, qué silencio. Doy mi amor a nuestra impía matriarca. Doy mi risa libremente. Pero no la oigo. El silencio ha vuelto. Ahora que soy risa, y ya no oigo risa, vuelvo a oír el silencio. El silencio del Vacío. Cruza el tiempo y el espacio. Su silencio es ensordecedor, una vez más.
- ¡El santuario es mi hogar! ¡Tal como me había atrevido a desear! Frío y oscuro y encantador. Mi santuario. Santuario frente a todo.
Conozco cada esquina, cada sala, cada recoveco y cada hueco sombrío. Mi santuario. Los guardianes saben quién soy yo, me reconocen como Guardián. Dejan en paz al pobre Cicerón. Con la gran bestia fea... Eso ya es distinto. Me comería si pudiera, pero para atarme, triturarme, tendría que encontrarme. Y Cicerón se encargará de que no suceda. ¡Porque tengo el santuario!
Santuario frente a todo.
- ¡La contraseña es mía! La he encontrado, en una carta tan antigua como el santuario mismo.
La puerta negra preguntará: "¿La mayor ilusión de la vida?"
Yo debo responder: "Inocencia, hermano".
¡Al fin un espacio, un lugar que llamar mío! ¡¡¡Un refugio digno del bufón de corazones!!!
- a Madre y el Guardián deben irse. No soy el Oyente, y nunca lo seré. Pero soy el Guardián. Debo servir la voluntad de mi Madre por encima de la mía. Debo encontrar a su Oyente. Debo mostrar a Astrid lo equivocada que está, la belleza y necesidad de los métodos antiguos.
He enviado la carta a Astrid. Nos marcharemos pronto. ¡Pero Cicerón guardará este santuario como su santuario!
Un lugar en el que descansar y ganarme la vida, porque una vez más vuelvo a tomar la espada, y le mandaré unas cuantas almas afortunadas, cuando la risa salga, ¡según me plazca!
- e escrito las cartas. Muy educadas. ¡Muy oficiales! Para Astrid, en Skyrim. Su santuario sigue en pie. Aún funciona. ¿Pero cómo? Si no hay Oyente no puede haber Sacramento Negro, y sin Sacramento Negro no hay contratos. Su familia puede abandonar los métodos antiguos y seguir sobreviviendo, seguir matando, pero... ¿esa familia sigue siendo la Hermandad? ¿O es algo distinto? Algo nuevo. Algo diferente. ¿Algo malo?
Algo malo.
Aun así, ¡debemos ir! Mañana zarparemos ella y yo. ¡En un navío sin ningún desvío, rumbo a la mar sin dudar!
|