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  • Culminación solar, Libro séptimo de 2920
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contenido
  • l emperador Reman III y su potentado Versidue-Shaie se dieron un paseo por los jardines imperiales. Repletos de estatuas y fuentes, los jardines del norte armonizaban con el carácter del emperador, además de ser el lugar más fresco de toda la ciudad durante la calurosa temporada de verano. Los austeros parterres colocados en cascada de flores azules grisáceas y verdes dominaban los alrededores mientras caminaban. "Vivec está de acuerdo con las condiciones de paz impuestas por el príncipe", dijo Reman. "Mi hijo estará de vuelta en dos semanas." "Son noticias excelentes", dijo el potentado cautelosamente. "Espero que los dunmer cumplan las condiciones. Tendríamos que haber pedido más. La fortaleza de Puerta Negra, por ejemplo. Sin embargo, supongo que el príncipe sabe lo que es razonable. No paralizará el Imperio para conseguir la paz". "Últimamente he estado pensando en Riija y en lo que le hizo conspirar contra mi vida", dijo el emperador, haciendo una pausa para admirar la estatua de la reina de los esclavos Alessia antes de continuar. "La única causa razonable que se me ocurre es que admiraba demasiado a mi hijo. Puede que me quisiera por mi poder y personalidad, pero él, después de todo, es joven, guapo y un día heredará mi trono. Debió de pensar que si yo moría, ella tendría un emperador joven y con poder". "El príncipe... ¿estaba implicado en esta conspiración?", preguntó Versidue-Shaie. Era un juego difícil el de anticiparse a las nuevas paranoias del emperador. "Oh, no lo creo", dijo Reman sonriendo. "No, mi hijo me quiere". "¿Sabes que Corda, la hermana de Riija, ha entrado en el conservatorio de Morwha de Hegathe?", preguntó el potentado. "¿Morwha?", interpeló el emperador. "Lo he olvidado: ¿qué dios es ese?" "La lujuriosa diosa de la fertilidad de los yokudan", respondió el potentado. "Aunque no demasiado lujuriosa, como Dibella. Recatada, pero ciertamente sexual". "Estoy harto de mujeres lujuriosas. La emperatriz, Riija, todas muy lujuriosas, una lujuria amorosa que las condujo a una lujuria por el poder", dijo el emperador encogiéndose de hombros. "Sin embargo, una aprendiz de sacerdotisa con algunos apetitos saludables suena estupendo. ¿Y qué era lo que decías sobre la Puerta Negra?"
  • otha Sil había estado mirando las aguas durante dos días, esperando una nave en particular que en aquel momento divisó. Un pesado barco con la bandera de El Duelo. El brujo salió volando y lo interceptó antes de que llegara a puerto. Una llama surgió por encima de su cabeza y disfrazó tanto su voz como su silueta para convertirlas en las de un daedra. "¡Abandonad el barco!", gritó, "si no queréis hundiros con él". En realidad, Sotha Sil podría haber hecho explotar la nave con una única bola de fuego, pero decidió tomarse su tiempo y concederle a la tripulación la oportunidad de saltar a las cálidas aguas. Cuando se cercioró de que ya no quedaba nadie a bordo, concentró su energía en una onda destructora que, al descargar, hizo temblar el aire y el agua. El barco y el pago del duque para el Morag Tong se hundieron en las profundidades del mar Interior. "Madre Noche", pensó Sotha Sil mientras flotaba hacia la costa para alertar al maestro del puerto de que algunos marineros necesitaban ser rescatados, "todo el mundo se rige por la ley de la oferta y la demanda". El año continúa en Última semilla.
  • ra la primera vez en diecisiete años que los tres miembros del Tribunal de Morrowind se encontraban en un mismo lugar desde que Sotha Sil partiera para Arteum. Los tres deseaban que las circunstancias por las que se reunían hubieran sido diferentes. "Por lo que sabemos, mientras que el príncipe volvía a Cyrodiil por el sur, un segundo ejército imperial bajaba desde el norte", dijo Vivec a sus atónitos compatriotas. "Es lógico pensar que Juilek no sabía nada del ataque". "Aunque tampoco es descabellado suponer que planeaba servir de distracción mientras el emperador lanzaba su ataque sobre la Puerta Negra", comentó Sotha Sil. "Podemos considerar esto como una ruptura de la tregua". "¿Dónde se encuentra el duque de El Duelo?" preguntó Vivec. "Querría escuchar lo que piensa sobre este asunto". "Está reunido con la Madre Noche en Tel Aruhn", dijo Almalexia en voz baja. "Le rogué que esperara hasta que hubiera hablado contigo, pero comentó que el asunto ya había esperado bastante". "¿Quiere involucrar al Morag Tong? ¿En un asunto extranjero?", preguntó Vivec sacudiendo la cabeza. Después miró a Sotha Sil y le dijo: "Por favor, haz lo que puedas. Un asesinato tan solo nos hará retroceder. Este asunto hay que solucionarlo con diplomacia o luchando".
  • a Madre Noche se reunió con Sotha Sil en su salón iluminado únicamente por la luz de la luna. Estaba cruelmente hermosa, ataviada con un simple vestido negro de seda y tumbada sobre su diván. Con un gesto, despidió a sus guardias de capa roja para después ofrecerle al brujo algo de vino. "Tu amigo el duque acaba de irse hace solo un momento", susurró. "Es muy desdichado, pero creo que podemos resolver el problema por él". "¿Ha contratado al Morag Tong para asesinar al emperador?", preguntó Sotha Sil. "Siempre directo al grano, ¿verdad? Eso es bueno. Me gustan los hombres que hablan claro: me ahorra mucho tiempo. Por supuesto, no puedo discutir contigo lo que el duque habló conmigo", sonrió. "Eso sería perjudicial para los negocios". "¿Y qué ocurriría si te ofreciera la misma cantidad de oro para que no asesinara al emperador?" "El Morag Tong asesina por la gloria de Mephala y por dinero", dijo casi sin despegar la copa de vino de sus labios. "Nosotros no nos limitamos a asesinar, eso sería sacrilegio. Cuando llegue el oro del duque en tres días, haremos nuestra parte del negocio. Me temo que no podríamos ni soñar con aceptar una contraoferta. A pesar de que somos tanto un negocio como una orden religiosa, no nos regimos por la oferta y la demanda, Sotha Sil".
  • ivec salió del agua y sintió cómo el calor del día rozaba su piel mientras cogía la toalla que le alcanzaba uno de sus sirvientes. Sotha Sil miraba a su viejo amigo desde el balcón. "Parece que has adquirido unas cuantas cicatrices más desde la última vez que te vi", dijo el brujo. "Con ayuda de Azura, espero no tener más por el momento", rió Vivec. "¿Cuándo has llegado?" "Hace algo más de una hora", dijo Sotha Vil bajando las escaleras hasta donde empezaba el agua. "Pensé que venía a terminar una guerra, pero según parece ya lo has hecho sin mí". "Sí, me pareció que ocho años ya eran suficientes para una incesante batalla", respondió Vivec mientras abrazaba a Sotha Sil. "Hicimos concesiones, aunque ellos también. Cuando muera el viejo emperador, nos espera una época dorada. El príncipe Juilek es muy sabio para su edad. ¿Dónde está Almalexia?" "Recogiendo al duque de El Duelo. Deberían de estar aquí mañana por la tarde". Los hombres se distrajeron al ver algo tras la esquina del palacio: una jinete que se aproximaba atravesando la aldea, y que se dirigía hacia los escalones principales. Era obvio que la mujer llevaba al galope bastante tiempo. Se reunió con ellos en el estudio, donde entró como una exhalación, respirando con fuerza. "Nos han traicionado", jadeó. "El ejército imperial se ha hecho con la Puerta Negra".
  • iija permaneció en pie, callada, mirando a la fría piedra del suelo mientras el emperador hablaba. Nunca la había visto tan pálida y triste. Al menos, tendría que alegrarse de que la liberaran y de poder volver a su tierra natal. Además, si partía ahora, podría estar en Páramo del Martillo para el Festival de los Mercaderes. Nada de lo que decía parecía producir reacción alguna en ella. El mes y medio de estancia en la fortaleza Thurzo parecía haber acabado con su ánimo. "Estaba pensando", dijo finalmente el emperador, "en traer a su hermana pequeña, Corda, a palacio durante algún tiempo. Creo que preferirá eso a irse al conservatorio de Hegathe, ¿verdad?" Una reacción, al fin. Riija miró al emperador con un odio animal y se arrojó contra él enrabietada. Las uñas de sus manos habían crecido mucho desde que la encarcelaron y le arañó la cara y los ojos. Él gimió de dolor y los guardias la apartaron y la golpearon con la parte trasera de sus espadas hasta que cayó inconsciente. Llamaron a un sanador inmediatamente, pero el emperador Reman III había perdido el ojo derecho.
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