Oh, Ixoi, Ixoi. ¡Que cruel es nuestro destino, ser rechazados por la distancia!. Estiras desde arriba, yo crezco desde abajo, pero nunca, así parece, nos encontramos. ¿Debemos pues estar contentos con solo mirarnos el uno al otro, tú mi cebado guerrero, y yo tu Diosa de Salmuera?