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  • Platos de muerte
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  • Es de dia, como todas las mañanas me levanto, intentando recordar mi sueño, pero nunca lo recuerdo. No es necesario recalcar la soledad en mis sabanas mientras el aroma de la mañana flota sobre mi habitación, es algo ignominioso escuchar los pájaros cantar al mismo momento que el rayo de sol atraviesa la ventana para hacer desaparecer la oscuridad de la madrugada, todo se conjugaba para dar buen augurio de que seria un buen dia, estaba emocionado, me deshice de mi ropa de dormir rápido y como me enseñaron durante años vestido elegantemente baje a hacer lo que amaba de mis mañanas, desayunar algo apetitoso y deslumbrante, a lo que me tenia acostumbrado nuestra criada Rosa.
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  • Es de dia, como todas las mañanas me levanto, intentando recordar mi sueño, pero nunca lo recuerdo. No es necesario recalcar la soledad en mis sabanas mientras el aroma de la mañana flota sobre mi habitación, es algo ignominioso escuchar los pájaros cantar al mismo momento que el rayo de sol atraviesa la ventana para hacer desaparecer la oscuridad de la madrugada, todo se conjugaba para dar buen augurio de que seria un buen dia, estaba emocionado, me deshice de mi ropa de dormir rápido y como me enseñaron durante años vestido elegantemente baje a hacer lo que amaba de mis mañanas, desayunar algo apetitoso y deslumbrante, a lo que me tenia acostumbrado nuestra criada Rosa. Descendí por las largas escaleras de madera que tenia mi casa, camine lentamente por los corredores mientas que miraba los cuadros finos de las paredes, algo normal de mis días. Mi casa era espaciosa por lo cual me tomaba tiempo desplazarme de mi alcoba a el comedor, durante esos minutos siempre me preguntaba que tenia Rosa para mi inundado de alegría al pensar que esa gran comida estaría en mi paladar pronto. Llegué al comedor sonriente, me senté en esa exageración de mármol y plata que llamábamos mesa y note que estaba solo mi hermana Luisa sentada conmigo, no era raro debido a que mi padre gobernador de la provincia siempre estaba de viaje o en el palacio de gobierno ocupándose de sus deberes y mi madre jactándose de ser la primera dama pasaba la mayoría de su tiempo en reuniones sociales y solo venia a dormir. Quité la tapa de mi plato con emoción y vi una gran comida, el aspecto bueno, la proporción perfecta y el sabor mejor. Solo probar la comida a base de carne de esa señora me ponía de buen humor, me alegraba el dia y hacia que contara los segundos para que llegara el almuerzo. Me levanto a lavarme las manos llego a la cocina saludo a Rosa como siempre inexpresiva y obstinada lo cual pensaba que era por su avanzada y añeja edad, nunca me cayo bien solo amaba su comida, me lavo las manos con una vieja esponja, camino hacia la puerta y de rutina veo la fecha en un calendario anclado en la pared, 13 de febrero de 1857, un dia normal. Salgo a mi gran jardín a sentarme para pasar el tiempo y el jardinero de la casa un hombre llamado José el cual conocía a Rosa desde hace tiempo, me preguntó: ¿Joven que tal la comida hoy? Le respondí lo maravilloso y espectacular que había estado, entonces el hombre se echo a reír y sonrió, me caía muy bien José pero era un poco raro, bueno mi papa me decía que nunca tratara con los esclavos pero en el fondo tenia el pensamiento de que alguien dia serian libres, aunque sea estando muertos, pero esa es otra historia. Mi casa, una portentosa mansión, blanca, plagada de comodidades, cosas extravagantes e innecesarias ,en mi vida nunca termine de contar los objetos de plata en su interior, este edificio aveces rayaba lo absurdo, pero entre la clase alta esto era normal. La misma contaba con una plantación de maíz de muchos kilómetros en sus terrenos en la cual cientos de esclavos descendientes de los africanos trabajaban dia y noche, algunos desaprecian allí lo cual asociaban con que habían muerto y no los buscaban, en cambio a otros simplemente los hallaban muertos y los llevaban a un gran granero que estaba anexo a la casa, mi padre nunca dejaba que nadie entrara a dicho edificio a excepción de Rosa, el y otros esclavos de confianza de la familia, nunca mi hermana y yo habíamos ingresado allí en nuestras vidas, pero no me importaba eso. Transcurre normal el dia en la riqueza y la monótona existencia de ser alguien de la nobleza. Cabe mencionar que así me mantuve por los 17 años de mi vida, viviendo lujosamente y teniendo lo que quería algo que me aburría demasiado, solo deseaba escapar. Lo único que alegraba y emocionaba la existencia en la casa era la comida expendida que preparaba Rosa, la esclava mas preciada de la casa, pero de muy avanzada edad. Mi vida no era divertida ni la de mi hermana, así que siempre estábamos molestándonos mutuamente en la inmensidad de la mansión esperando la hora de comer. Desde hace tiempo nuestra cocinera parecía cansada y enferma pero a mis padres no les importaba esto, solo les importaba que hiciera sus labores a cavalidad todos los días, esto como es de esperar le arrancaba la vida de la esclava dia con dia por lo cual su comida se tornaba algo diferente pero con el mismo deslumbrante sabor, pero eso nunca me queje. Todo iba igual que siempre hasta la noche del 26 de febrero del mismo año, Rosa murió, ya su cuerpo no soportaba trabajar mas y finalmente descanso de su trabajo incesable en mi familia, desde ese punto comencé a pensar que seria de mi vida sin esa comida, quien ocuparía el lugar de la esclava y si su comida estaría a la altura. Me sentí muy triste y la vez estúpido en solo pensar en mi paladar cuando la vida de una persona se había ido por culpa de mi familia, esa noche increíblemente no tenia hambre algo que no pasaba hace mucho, pero lo acople con mi sentimiento por muerte de rosa y me fui a dormir. A la mañana me levanto, emocionado, en una laguna de mi cerebro se me olvido de la muerte de Rosa la noche anterior por lo cual salí rápidamente de cuarto para ir al comedor cruzando toda mi casa, en los corredores olvide de ver los cuadros como siempre, no vi nada hasta que llegue allí y recordé, sentí tristeza, mi mundo había cambiado, mi emoción desvanecida en un minuto hizo que el hambre se borrara del mapa. Vi a mi padre sentado a la mesa con alguien mas, nunca había visto a aquel hombre rubio y con aspecto a extranjero. Entonces mi padre exclama: ¡Hijo el es Martín el nuevo cocinero, el es de Francia!. Mi cara cambio de expresión rápidamente, había escuchado durante mi vida que la comida de ese país era una explosión incomparable de sabor sin igual, sentí mucha alegría. Llego el primer plato del nuevo cocinero, gran aspecto de carne roja, gran olor y gran presentación para asombrarme, lleve la primera cucharada a mi boca, ¡Que asco! Dije al instante, mi padre me mira raro y dijo: ¿Que no te gusta? La comida era de lujo pero no se acercaba a una cuarta parte del gran sabor de la comida a basa de carne de la señora Rosa, eso bajo mis ánimos mucho pensaba que nunca habría nadie que llenara su espacio, la esclava era una. Mi padre enojado me miro y dijo, “Te guste o no te guste el sera el nuevo cocinero de esta casa”, me pare y me fui al jardín a pensar en silencio. Parecía igual pero no, habían cambiado muchas cosas, el equilibrio de mi vida ya no estaba, lo unico que me hacia despertar de buen humor se había ido pero en ciertos puntos me reía de mi mismo por que parecía un adicto de opio, pero yo era adicto a su comida a base de carne, tenia algo que era tan inexplicablemente superior a otros alimentos que simplemente dejarla de comer me parecía un gran crimen. Las mañanas eran un tormento, los pájaros para mi no cantaban, el sol era distinto y mis ventanas estaban deformes. Odiaba a aquel cocinero que maldijo mis días, y repudiaba a la muerte que se habia llevado mi esclava. Me miraba en el espejo y notaba que estaba flaco hasta los huesos, algo me daba miedo, mi cuerpo necesitaba consumir aquella cosa y pereciera que estaba muriendo en cuestiones de meses. El miedo se transformo en deseo y misterio en averiguar que tenia de diferente esos platos, mientras mas comía la comida de Martin el nuevo cocinero me daba cuenta que mas la odiaba y lo odiaba a el. Me di cuenta muy rápido que necesitaba aquello pero raramente era el único que estaba en esas condiciones en mi familia. Mi hermana una cerda vulgar hasta el tuétano se maravillaba con lo nauseabundo de los platos de aquel hombre, mi padre estaba engordando desmesuradamente y mi madre también pero su corset aplastaba toda la grasa y sudaba como animal atrapada en sus telas. Comprendí que mientras me demacraba mas mi familia se veía mas saludable, eso me aterraba. Las noches eran una especie de trances en los cuales me aterraba mas, las cosas habían cambiado desde la muerte de la esclava Rosa, las costillas anunciaban su presencia fuertemente sobre mi, mi espina era visible según los criados que me veían sin camisa, mis ojeras tan grandes como platos.. Estaba muriendo lentamente. Todo se oscurecía, el deseo me hacia babear en las noches de frio, como es de esperarse mis pensamientos no fluían como antes mi aspecto calaverico era escalofriante y mis parientes no se preocupaban de ello. Era el clásico adicto, pasaban los días así y me desesperaba mas, en el fondo de mi sabia que tenia que calmarme porque solo habían pasado 4 meses de la muerte de Rosa, entonces al pasar el año o mas estaría muerto o loco. Al estar tranquilo por primera ves millones de cosas anclaron en mi mente muy rápido, llego el miedo de primero con imágenes de mi muerte, mas tarde el odio, con pensamientos sobre Martin y su comida, por ultimo la intriga por saber como la esclava me habia atrapado así en sus alimentos. Decidí husmear en su abandonada habitación, revise sus gavetas con rapidez y temor, no encontré casi nada excepción de algunas cadenas, textos con letras raras y algunos muñecos muy lúgubres, algo parecido al budu, pero no me importo mucho solo quería encontrar algunas de sus recetas y salí rápido de la fea habitación. No comenté nada a nadie por que solo me importaba sus recetas no los objetos raros. En la ruina me senté en el jardín, el viento golpeaba mi cara y mi tristeza se hacia veía a leguas, yo no le importaba a mi familia y menos mi estado, solo les gustaba su robustos aspectos y sus condiciones de nobles. José el raro esclavo jardinero se acerco a mi y me dijo: ¿Joven le sucede algo? A lo cual no respondí, no tenia ánimos de nada, el levanto la mirada y dijo: Debes dirigirte al granero prohibido si se trata de la esclava Rosa.., rápidamente subí la mirada y le dije: ¿Que sabes tu de eso? Él me ignoró y siguió en su trabajo, me levante y lo encare gritándole: ¿¡Que sabes tu de eso!? Mis gritos eran de ira, el pobre y raquítico esclavo huyo rápido hacia los sembradíos de maíz y se perdió, obviamente no tenia fuerza para echar a correr pero si para caminar hacia la casa, me arme con un hacha y fui hacia el granero. La puerta de la entrada estaba encadenada por una gran linea de eslabones como si un gran animal estuviera allí encerrado, me dirigí como pude a la parte posterior y como supuse tenia una puerta pero con pequeñas cadenas que no me costo mucho romper con mi hacha. Entré al lugar, había un maldito olor repugnante que era casi insoportable, seguí avanzando todo estaba como tenia que estar, habían herramientas normales de granja pero supuse que era el deposito del establo así que proseguí pero aquel horroroso olor no se podía explicar hasta que abrí esa pequeña puerta de madera... Eso era la carnicería del diablo, de las vigas del techo estaban colgados personas decenas de ellos, eran negros así que pensé que eran esclavos, distinguí hombres como mujeres, desnudos colgados de los pies con ganchos de carne, algunos cadáveres estaban cortados a la mitad pero como que si algún oso los hubiera atacado, simplemente destrozados, en algunas piernas vi símbolos muy raros, lentamente caminaba con el terror puro en mi, en el centro estaba una mesa de madera, hinchada claramente por la humedad de lo que me supuse que fue de la sangre y viseras, la mesa tenia cadenas, correas y gavetas a sus costados, ya que me interesaba la medicina supuse que era una mesa de cirujano pero claramente adulterada. Abrí sus compartimientos lentamente, en la primera gaveta del costado izquierdo encontré instrumentos de cirugía usados, oxidados y corroídos, era evidente que habían sido usados hace poco. En la siguiente gaveta de ese mismo costado vi lo que era en mi primera impresión pedazos de mármol pero al sostener uno vi que eran dientes, cerré el horroroso compartimiento y por el miedo no abrí los demás, corrí hacia la puerta de atrás, intentado observar todo en mi camino, vi una especie de escritorio viejo, me detuve a observarlo, tenia un banquillo muy chico en cual descanse un momento, abrí las gavetas lentamente. En su interior moraban algunas hojas ensangrentadas, juntos con un gran calendario y en cada dia de la semana estaba especificado algo que no entendía, parecía un plan de comidas pero con los raros símbolos que vi en los cuerpos.. Todo estaba claro era adicto a esa maldita carne, era carne humana, Tenia mucho terror, pensé las cosas y enseguida comencé a vomitar a chorros, las nauseas eran incontrolables y mi ropa se mancho de restos de bilis y los poquísimos alimentos que había ingerido esos días. Cubierto en vomito salí de el granero. El dia era perfecto, el tiempo claro, pocas nubes y muy soleado. Avance lo mas rápido que podía con el hacha en mis manos, los esclavos corrían asustados, en cambio yo entre a la casa, solo queria respuestas de mi condición no me importaba si mi familia comía esclavos o no algo tenia la comida de la fallecida Rosa que me afectaba casi hasta la muerte. No me di cuenta quien estaba en el interior de la mansión solo corrí hacia la habitación de Rosa con desesperación, intente abrir la puerta normalmente, giraba el pomo de la misma pero este no daba vueltas, parecía que el pomo y la cerradura estaban clavadas con algo así que puse en uso mi hacha, destroce la puerta sin ningún cuidado, para sorpresa algo muy pavoroso estaba adentro, de una soga amarrada de la viga central de la habitación estaba alguien ahorcado, se veía como un suicidio al acercarme supe quien era... José el jardinero se quito la vida, la escena era rara, su lengua estaba afuera y sus ojos brotados y en un su pierna izquierda tenia pintado un signo raro como los que vi en los cadáveres del granero. Con mucho miedo me acerque, toque sus bolsillos y tenia algunas llaves, un tabaco y una hoja muy rara escrita con una caligrafía temblorosa, tenia manchas de sangre muy grande pero lo mas importante era su texto que decía: “Madre mía, quiero acompañarte en las alturas, el dolor que invadía nuestra raza me ha invadido a mi, no puedo seguí, las circunstancias me arropan le deje claro al señor de la casa que acabaría con mi vida y estaba de acuerdo. Sé que tanto tu como yo no teníamos perdón por los crímenes que cometimos contra nuestra raza al dárselos de comer a los blancos... Se que no querías esto pero no pude completar tu venganza contra ellos el mas joven sospecha y ha querido matarme, pero le ahorrare el esfuerzo, lo siento no lo logre...” Y firmaba José. Me cerebro revoloteaba en pensamiento, ¿Que era su venganza, que estaban haciendo y que tenia que ver esto con mi desesperada situación? Con más angustia que pensamientos cuerdos revolví aquel lugar de pies a cabeza use mi hacha para romper todo compartimiento que me opusiera algo de resistencia. Con mi poca fuerza levante la cama y debajo de esta encontré un gran cofre, parecía que guardaba una clase de tesoro, nuevamente lo destroce con la hacha, encontré cosas muy raras, habían 4 muñecos que parecían de budu con un gran parecido a nosotros, entendí al instante que era toda mi familia. Algo como parecido a una piedra se encontraban en su interior y como eran hechos de trapos viejos decidí abrirlos con mis propias manos, inicialmente eran papeles enrollados desenrollo el papel y lo duro y rígido era un diente con aspecto de ser humano, solté esa espeluznante cosa y cayo al suelo, revise el curioso papel que tenían algo escrito y que sorpresa, eran unos símbolos como los que encontré en la pierna de José y los cuerpos del granero. Tres de los muñecos no tenían cabello, pero uno si lo tenia, era un cabello negro azabache muy brillante, algo parecido al mio... Por fin sabia por que estaba muriendo, estaba maldito, y si no hacia nada moriría en pocos días.. Bajé las escaleras con mi hacha en la mano, ya no estaba en mis cabales, todo estaba muy distorsionado no sabia como sobrevivir a esa adicción, tenia miedo ligado fuertemente con ira. Recorrí la casa buscando a mi padre y madre para que por fin dieran la cara por lo que pasaba en el granero, pero no estaban, solo encontré a Martín en la cocina, al entrar el hombre muy sorprendido me pregunta: ¿Hijo que le ha pasado? Y a lo cual le respondí preguntándole a el ¿Sabes algo del granero? Él me dijo que no, y al momento sentía que me estaba mintiendo, y después del tiempo entendí que decía la verdad pero para el instante en que comprendí todo era muy tarde... El angustiado por mi aspecto se acerco a ver como estaba pero yo estaba muy aturdido y percibí que me atacaba, a lo que respondí oscilando mi hacha hacia el y cuando se acerco se la incruste en el cráneo. Martín obviamente muerto cayo instantáneamente al suelo, caí junto con el sentado con cara de terror, dure mucho tiempo observando la hacha en su cráneo cuando pensé que tenia que esconder el cadáver. Tal vez pasaron horas pero al arrastrar al hombre hacia el patio por la entrada trasera me di cuenta que era de noche, todo era perfecto, arrastre el cuerpo a la maleza y deje ahí, pero al dar pocos pasos hacia la casa pensé que el mejor lugar para esconderlo era el granero ya que con la muerte de Rosa estaba encadenado. Entré por atrás había un raro silencio, arrastre aquello hasta el centro y en ese preciso momento sentí hambre y con algo que hace mucho tiempo no sentía, aquella emoción de las mañanas, mi fuerza había regresado, sentí la necesidad de montar el cuerpo en la mesa de cirugías el olor putrefacto no me intereso. Mis bajos deseos me invadieron, agarre la hacha y abrí a Martín era una maravillosa carne roja, su sangre era perfecta, tome de ella, sin cocinar aquello corte una porción de su abdomen y la puse entre mis dientes, había vuelto a mi esa emoción y mi balance regreso, me sentí muy feliz, con mucha fuerza e invencible, después de el festín regrese a la mansión junto con mi nueva amiga la hacha juntos nos sentamos a esperar. Son las diez de la noche del 30 de Julio de 1857, estoy escuchando el carruaje de mi amada familia que se aproxima hacia la entrada, y creo que mi hermana es perfecta para mi desayuno.
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