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| - o soy el primer erudito en señalar a una combinación de buenas intenciones y arrogancia por parte de los ayleid como origen de muchos fenómenos catastróficos para los elfos de las viejas tierras centrales.
El Nefarivigum, una malvada creación de Mehrunes Dagon, fue construido para vigilar constantemente al peregrino que se acercase a superar una prueba de valía que nos es desconocida. Cuentan que el peregrino que lo lograse sería recompensado con la bendición de la Cuchilla de Mehrunes, una espada sanguinaria que Dagon puede usar para reclamar las almas de aquellos golpeados por ella.
Fueron las buenas intenciones las que animaron a los ayleid a buscar el Nefarivigum. Fue la arrogancia la que les hizo creerse capaces de repeler a todo aquel que buscase la Cuchilla. Así, durante el cénit del reinado ayleid, se erigió Varsa Baalim, una gran ciudad laberíntica de varios niveles.
Con la misma certeza que la de la llegada de la muerte, los peregrinos llegaban a Varsa Baalim y, durante años, los elfos repelieron a muchos, hasta que un vampiro se infiltró en la ciudad sin ser visto. Los mer se vieron afectados por la malvada aflicción y la ciudad cayó en una espiral de locura y ruina, por lo que ya parecía que nadie podría impedir a los peregrinos llegar hasta la Cuchilla.
Entonces, de pronto, Varsa Baalim desapareció. Las crónicas difieren de si se debió a un sistema de seguridad de último recurso, a un cataclismo o a la intervención de los Divinos. Sea cual fuere la causa, las crónicas coinciden en el resultado: las montañas del Niben oriental engulleron Varsa Baalim y al Nefarivigum consigo. Y allí ha permanecido oculto desde los primeros compases de la Primera Era.
Si el relato resultase ser cierto, en algún lugar en el extremo oriental del valle del Niben, donde el dominio del hombre apenas se ha impuesto tras tantos años, el Nefarivigum yace a la espera, rodeado de una ciudad de abominaciones no muertas, bajo las gélidas entrañas de la montaña.
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