Esta capa hecha con tejido y pieles le permitía a Farle Ingals sembrar campos enteros durante una temporada completa y sin tener que pararse. Pues una vez doblada y utilizada como si fuera una alforja, su capacidad parece casi ilimitada. Nadie conoce realmente el sastre que hizo esta maravilla, la leyenda sólo cuenta que dejó el oficio cuando sus clientes empezaron a confundir sus capas con vulgares bayetas. ¡Qué forma más triste de retirarse!