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| - Su marido sonrió. -¿Quién dice eso? Los locos y los compadres. Ese muchacho es un excelente administrador. Administra mis tierras estupendamente. Acaso sea un poco… ¿Insensible?...¿frío?...Pero dudo mucho que sea el Enemigo Encarnado. -Insensible, sí-respondió la condesa mirando a la figura vestida de negro-.Pero frío…Parece ser el favorito de las mujeres. -Dicen, dicen…Los compadres otra vez. Escucha…¿ Se acostaría Lucifer con las mujeres? El conde se echó a reír, satisfecho de su lógico triunfo. -Acaso-replicó su esposa-. Para pasearse por la tierra tiene que tomar figura de hombre.¿ Iba a despojarse de los apetitos humanos? -Puedo asegurarte que no lo sé. Son delicados puntos teológicos. Sugiero que los discutas con el Santo Padre. La condesa sonrió. -¿Y qué quería? -Nada. Cosas del negocio…¿Vamos a comer? -Sí. La condesa se cogió de su brazo, y juntos atravesaron los entapizados vestíbulos del castillo. -Parece muy insistente respecto a ciertas cosas- dijo la condesa tras unos instantes. -¿Quién? -Tu eficiente administrador. -Le urge emplear medidas más severas con la servidumbre. -¿En la época de tu padre?...Pero ¿conoció a tu padre?... -La severidad de mi padre, querida, fue siempre un baldón en nuestro escudo de familia. Creó enemigos por todas partes. Ése es el motivo de que yo tenga tanto cuidado en mostrarme generoso. La historia no nos tachará de tiranos si yo puedo evitarlo. -Continúo creyendo que es el demonio. -Tú eres una gansa- dijo el conde riéndose-.Una hermosa gansa. -Eso te hace ser a ti un ganso, mi señor. -Un viejo ganso. Se sentaron a la mesa. -Mi señor…-dijo la condesa. -¿qué? -Es raro que nunca haya visto esa vieja cámara de tortura. -En tres meses apenas-dijo el conde-, no es posible que se pueda ver entero el castillo. -Tres meses…-repitió la condesa, casi sin que la oyera, acariciando de nuevo el collar.-¿Te parece muy largo ya nuestro matrimonio?-dijo el conde. -¿Muy largo?-repitió la condesa, sonriendo con demasiada agudeza-.Mi señor, me parece que fue ayer… -¿y usted qué cree? -¿Qué qué creo yo?...¿Me arrastrará usted al infierno? -De una forma o de otra. -¿Habla usted en metáfora? -Tal vez. -Es usted ambiguo. -Como el demonio. -Y, como él, muy malvado. -¿Por qué?...¿Porque estoy aquí, en su tocador, y usted apenas está vestida? -Por eso, sí…Y porque aconseja a mi marido que sea un tirano, como su padre. -¿Se lo contó a usted? -Sí. Y me enseñó la cámara de los suplicios que usted le aconsejó que volviera a utilizar.¡Qué malo es usted!Es un lugar terrible: tan oscuro y tan húmedo…, y tan hondo…Un pobre infeliz echaría los pulmones por la boca gritando, y nadie del castillo le oiría. -Sus ojos están brillantes. Adivino que la encontró fascinadora. -¡Fascinadora!...¡Claro que no! ¡Es desagradable!...¡Qué cámara tan horrible! ¡Oh, pensar en los miembros desgarrados, en los tendones destrozados, en!... -¡Se estremece usted deliciosamente!...¡Se transforma usted!... -¡Y qué espantosas ruedas dentadas!...¡Y las botas de hierro!… Yo tengo un pie muy bonito, ¿verdad? -Perfecto. -Con un empeine tan alto…, y los dedos tan cortos y derechos…Odio los dedos largos…Usted no tiene los dedos largos, ¿verdad? -Perdone…Yo no tengo dedos, sino pezuñas. -¡Cuidado! Puedo creerle…¿Y dónde están sus cuernos? -¡Oh, son invisibles! -¿Sí?...Confía usted mucho en sus encantos… -Como usted…en los suyos. -¿Sabe usted lo que me horroriza más? -¿De qué? -De la cámara de los suplicios,naturalmente. -¡Oh!, naturalmente…¿Y qué es lo que le horroriza más? -La jaula. Una jaula pequeñita. Parece como si fuera para guardar un mono. -¿Qué? -¡Personas! -¡No! -Metían personas en ella. No podían estar derechas, ni tumbadas, ni siquiera sentadas, porque no hay más que clavos para sentarse. Y las tenía allí aguachadas durante días; algunas veces durante semanas. Hasta que gritaban para que las sacaran. Hasta que enloquecían. Yo preferiría que me destrozara la rueda dentada… -¿O que le introdujesen este precioso pie en la bota para que se lo estrujaran? -No…Me hace cosquillas. -Eso pretendía. -Ha de marcharse. El conde puede llegar en cualquier momento. -Hasta mañana entonces, mi señora. Ya sola, sonriendo para sí, la condesa, abstraída, se acariciaba la punta del pie, donde él la había besado. Ella había oído hablar de besos ardientes. Eran lugares comunes de los trovadores, de los malos trovadores. Pero hasta aquella noche no pensó nunca en el término como una extravagancia poética. Él la amaba…¡Oh, cómo la amaba!Y él la poseería. -Tal vez sea un entretenimiento para usted, mi Príncipe de las Tinieblas. Béseme aquí. -No quiero. Sus labios. -¡Oh! Cada día exige más.¡Sus pretensiones aumentan! Tal vez sería mejor que se fuera… -No…,no… -Así es mejor.Acaso pueda concederle un ascenso… -¡Oh, amor mío! Entonces… -Siéntese. No es lo que usted llamaría un . No. Sólo un ascenso. Aunque no sé si se lo merece usted ya. Usted quiere todo, pero no da nada. Todo,todo… -¡Que amplia palabra! Pero, en realidad, acaso pudiera usted darme algo… -Todo. -Aunque dicen que usted exige cosas terribles a cambio. Yo sufriría interminables tormentos toda la eternidad…¡Ah, veo que no lo niega usted!...Sí que creo que es usted el demonio… -Le daré a usted todo cuanto desee. No tiene más que pedir… -Soy joven. Los hombres me dicen…, y también me lo dice el espejo… que soy hermosa, una delicia de pies a cabeza.¿ Y usted quiere todo esto? -¡Sí!¡Sí!... -Entonces, haga que esta belleza jamás se marchite. Hágala que resista a los embates del tiempo y de la violencia…Hágame…sin importar lo que pueda suceder…que viva eternamente. -Eternamente. -¡Ah! Ya le tengo…Si nunca muero,¿qué será del fuego eterno?¿Me concede usted ese favor, Diablo? -No puedo. -¡Maravilloso!¡Oh, qué gran actor es usted! ¿Empiezo a admirarle!...Otros hombres interpretarían el papel del Adversario diciendo que . Pero usted…¡qué inteligente es usted!... -No puedo concederle eso. -Basta…¡Soy frágil a la risa! ¡Me divierte tanto este juego!...¡ Da tal sabor a este regodeo!...¡ Lo jugaría hasta el fin! Satán, escucha: ¿no puede usted concederme, en realidad, este deseo mío, aunque yo le dé a cambio…todo esto? -¡Atormentadora! -¿Todo esto, demonio mío?...A cambio de lo único que deseo…¿ todo esto? -Los Poderes de las Tinieblas se rebelan y hierven, pero…sí, sí…¡todo! -¡Ah desalmado pícaro!...¡Tome estos labios!...¡Tome…todo!... -Mi señor, ¿cómo puedes creer que yo…? -¡Silencio, estúpida gansa! ¿Aún quieres disimular? Se marchó sin decir palabra, amparado por las sombras de la noche.¿Por qué? Y tú collar…¡El collar de mi madre!...se encontró en su habitación vacía, y en tu dormitorio uno de sus guantes negros.¡Despreciable mujer! -En efecto, soy despreciable. -Las lágrimas no te servirán de nada. Debes ser y serás humillada. Da gracias a que yo no soy como mi padre. Él te hubiera encerrado, desnuda, en esta pequeña jaula hasta que tu mente y tu cuerpo se hubiesen podrido. Pero yo no soy un tirano. Te tendré aquí toda la noche sin cenar, temblando y retorciéndote de arrepentimiento, y por la mañana te libertaré. Espero sinceramente que, para entonces, hayas aprendido la lección.Ahora me voy.Seguramente , dentro de unas cuantas horas empezarás a gritar que te saquen de aquí. Ahórrate el trabajo. Nadie te oirá. ¡Piensa en tus pecados…y arrepiéntete!... -Tiene usted que estarle muy agradecido, duque.¿Y qué fue de él? -Se marchó. Se desvaneció. Le pagué espléndidamente, y esto que quede entre nosotros, barón, yo empezaba a hacer planes para librarme de él. Un hombre peligroso no debe estar nunca al lado de uno. Pero el bribón fue más astuto. -Y esa cabeza que está en la pica, con la barba gris flotando al aire…, ¿pertenece al difunto conde? -Sí. Éste es el final que tienen todos los enemigos de mi familia. -Brindaré en su honor.¿ Y qué disposición tomó usted contra la esposa del viejo loco? -¿La condesa?¡Ah! Ésa es la única amargura de mi triunfo. Había pensado gozar de su precioso cuerpo antes de separarlo de su bella cabeza. Pero debieron avisarla. La buscamos por todo el castillo aquella noche. -Arrasarlo,¿no? -Destruirlo hasta los cimientos…, dejando solamente lo suficiente para identificarlo…, y construir encima un edificio de sólida piedra que será un monumento a su derrota y a mi victoria.¡Para siempre! -¿Dónde supone usted que estará la condesa? -Sólo el demonio lo sabe. Tal vez la puñetera goce del fuego eterno por toda la eternidad. Categoría:Demonios
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