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| - Pedro Pablo Abarca de Bolea (Siétamo, Huesca, 1 de agosto de 1719 — Épila, Zaragoza, 9 de enero de 1798) fue un noble, militar y estadista ilustrado español, X conde de Aranda, Presidente del Consejo de Castilla (1766 - 1773) y Secretario de Estado de Carlos IV (1792-1798). Reinando Carlos III fue nombrado embajador en Varsovia y obtuvo el grado de capitán general, con el cual encabezó el ejército español que invadió Portugal en 1762. Aranda se vio obligado a abandonar la presidencia del Consejo de Castilla para pasar a ser embajador en Francia en 1773.
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| - Pedro Pablo Abarca de Bolea (Siétamo, Huesca, 1 de agosto de 1719 — Épila, Zaragoza, 9 de enero de 1798) fue un noble, militar y estadista ilustrado español, X conde de Aranda, Presidente del Consejo de Castilla (1766 - 1773) y Secretario de Estado de Carlos IV (1792-1798). En 1740, consolidada su vocación militar, entró a servir en el ejército con el Marqués de Montemar y el general Gages. Más tarde se trasladó a Prusia, donde conoció a Federico el Grande; residió en París, visitó brevemente Londres y regresó a España. Por su trabajo, y gracias a la protección de Ricardo Wall el rey Fernando VI le designó embajador en Lisboa. Reinando Carlos III fue nombrado embajador en Varsovia y obtuvo el grado de capitán general, con el cual encabezó el ejército español que invadió Portugal en 1762. El conde de Aranda pasó a ocupar la presidencia del Consejo de Castilla a raíz del motín de Esquilache. El motín había finalizado gracias a las concesiones arrancadas a Carlos III, que el pueblo consideraba como una victoria. El espíritu de sedición se había extendido produciendo sangrientos episodios en Zaragoza (abril de 1766) y, más tarde, en Cuenca, Palencia, Ciudad Real, La Coruña y Guipúzcoa. Aranda realizó la difícil misión de abolir hábilmente las irrealizables concesiones otorgadas por el Rey. Se trataba de consolidar la autoridad real sin excitar pasiones que pudieran dar paso a nuevos motines. Lo logró con mucha profesionalidad, pues supo aprovechar su popularidad entre la clase media y los artesanos, a los que se dirigía más en forma de súplica que de imposición. Durante los años que estuvo al frente del Consejo de Castilla, instauró una política reformista basada en los principios de la Ilustración con la que consiguió el aprecio popular y el elogio del mismo Voltaire. Aranda se vio obligado a abandonar la presidencia del Consejo de Castilla para pasar a ser embajador en Francia en 1773. Aranda regresó a Madrid en 1787. Se rodeó de militares y nobles descontentos de la gestión de Floridablanca, cuyo puesto deseaba. A partir de los hechos revolucionarios de Francia en 1789, el mayor esfuerzo de la política de Floridablanca se centraba en mantener en secreto los sucesos franceses en España, con el fin de que no se extendiera la revolución por el país. Para ello, contó con el apoyo del Santo Oficio y sectores importantes del clero. Aranda atacó esta alianza con el desprestigiado organismo inquisidor y, apoyado por su partido aragonés, logró que el rey destituyera a Floridablanca, cuyo puesto pasó a ocupar en febrero de 1792. España se vio invadida por una ola de refugiados, la mayoría aristócratas y clérigos. En noviembre de 1792, Aranda, demasiado comprometido con el reformismo y con los enciclopedistas —cuyas ideas fueron la base ideológica de la revolución—, fue sustituido por Manuel Godoy, un guardia de corps que se había ganado la confianza de la mujer del rey, María Luisa, al parecer como amante. Pocos meses después, el rey Luis XVI fue guillotinado y estalló la Guerra de la Convención. Aranda continuó siendo decano del Consejo de Estado, puesto desde el que agrupó a los enemigos de Godoy. El 14 de marzo de 1794, en presencia del rey, Aranda atacó en el Consejo de Estado la decisión de Godoy de continuar la guerra con Francia. La dureza del ataque de Aranda fue aprovechada por el favorito Godoy para presionar al rey con la destitución de Aranda, pero el discurso de Aranda y la férrea acción de sus partidarios forzaron la renuncia de Godoy y la reposición de Aranda en el cargo. Propuso al rey diversos proyectos para la independencia de América: Aranda fue el primero en establecer el concepto de Mancomunidad Hispánica, donde explotar los lazos en común que todas las colonias tenían con la corona. Y así evitar el aumento de los nacionalismos e idealismos surgidos de la Revolución francesa que exportaban las demás naciones, teniendo en cuenta que influyeron en el propio funcionariado de España y las colonias, y que éstos alentaban los ideales extranjeros ante la inflexible respuesta de la corona a sus sugerencias. El conde de Aranda es considerado como una de las personalidades más discutidas de la historia de España del siglo XVIII y puede encuadradarse en el grupo de personajes que representan el reformismo ilustrado español Categoría:Gobernantes (Mancomunidad Hispánica) Categoría:Personajes (Mancomunidad Hispánica) Categoría:Mancomunidad Hispánica Categoría:Proyectos españoles para la independencia de América (Mancomunidad Hispánica)
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