Todo su cuerpo está cubierto con anchas cintas del tipo alga, se dice que nunca dejan de crecer. Éstas se mueven cuando camina. Se camufla tras una gran masa de enredaderas azules, enreda cualquier cosa que se mueva con ellas.
Si te atrapa, te hará cosquillas con su delicado balanceo. A Tangela se le desprenden las enredaderas con facilidad en cuanto se las agarras. Y no sólo no le duele, sino que le resulta muy útil para escapar rápido. Además, al día siguiente le crecen otras. Nadie ha logrado ver el rostro que se oculta tras ellas.