abstract
| - La concentración o compresión de masa es la cúspide de la tecnología bélica en la imparable Nación Tumorox. Esta raza obliga a los pueblos más destacados en investigación que hayan sometido por la fuerza a desarrollar avances científicos para sus amos. Cualquier cosa que pueda ayudar a los Tumorox en su ansia de conquista es bien recibida, y proporciona como incentivo una mejoría en las condiciones de vida de la especie esclavizada. Ocurrió que una de las más inteligentes dio con un novedoso sistema para comprimir la materia, cuyas aplicaciones en el campo de batalla podían ser tremendamente útiles. Aún se trataba de una tecnología en la que había mucho que trabajar, pero era tan prometedora que sus descubridores se atrevieron a exigir a los Tumorox la liberación completa de sus mundos a cambio de perfeccionar el hallazgo. Sabían que se jugaban el cuello en esta arriesgada mano, pero las cartas eran tan buenas que corrieron el riesgo. Enfurecido el líder de la Nación Tumorox a punto estuvo de mandarlos ejecutar a todos, pero sus generales más próximos le convencieron de la importancia que podía tener aquel descubrimiento en el futuro. Finalmente accedió y aquel pueblo volvió a sus planetas natales, permitiéndoles vivir en libertad pero con estrecha vigilancia. A cambio los mejores científicos trabajaban sin descanso para mejorar el sistema de compresión y averiguar la mejor forma de aprovecharlo en el campo de batalla. Pasados unos años la concentración de masa era la base indiscutible de la maquinaria bélica Tumorox y gracias a ella no hubo rival que se les pudiese resistir. Fue así como llegaron a ser la Nación Tumorox, señores indiscutibles de la Región Menor, equivalente a media Galaxia del Triángulo. Los inventores de aquel logro aún viven en total libertad (aunque muy vigilados por si acaso se volvieran contra los Tumorox), y el coste es sólo mantener y suministrar esta tecnología, además de aportar algún avance cada cierto tiempo. Gracias a ella se libraron de la esclavitud y recuperaron sus mundos, aunque no son pocos los que lamentan el hecho de haber entregado a los Tumorox semejante poder. La concentración de masa es en realidad un concepto muy simple y bastante primitivo en términos bélicos. Consiste en comprimir la materia de un objeto, reduciendo éste de tamaño y por ende incrementando su peso y dureza. De esta manera una simple bala puede pesar como una gran bola de cañón, y una delgada capa metálica es capaz de soportar impactos como si fuese una gruesa plancha blindada. El problema radica en poder comprimir suficientemente la masa de un objeto y que el resultado sea estable a nivel molecular. Por otro lado una vez conseguido surge el inconveniente de mover tanto peso, ya se trate de blindaje o munición. El primer paso lógicamente es fabricar el objeto en sí mismo. Se trate de una pieza de armadura, un proyectil o una arma de cuerpo a cuerpo su tamaño quedará reducido a una escala que puede ir desde un cuarto hasta cerca de seiscientas veces más pequeño de como sería realmente. Esto se logra mediante un baño de una radiación especial que consigue comprimir rápidamente la materia, haciendo que los átomos se acerquen entre sí y permaneciendo estables en su nueva ubicación. Una vez hecha la compresión ya no es posible deshacerla o aumentarla más, y tampoco se puede aplicar con éxito esta tecnología en seres vivos, de hecho ni siquiera en toda la materia inerte funciona igual de bien. Se emplean solamente los tres o cuatro tipos de metal más adecuado que han descubierto para este fin, todos de características algo similares al titanio. Fabricar piezas cientos de veces superiores al tamaño que despúes se desea obtener no es viable, puesto que a la compresión máxima una de tan sólo diez centímetros de alto tendría que medir nada menos que sesenta metros. El sistema que emplean consiste en crear un par de moldes iguales con una dimensión normal, es decir la que debe tener finalmente el objeto. Cuando están listos vierten metal fundido hasta llenar el primero, aplican la radiación y por tanto queda una pequeña masa del material en el fondo. Luego lo pasan al segundo molde que es el definitivo, dejando el primero vacío y listo para ser llenado nuevamente. Este proceso se repite una y otra vez de forma veloz y mecánica, tantas veces como requiera el grado de compresión y hasta un tope cercano a seiscientas (el grado máximo al que puede reducir la masa la radiación) gastando ingentes cantidades de metal y energía en un proceso de "suma y sigue". Al terminar el segundo molde queda repleto de un metal hiperdenso que una vez enfriado se convierte en un objeto ultraresistente. Huelga decir que a mayor nivel de compresión más coste en materiales, energía y por ende mayor peso. Ahora bien, ¿cómo mover tantísimos kilos? Para ello utilizan campos gravitatorios adaptables y de alta potencia. Esta tecnología es tanto o más sofisticada que la de compresión, pues debe ser muy precisa y de reducido tamaño para la infantería. Cada vehículo, nave o tropa de a pie que la porte (o sea casi todos) lleva un conjunto de tres mochilas antigravedad. La primera es el generador de campo gravitatorio, la segunda uno auxiliar más pequeño (por seguridad), y la tercera almacena la energía que los hace funcionar. Los Tumorox son bestias tremendamente fuertes, peor no tanto como para poder moverse cargando con varias toneladas encima. Las grandes corazas de las armaduras de combate que los envuelven por completo tienen un grado de compresión en torno a 300 o 350 veces, y los vehículos de 500 hasta cerca del límite de 600 veces. Gracias al campo que generan sus mochilas pueden moverse prácticamente igual que si sus armaduras no estuviesen concentradas. Cuando el fuego enemigo les impacta es como si chocase contra ellos un mosquito. Ya sean balas, disparos láser, armas de calor o energía poco importa, la densidad molecular de sus defensas es tan alta que casi ningún ejército dispone de un armamento efectivo. En lo que respecta al ataque sus armas de cuerpo a cuerpo llevan un suspensor gravitatorio aplicado sólo en las empuñaduras, pero de mayor potencia para que el usuario pueda blandirlas como si pesasen menos de la mitad de lo que aparenta su tamaño. Así el guerrero mueve la liviana arma con gran soltura al tiempo que aplasta, corta o atraviesa con el peso de cientos de kilos aquello donde impacte. El choque suele ser tal que incluso deteniendo estos golpes el contrario sale despedido violentamente hacia atrás, con los huesos entumecidos o rotos por la vibración de semejante mega-impacto. Aunque para el usuario sean ligeras debido al campo gravitatorio su peso y masa en realidad no cambia, por tanto por es como si pegaran con inmensas vigas de construcción. Por último los proyectiles son el tema más complejo. La Nación Tumorox emplea habitualmente munición sólida, ya que la premisa consiste en hacer que un pequeño objeto se estrelle con la fuerza de un pesado ariete, logrando de este modo una penetración casi segura en la defensa del enemigo. Para ello las armas cuentan con un sofisticado sistema tal que cuando se lanza el proyectil éste viaja por un túnel gravitatorio en línea recta hasta el objetivo, de forma que su peso queda más o menos acorde a su tamaño y por tanto no hay problema para dispararlo. No obstante hay que recordar que su masa y peso reales no varían, y por tanto la fuerza de inercia que lleva en vuelo es monstruosa. Una vez choca contra cualquier cosa que ofrezca alguna resistencia el sensor que lleva incorporado envía una rauda señal al arma, que provoca la desactivación inmediata del túnel antigravedad por el que viaja, y es entonces cuando demuestra su terrible potencial. En vez de atravesar de parte a parte el objetivo como sería de suponer, la bala penetra debido a su tremenda inercia y acto seguido la fuerza de la gravedad entra en juego. El pequeño cuerpo (o no tan pequeño, depende del calibre) se abre paso hacia abajo horadando todo cuanto encuentra, hasta salir del objetivo y enterrarse con fuerza en el suelo. Debido a esto los Tumorox procuran apuntar siempre alto, ya que por ejemplo un simple roce entre el cuello y el hombro podría ser mortal debido a la posterior trayectoria descendente. Los guerreros o soldados suelen tener un cuerpo más alto que ancho, por lo que generalmente un disparo que se abra paso desde arriba hacia abajo será mas dañino que los de común trayectoria horizontal. Las balas son esféricas y suelen penetrar unos centímetros después de apagarse el canal de suspensión, entonces pasan a efectuar un imparable recorrido vertical provocando terribles destrozos y horrendas heridas. Incluso en el caso de que el blanco fuese lo bastante duro como para retener en su interior el proyectil tendría que cargar con un peso adicional enorme. Igualmente pueden emplear balas que no lleven sensores, en cuyo caso el túnel antigravitatorio permanece activo y el disparo atraviesa por completo al primer blanco y a los que tuviese detrás. Para los vehículos enemigos el calibre es más grueso y el ajuste del sensor (en caso de llevarlo) más tardío. En algunos casos emplean munición con la masa mucho menos comprimida, para poder dispararla sin necesidad de la tecnología antigravitatoria, pero no es lo común salvo en el caso de los bombardeos donde no hay que usarla. De cualquier manera el coste de este sistema en materiales y sobretodo energía es alto, además de que no permite una cadencia de fuego rápida, aunque de todas formas estos brutales seres prefieren la lucha cuerpo a cuerpo. Sin embargo la capacidad destructiva está fuera de toda duda, puesto que los blindajes no suelen estar diseñados para soportar semejante "fuerza bruta". Podría compararse con el sistema del acelerador lineal de los Tau, salvo que en vez de disparar con terrible fuerza el proyectil los Tumorox lanzan un ariete en miniatura . La mayor potencia no reside en el disparo, sino en la propia bala. En verdad los Tumorox no necesitan efectuar disparos muy potentes, puesto que ya atraviesan con facilidad las defensas enemigas gracias a la inercia que ejerce el mayúsculo peso, y por tanto sería algo innecesario. No obstante hay ciertos rumores sobre que guardan un armamento que combina un disparo de alta potencia con sus proyectiles comprimidos, capaz de atravesar de parte a parte un pequeño satélite según alguien que lo observó mientras la probaban. En las batallas espaciales sus naves cuentan con un blindaje formidable, pero aquí la potencia de fuego que exhiben ya es algo de proporciones titánicas. Grandes bolas de metal de cientos de toneladas surcan el vacío mediante un sistema de cohetes acoplados en pos de alcanzar los navíos contrarios. No se desplazan muy rápido, pero dado que no son torpedos ni otro proyectil parecido resultan difíciles de detectar, y también de interceptar o desviar debido a su peso e increible resistencia. Si alcanzan el blanco el resultado es como si un pequeño asteroide hubiese chocado contra la infortunada nave, abriéndose paso por el interior hasta salir del otro extremo. Ni los blindajes más densos unidos a los campos defensivos de mayor potencia son capaces de resistir tan colosal choque. Pero no todo son ventajas, esta tecnogía tiene varios inconvenientes que conviene tener en cuenta. Por ejemplo dado que la concentración de masa no es lo ideal para ataques de área los Tumorox cuentan igualmente con armamento explosivo para cuando sea más oportuno. También se sabe que reparar el material comprimido dañado (pese a todo no es indestructible) resulta caro y dificultoso, por tanto salvo en los casos que pueda merecer la pena se opta por desecharlo y sustituirlo por uno nuevo. Otro punto en contra es que cuando no se emplea en combate la materia comprimida debe ser ubicada en unos espacios adecuados para guardarla y así ahorrar la costosa energía gravitatoria, ya que puede pesar muchas toneladas y no es aconsejable soltarla en cualquier sitio. Para finalizar resulta obvio que cuanto menor es la gravedad del planeta menos efectivas son las armas de cuerpo a cuerpo y proyectiles en trayectorias verticales. Conscientes de que sus defensas son casi infranqueables y su potencia de fuego virtualmente imparable, los adversarios de la Nación Tumorox buscan desesperadamente sus puntos débiles, pero no es tarea fácil. La tecnología de compresión de masa proporciona un material que si bien ha sido comprimido resulta completamente estable (casi como si fuese un elemento natural), y por tanto no es factible desestabilizar su estructura. Tampoco es nada sencillo neutralizar su sistema gravitatorio, ya que cuenta con avanzadas protecciones para que no pueda ser interrumpido (pensad en las armaduras e imaginaos que fallase). Por otra parte todos los intentos de copiar su tecnología también han fracasado. Al parecer la pieza clave del proceso de la concentración de masa es una extraña radiación que sólo sus creadores conocen, y sus mundos están vigiladísimos por los feroces Tumorox para tenerlos bien controlados. En lo que respecta a los campos gravitatorios aún logrando un resultado parecido de poco servirían sin material comprimido que usar. Quizás a modo de escudo, para detener los proyectiles Tumorox de la misma manera que ellos los sostienen, pero no parece realizable tanto por la complejidad como el coste energético que supondrían tales campos de repulsión en contínuo funcionamiento. Los ataques químicos o bacteriológicos están descartados porque sus armaduras son estancas, y además esta raza es de naturaleza muy resistente a los mismos. El poder psíquico es sin duda su talón de Aquiles, pero aunque sus mentes no puedan protegerse de él de manera natural sí que cuentan con buenas defensas fabricadas por varias de sus razas sometidas. Resumiendo, este sistema de comprimir la materia les ha hecho invencibles y no hay motivos para creer que eso vaya a cambiar. O eso parece... Categoría:Saga Escaneadores Categoría:Material No Oficial
|