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| - De heilige Macharius van Antiochië, ook Macharius van Gent genoemd, ( - Gent, 8 mei 1012) zou afkomstig geweest zijn van Antiochië in Pisidia, het huidige Turkse Yalvac, waar hij naar eigen zeggen aartsbisschop was geweest. Hij zou gevangengenomen geweest zijn door de Saracenen en een pelgrimstocht ondernomen hebben door Palestina, Epirus, Dalmatië, Beieren om uiteindelijk in Gent te belanden, waar hij door de benedictijnen van de Sint-Baafsabdij werd opgenomen en waar hij aan de pest overleed.
- Después de milenios de anarquía, el Imperio gozaba finalmente de una unidad más que teórica. En el Cónclave de Gathalamor, celebrado bajo la sombra del Monte de Amalath en el sepulcro del Gran Confesor en el mismo Día de la Ascensión, más de ochocientos Comandantes de Capítulos de Marines Espaciales se congregaron para pronunciar de nuevo sus juramentos de fidelidad.
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abstract
| - De heilige Macharius van Antiochië, ook Macharius van Gent genoemd, ( - Gent, 8 mei 1012) zou afkomstig geweest zijn van Antiochië in Pisidia, het huidige Turkse Yalvac, waar hij naar eigen zeggen aartsbisschop was geweest. Hij zou gevangengenomen geweest zijn door de Saracenen en een pelgrimstocht ondernomen hebben door Palestina, Epirus, Dalmatië, Beieren om uiteindelijk in Gent te belanden, waar hij door de benedictijnen van de Sint-Baafsabdij werd opgenomen en waar hij aan de pest overleed. Zijn feestdag is op 8 mei en 10 april en hij wordt tegen de pest aanroepen. Hij kan afgebeeld zijn als een Vlaamse bisschop met drie pijl "hoofden". Ook is hij afgebeeld met de mijter en staf op de grond om te symboliseren dat hij afstand had genomen van het bisschopschap.
- Después de milenios de anarquía, el Imperio gozaba finalmente de una unidad más que teórica. En el Cónclave de Gathalamor, celebrado bajo la sombra del Monte de Amalath en el sepulcro del Gran Confesor en el mismo Día de la Ascensión, más de ochocientos Comandantes de Capítulos de Marines Espaciales se congregaron para pronunciar de nuevo sus juramentos de fidelidad. El ancestral poder de la Eclesiarquía estaba desvaneciéndose y con ellos los hábitos autodestructivos de introspección mental que habían dividido al Imperio en los siglos previos. El recuerdo del cisma de la Apostasía estaba desapareciendo de la memoria colectiva, y quedaban ya pocos paladines para una causa que cada vez parecía más irrelevante. Los últimos disidentes fanáticos seguidores de la causa de Bucharis habían huido al exilio mas allá de la Franja Este del Imperio, huyendo de la persecución de los Confesores de la Eclesiarquía. thumb|left|276pxMarte y el Adeptus Mechanicus, separados de Terra durante siglos por la intolerancia y las guerras religiosas animadas por ambos bandos, restablecieron su antigua alianza en el Tratado de Ceres. En el pasado, los Tecnosacerdotes habían tenido buenas razones para desconfiar de los Adeptus, y sabiamente habían permanecido aislados de los desórdenes que habían azotado al inestable Imperio. Sin embargo, incluso los Tecnoadeptos vieron que el Imperio -más unido que nunca- había resurgido de la crisis. De los Mundos Forja surgieron pues astronaves y armamento para llevar a los ejércitos Imperiales a nuevos planetas. Con este trasfondo apareció el Comandante Solar Macharius, y tras él marchaban los ejércitos conquistadores más formidables nunca vistos por la galaxia. La creciente anarquía de los siglos previos había hecho que muchos planetas humanos hubieran sido abandonados por el Imperio. Algunos habían caído bajo el dominio de los Orkos, otros bajo el dominio de enemigos desconocidos, mientras que muchos otros cientos simplemente habían dejado de pagar sus tributos y se habían liberado del control de los Adeptus. Fueron estos mundos los que sintieron primero el golpe de los nuevos ejércitos de la reconstrucción. Los renovados ejércitos de la Guardia Imperial cayeron sobre el enemigo sin aviso ni compasión. Los planetas asaltados fueron asolados; sus invasores fueron destruidos y los mundos liberados colocados de nuevo bajo el yugo Imperial. Los destacamentos de la Inquisición que seguían la estela de las fuerzas de conquista informaron de escenas de destrucción y sufrimiento peores que las causadas por los más salvajes Orkos. Los Misioneros del Adeptus Ministorum se entregaron sin demora a la labor de restablecer la fe entre los supervivientes, pero la devastación sembrada por los ejércitos de conquista Imperiales había sido tan completa que muchos millones murieron de hambre y enfermedades. thumb|238pxA pesar de ello, transcurrieron años antes de que llegaran rumores que hablaran de la despiadada campaña de Macharius a Terra. Al principio, todo lo que oyeron los Adeptus Terra fueron noticias de mundos liberados, hordas alienígenas derrotadas y antiguas comunidades humanas redescubiertas y devueltas a la luz del Emperador. Se habían librado muchas batallas encarnizadas, y en cada confrontación, los nuevos ejércitos de reconstrucción de la Guardia Imperial habían servido de una forma brillante. La estrategia de Macharius de lanzar ataques repentinos y decisivos estaba funcionando mejor de lo que podía imaginarse. Macharius conquistó cien mundos en el primer año, trescientos más al año siguiente, y en el tercer año de campaña setecientos mundos más fueron ocupados por las fuerzas combinadas de las flotas del Segmentum Solar y la Guardia Imperial. Parecía que nada podía detener a Macharius. En el transcurso de cinco años, sus ejércitos alcanzaron el antiguo límite del Astronomicón. Desembarcaron en planetas cuyos habitantes no habían recibido a un Adeptus desde hacia quinientos años, en los que las historias que hablaban del Emperador, de los Marines Espaciales y la Herejía de Horus se consideraban simples leyendas. Descubrieron mundos cuyos habitantes humanos habían emprendido el tenebroso camino de la investigación científica y habían creado muchas máquinas maravillosas. Hallaron mundos que recibieron a Macharius con los brazos abiertos, y otros que se resistieron a los ejércitos Imperiales futilmente. Los Adeptus Mechanicus lamentaron largo tiempo la destrucción de Adantris Cinco, cuya tecnología hipersofisticada resistió con éxito los asaltos de las tropas Imperiales durante dos años, y solo pudo ser vencido tras redirigir un cometa contra su superficie. Sus secretos se perdieron de esta forma para siempre. Al alcanzar el límite de la galaxia, los ejércitos de Macharius desconocían aún la derrota. Pero los años de lucha habían tenido sus consecuencias. Las tropas de Macharius habían sobrevivido a años de guerra sin descanso, y habían marchado tan lejos de sus mundos natales que las comunicaciones y el reabastecimiento ya no eran posibles. Era como si hubieran abandonado el espacio habitado por la Humanidad; al límite del alcance del Astronomicon, la luz del Emperador brillaba de forma muy tenue. Los Navegantes de las astronaves detectaban sólo oscuridad a su alrededor. Sin embargo, Macharius ordenó continuar adelante, hacia las estrellas más antiguas próximas al borde galáctico. Aquellos eran mundos ancestrales, cuyos habitantes no habían conocido nunca la luz del Emperador. Sus antepasados habían abandonado Terra treinta mil años antes, en los albores de la historia de la Humanidad. thumb|left|400px|La Cruzada Machariana.En ese momento, los generales de Macharius vacilaron. Le rogaron que reconsiderara sus intenciones. Sus hombres, viejos y cansados, dudaban. El Halo era siniestro y desconocido. La navegación sin ayuda de la baliza-guía del Astronomicon era lenta. Los Astrópatas estaban mas allá del alcance de la comunicación psíquica. Un sentimiento de inquietud se extendía entre los hombres de la flota y del ejército. Macharius supo que el fin se acercaba. Estaba claro que sus ejércitos se habían quedado sin fuerzas en el momento en que tenían ante ellos su mayor desafío. Para empeorar aún más las cosas, algunos de sus equipos de exploración habían desaparecido sin dejar rastro en el transcurso de sus misiones, y los demás informaron de haber presenciado fenómenos extremadamente misteriosos. Las tropas empezaban a murmurar que las Estrellas Antiguas estaban malditas, que los planetas en sus órbitas estaban habitados por fantasmas, y que en el Halo no había lugar para la vida humana. Macharius se encerró en sus aposentos en el buque insignia y se refugió en la bebida. Sus generales esperaron. Durante mucho tiempo habían compartido los sueños de su comandante. Durante años su ambición les había llevado a través de las profundidades del espacio y hasta el límite de la galaxia. Pero ya no deseaban continuar adelante. Ya no podían seguir adelante. Ebrio, Macharius culpaba a sus hombres de haberle traicionado; continuó estudiando mapas y cartas de navegación, informes de nuevas civilizaciones, y leyendas de los formidables misterios que aún le esperaban entre las Estrellas Antiguas.
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