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| - thumb|257px|El Cambiante, El Embaucador de Tzeentch El Cambiante es el más embaucador de los Demonios de Tzeentch, la personificación de la necesidad del Gran Conspirador de entrometerse y engañar. El Cambiante posee una habilidad sobrenatural que le permite adoptar forma de cualquier criatura con una precisión increíble. Es el doble definitivo; no existe una forma que no pueda duplicar, ni gesto que no pueda copiar. Es capaz de adoptar la forma de animales pequeños, monstruos alienígenas gigantes, ciudadanos comunes o comandantes planetarios. La única imagen que no puede imitar es la del propio Tzeentch, ya que el Gran Manipulador no tolera que ninguna criatura adopte su identidad. El Cambiante es un Demonio impaciente y malicioso que vaga por la Galaxia y la Disformidad, gastando bromas
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| - thumb|257px|El Cambiante, El Embaucador de Tzeentch El Cambiante es el más embaucador de los Demonios de Tzeentch, la personificación de la necesidad del Gran Conspirador de entrometerse y engañar. El Cambiante posee una habilidad sobrenatural que le permite adoptar forma de cualquier criatura con una precisión increíble. Es el doble definitivo; no existe una forma que no pueda duplicar, ni gesto que no pueda copiar. Es capaz de adoptar la forma de animales pequeños, monstruos alienígenas gigantes, ciudadanos comunes o comandantes planetarios. La única imagen que no puede imitar es la del propio Tzeentch, ya que el Gran Manipulador no tolera que ninguna criatura adopte su identidad. El Cambiante es un Demonio impaciente y malicioso que vaga por la Galaxia y la Disformidad, gastando bromas devastadoras a los incautos. Vive para sembrar discordia y el conflicto, deleitándose en la desconfianza y la confusión. Muchos señores de toda la Galaxia han tomado decisiones insólitas y desastrosas, y más tarde negaron que lo habían hecho. En muchos campos de batalla, un gran héroe se ha enfrentado a un oponente que era su viva imagen, y sus compañeros no pudieron distinguir el verdadero hasta que fue demasiado tarde. Fue el Cambiante quien adoptó la imagen del Comandante Solar Macharius para ordenar retirada de tropas de Goranna mientras el Comandante real dirigía sus fuerzas en el frente. Bajo la apariencia de un humilde Gretchin, hizo algunas modificaciones al mega-akribillador favorito del Kaudillo Gitsmasha, fechoría que se reveló cuando el Kaudillo lo disparó, volando en pedazos él mismo y toda su escolta. En cierta ocasión, adoptó la apariencia de un Guardián de los Secretos y respondió a la llamada de un Comandante Imperial cuyo palacio estaba siendo asediado por los vengativos Marines Espaciales de los Ángeles Oscuros. El Cambiante canjeó las almas de las hijas del hombre desesperado a cambio de un "artefacto poderoso", que en palabras del propio desdichado "acabara con el asedio". Cuando el comandante activó el artefacto, varias escuadras de Exterminadores del Ala de Muerte se materializaron a su alrededor y le arrebataron la máquina que sostenía en sus manos, una baliza de teleportación que el Cambiante había robado del Ala de Cuervo. El asedio acabó poco después. Las bromas Del Cambiante no se limitan al reino mortal. Innumerables guerras se han iniciado entre los Dioses del Caos debido a las bromas del Cambiante. En una ocasión adoptó la forma de una Diablilla para robar las manzanas del conocimiento del Laberinto de Slaanesh. En los límites del territorio del Príncipe Oscuro asumió la forma de un Portador de la Plaga y se coló en el Jardín de Nurgle, para acabar aburrido del juego y dejar que las manzanas se pudrieran y ulcerasen entre las hojas podridas. Cuando Slaanesh descubrió el robo, le dominó la rabia y envió a sus ejércitos a recuperar los tesoros perdidos. Así se inició una guerra entre Slaanesh y Nurgle, al creer el primero que el segundo era el ladrón; y estar Nurgle convencido de que Slaanesh había fabricado una excusa para la invasión. El Cambiante ya estaba muy lejos de allí, robando collares de Khorne a los Mastines del Dios y fundiéndolos para crear dioramas de bronce de las mayores derrotas del Dios de la Sangre. También le cortó el pelo a Slaanesh mientras este dormía, con una espada infernal robada, y fue el Cambiante quien selló las puertas de la Ciudadela de Khorne mientras este estaba guerreando lejos de allí, obligando al Dios de la Sangre a derribar sus propias puertas al regresar. En otra ocasión coló un trío de Nurgletes en el Trono de Cráneos que hicieron un ruido asqueroso y un revuelo impío cuando Khorne se sentó. El Cambiante ha alterado su apariencia tantas veces que hasta él mismo se ha olvidado de cuál era su forma original, y cuando no ha adoptado la apariencia de otro ser, se camufla de las miradas de los demás. Este Heraldo de Tzeentch se transforma de forma constante, cambiando aleatoriamente entre todos los rostros que ha adoptado, con la vana esperanza de recuperar rasgos originales. Sólo el Gran Manipulador recuerda la forma verdadera del Cambiante, un secreto que guarda para sí mismo.
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