En el siglo I ya no quedaba nada de los monumentos, ni tampoco de los miles de estatuas. El pueblecito de Kastri cubría las ruinas de las que ya casi no se veía el menor rastro. En 1840 el helenista alemán Karl Otfried Müller fue el primero en llevar a aquel lugar el pico arqueológico: este honor le costó la muerte por insolación. Entre 1860 y 1862 el francés Paul Foucart llevó a cabo tres campañas de excavación.
En el siglo I ya no quedaba nada de los monumentos, ni tampoco de los miles de estatuas. El pueblecito de Kastri cubría las ruinas de las que ya casi no se veía el menor rastro. En 1840 el helenista alemán Karl Otfried Müller fue el primero en llevar a aquel lugar el pico arqueológico: este honor le costó la muerte por insolación. Entre 1860 y 1862 el francés Paul Foucart llevó a cabo tres campañas de excavación. Se firmaron dos convenios en 1882 y 1887 por Francia y Grecia, que aunque quedaron sin efecto, permitieron que interviniera la Escuela Francesa de Atenas. Después se logró un acuerdo definitivo entre ambos países, mediante el cual se cedía a los franceses el derecho de explorar el lugar. Un honor muy gravoso, porque fue necesario empezar con la demolición de Kastri y su reconstrucción un poco más lejos, y los griegos solo participaron con una contribución para los gastos de desplazamiento. En 1893 empezaron las excavaciones y enseguida se vieron recompensadas por los importantes descubrimientos, empezando por el tesoro de los atenienses con sus ornamentos arquitectónicos y las notas musicales grabadas en la piedra de dos tablillas: el peán de Aristonoo y un poema dedicado a Apolo, que permitió saber cómo era la música en la época.