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| - thumb|300px Por todo el Imperio hay puntos valiosos que deben ser defendidos de xenos y traidores. Para ayudar en su defensa, por todas partes la Guardia Imperial ha construido búnkeres de ferrocemento con un diseño estándar muy similar en todas partes. Los búnkeres que constituían el sistema de puestos de vigilancia en Hydra Cordatus eran bastante pequeños, y tenían rendijas de visión para poder disparar hacia el exterior, aunque no permitían ver gran cosa. Tenían una única entrada trasera protegida por un cañón de asalto. Esta entrada estaba cerrada con una única puerta de seguridad y cada vez que las patrullas y los relevos entraban y salían debían introducir un código de seguridad. La puerta cuenta con un botón de emergencia para cierre inmediato. En algunos casos, se mejoran estas condiciones con una segunda puerta adicional. También contaba con unos sumideros pegados a la pared en los que arrojar las posibles granadas que los atacantes lanzasen desde el exterior. Solo tres guardias defendían uno de estos puestos. thumb|left|250pxLos guardias Imperiales pueden servir en búnkeres como éste durante meses o años, pasando de uno a otro en rondas programadas. Por ello, las horas se hacen interminables y es muy habitual que los soldados acaben sucumbiendo al aburrimiento extremo, pues poco hay en estos búnkeres aparte de un calefactor de plasma, los sistemas de vigilancia que barren el exterior, los comunicadores con la base central, y el amasec y derivados de cafeína que cada soldado traiga consigo. Normalmente se envía un mensaje de rutina a la base cada dos horas, para informar de que todo va bien. Pese a la simplicidad de estas construcciones, al inicio de la campaña de Hydra Cordatus un solo guardia Imperial consiguió herir a Honsou y abatir a dos Guerreros de Hierro de una escuadra que atacaba su posición por sorpresa; dando muestra de la capacidad de estos búnkeres de proteger a sus defensores.
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