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| - a violencia y el caos han estallado en Cheydinhal, igual que en tantas otras ciudades anteriormente. El santuario sigue a salvo, ¿pero por cuánto tiempo?
Somos pocos, no tenemos Oyente y los contratos se han reducido casi hasta la nada. El control de Rasha sobre el santuario está desvaneciéndose.
- uedo oírla. Más y más profunda. Más y más alta, puntuando el silencio como el trueno en una noche tranquila. La risa.
- i un paseo y divisé a una doncella, pero mi responsabilidad hacia la matriarca me impidió usar mi espada. Estoy tan ocupado, y echo de menos la emoción de matar...
- oy, Rasha se declaró Oyente, asegurando que la Madre Noche le había hablado por fin. Pero cuando le pregunté, no pudo decir las Palabras Vinculantes. ¡Embustero! ¡Farsante! Sus patrañas no deben ser toleradas.
- a Madre Noche permanece en silencio. Yo sigo siendo indigno. El santuario sigue estando condenado.
- olo quedamos tres de nosotros. Cicerón, Garnag, Poncio.
- ¡Silencio! ¡Silencio ensordecedor! En mi cabeza, en mi cabeza, en mi cabeza. Es el silencio de la muerte, el silencio del Vacío. Filtrándose dentro de mí a través de la Madre. El silencio es odio. El silencio es rabia. El silencio es amor.
- e encanta la risa, queridísima Madre Noche, pero aún ansío oír tu voz. ¡No es demasiado tarde! ¡Háblame, madre! ¡Háblame para que pueda arreglar las cosas! ¡Puedo salvar el santuario, puedo salvar a la Hermandad!
¡Puedes quedarte la risa! ¡Tómala! ¿Aceptas el cambio entonces? ¿La risa por tu voz?
- asha ha muerto.
Siguiendo las órdenes del silencio, tuve que obedecer. Yo no blandí el cuchillo, claro que no, pero derramé la dulce miel suavemente en los oídos ansiosos de Garnag. Es un buen hermano. Un hermano leal. Tanto para Cicerón como para nuestra matriarca. Realizó el acto de buen grado.
- o es seguro abandonar el santuario. Nos quedaremos aquí. Todo va bien.
- ¡Cicerón ha muerto! ¡Cicerón ha nacido!
La risa me ha llenado, me ha llenado completamente. Yo soy la risa. Yo soy el bufón. El alma que me ha servido de constante compañera durante tanto tiempo ha roto el velo del Vacío finalmente y para siempre. Ahora está dentro de mí. Soy yo.
El mundo ha visto por última vez a Cicerón el hombre. Que contemple ahora a Cicerón, el bufón de corazones... ¡La risa encarnada!
- arnag no está. No está, no está, no está, no está. Se fue a conseguir comida, pero volverá. Solo han pasado tres meses. Tres meses. ¿Tres meses? ¿Doce mesas? ¡Cuatro cosas!
- e encontrado el viejo diario, ¡y he decidido escribir un tratado sobre el silencio, el sonido, la oscuridad y la luz!.
¿Cuánto ha pasado desde que la Madre Noche vino aquí por primera vez? ¿Cuánto tiempo desde que me nombraron Guardián? ¿Cuánto desde que me convertí en el bufón? ¿Desde que he estado solo? ¿Desde que cayó Cheydinhal? ¿Desde que empezaron a golpear la puerta, como un montón de latidos del corazón martilleantes?
Aquí dentro está oscuro, y silencioso. El pobre Cicerón ya no oye la risa, porque él es la risa. No hay ningún Oyente en Cheydinhal. No hay ningún Oyente en Cyrodiil. No hay ningún Oyente en mí.
Debemos irnos de aquí. Antes de que caiga el santuario. Antes de que la Madre Noche arda. Antes de que la Hermandad Oscura se marchite. Antes de que la risa muera.
- ¡Riendo, riendo, riendo, riendo! ¡Es el bufón! ¡Una voz desde el Vacío, para animar al pobre Cicerón! Acepto tu regalo, queridísima Madre Noche. Gracias por mi risa. Gracias por mi amigo.
- oncio ha muerto. Un asesino de la Hermandad Oscura que muere a manos de un bandido cualquiera al pasear por las calles de Cheydinhal. ¿Cómo puede ser tan gracioso algo tan triste?
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