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| - entonces Perrif, con los ojos levantados hacia los cielos, volvió a hablar con la Doncella. No habiendo conocido la piedad de los dioses desde la instauración del reinado de los elfos, habló como una mortal, cuya pasión y fortaleza, a pesar de las dificultades, fue alabada por los dioses. Una humilde entereza que puede arder simbólicamente pero resquebrajarse [sin más] en cualquier momento y que siempre termina en muerte . Sus palabras fueron: "Le he dado nombre a esto que sueño: yo lo llamo libertad, que creo que es otra forma de decir Shezarr el Desaparecido... [Tú] provocaste la primera lluvia cuando él cayó [y eso] es lo que te pido ahora para nuestros gobernantes extranjeros... [que] podamos aplastarlos y pagarles con su misma crueldad, dispersándolos en las profundidades de Topal. Permite a tu poderoso e indómito hijo, el alado y astado Morihaus, descender hasta nosotros para contagiarnos de rabia". [Y entonces] Kyne concedió a Perrif otro símbolo, un diamante rojo impregnado con la sangre de los elfos, [cuyas] facetas talladas podían [separarse y formar] un hombre que cortaría con su filo los grilletes, y un nombre: PELIN-AL [que significa] "El caballero hecho de las estrellas" [y este hombre] llegó ataviado con una armadura [desde el futuro]. Y se adentró en las selvas de Cyrod con espíritu destructor y con Morihaus siguiéndole el paso sediento de sangre y agitado por su llegada... [y Pelinal] entró en el campamento de rebeldes de Perrif blandiendo una espada y una maza, ambas incrustadas con restos de carne, así como de plumas y perlas mágicas de los ayleid, y al levantarlas cayeron regueros de sangre y vísceras mientras entonaba: "Estos eran los verdugos del este, ya están acallados para siempre".
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