abstract
| - Guillermo Rawson. Radicado en la ciudad de San Juan el distinguido médico norteamericano Dr. Amán Rawson casó con doña María Jacinta Rojo, perteneciente a la más prestigiosa sociedad sanjuanina. De ese matrimonio nació allí el 27 de junio de 1821 don Guillermo Rawson, en quien había de conjurarse las mejores cualidades de ambos pueblos. Dirigido por su padre hizo sus primeros estudios en San Juan y a la edad de dieciocho años pasó a la capital donde se distinguió ya en las aulas de los jesuitas por su ingenio científico, intuiciones muy cercanas al futuro telégrafo, al teléfono y a la navegación aérea. Estudió luego en la facultad de Medicina de donde egresó en 1844 con el título de doctor siendo despedido por uno de sus profesores, el doctor Cuenca, en un acto memorable. Vuelto a su provincia con todo el prestigio de sus éxitos universitarios se le designó para ocupar una banca en la legislatura. Ahí empieza ya a mostrarse el político defensor de la legalidad y las libertades cívicas combatiendo al caudillo Benavídez quien lo pone preso en el año 1853. En 1854 es elegido diputado a la Confederación, pasa luego a Buenos Aires donde es senador en la legislatura hasta que en 1862 es nombrado senador nacional por San Juan. Tomó parte activa en los debates sobre la federación de Buenos Aires. Como ministro del Interior del presidente Mitre desarrolla una labor amplia y fecunda, la más destacada de su vida política. Su nombre figura como serio candidato a la Presidencia de la República. Desvanecidas en el gabinete y los cambios políticos ocurridos a raíz de la muerte del vicepresidente en ejercicio, Dr. Marcos Paz, lo llevaron a renunciar al ministerio. Su brillante actuación política va siempre alternada con su no menos brillante labor científica. En 1873 inaugura la cámara de la Higiene Pública; en 1875 se produce en la alta cámara el "encuentro de los gigantes", famosa polémica con Sarmiento sobre el proyecto de amnistía general por los revolucionarios del 1874; en 1876 va al congreso médico de Filadelfia donde presenta un interesante trabajo sobre Estadística vital de Buenos Aires. Más tarde viaja a Europa para hacerse atender una enfermedad a la vista y para continuar su nunca desmentido afán estudioso. Vuelve al país dedicándose esta vez por entero a su profesión de médico y a la cátedra de Higiene pero sin llegar nunca a hacer dinero. Su inveterada pobreza mueve a sus amigos y el Congreso le acuerda una pensión. Años más tarde se retira a vivir en París donde muere el 2 de febrero de 1890. Sus restos fueron repatriados y hoy dos monumentos recuerdan en la capital sus grandes talentos y relevantes virtudes.
|