Espero no volver a tener que ver esa arma en funcionamiento nunca jamás. Con uno de sus disparos eliminó a tres de mis hombres, a los que deshizo la armadura y recubrió con unas mucosidades repugnantes. Murieron presos de un dolor agónico. Fue como si una plaga les pudriera la carne, pero acabó con ellos en cuestión de segundos y no en días.