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| - Esos malditos ojos, eran simplemente hipnotizantes, demoniacos, sentí una profunda combinación de tristeza y miedo al verlos. Entré con pánico a mi hogar, si es que lo puedo llamar así. Inmediatamente me fui a mi pequeño catre, sin leer el periódico como era costumbre. Intentando dormir, conciliar el sueño, cosa que me fue imposible, simplemente parecía que el tiempo no pasaba, no podía dejar de pensar en los ojos de aquel gato ¿Acaso me estaba volviendo loco?.
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| - Esos malditos ojos, eran simplemente hipnotizantes, demoniacos, sentí una profunda combinación de tristeza y miedo al verlos. Entré con pánico a mi hogar, si es que lo puedo llamar así. Inmediatamente me fui a mi pequeño catre, sin leer el periódico como era costumbre. Intentando dormir, conciliar el sueño, cosa que me fue imposible, simplemente parecía que el tiempo no pasaba, no podía dejar de pensar en los ojos de aquel gato ¿Acaso me estaba volviendo loco?. Llegué a la cafetería, y al otro lado de la calle, ahí estaba de nuevo, ese gato. Esta vez intenté no prestarle atención. Llegó la hora de salida, tomé mi ruta habitual, y, sin sorprenderme mucho esta vez volví a encontrar a la señora tirada en el mismo lugar. Pasaron días, semanas, meses; no sé cuanto tiempo exactamente. Pero la señora y el gato, seguían ahí afuera, esperando algo, no sé qué. Recordé el papel viejo que me fue otorgado junto con el collar, lo desdoblé y lo leí... Mi mente estaba simplemente nublada, no quería nada más que acabar con este sufrimiento, esta vida que nunca me llenó. Así que tomé el collar, y sin pensarlo más corté mi garganta con las puntas de la cruz, muriendo lentamente, dándome cuenta del desperdicio que fue mi vida.
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