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| - En los últimos años del 31º Milenio, la Gran Cruzada del Emperador para reunir a la Humanidad bajo su estandarte continuaba a buen ritmo. Vastos ejércitos expedicionarios, dirigidos por Sus hijos los Primarcas, avanzaban por toda la galaxia, llevando la iluminación y sumisión allí donde iban. El futuro parecía asegurado, y durante una poderosa celebración en Ullanor, el Emperador anunció que Él regresaría a Terra, y que Horus, Primarca de los Lobos Lunares, dirigiría la Gran Cruzada en su lugar. Algunos dicen que fue en este evento donde se plantaron las semillas del desafecto entre los Primarcas, al ser uno de ellos elevado tan públicamente. En realidad, la podredumbre había empezado mucho antes.
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| - Nosotros ya no somos los Hijos de Horus. Tampoco somos los Lobos Lunares. Eso es el pasado, nosotros somos el futuro, y debemos hacer una cruzada para recuperar lo que fue perdido, y para destruir a los traidores. De este día en adelante, nosotros somos los Templarios Negros.
- Horus era débil. Horus era un idiota. Detuvo su mano y permitió que el Architraidor destrozase al Emperador. Si hubiese sobrevivido, yo mismo le habría ejecutado.
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abstract
| - En los últimos años del 31º Milenio, la Gran Cruzada del Emperador para reunir a la Humanidad bajo su estandarte continuaba a buen ritmo. Vastos ejércitos expedicionarios, dirigidos por Sus hijos los Primarcas, avanzaban por toda la galaxia, llevando la iluminación y sumisión allí donde iban. El futuro parecía asegurado, y durante una poderosa celebración en Ullanor, el Emperador anunció que Él regresaría a Terra, y que Horus, Primarca de los Lobos Lunares, dirigiría la Gran Cruzada en su lugar. Algunos dicen que fue en este evento donde se plantaron las semillas del desafecto entre los Primarcas, al ser uno de ellos elevado tan públicamente. En realidad, la podredumbre había empezado mucho antes. Tras la Declaración de Ullanor, aparecieron las primeras grietas. Las amargas discusiones sobre el uso de poderes psíquicos alcanzaron su clímax en Nikaea, con las Legiones fuertemente divididas sobre el asunto. El decreto final del Emperador, y las concesiones especiales que hizo a los Mil Hijos, enfurecieron a Russ y sus Lobos Espaciales. Vieron Nikaea como un gran error, y en secreto juraron salvar al Emperador de sí mismo. En el salvaje mundo de Davin, el Señor de la Guerra Horus fue atacado por una misteriosa enfermedad que dejó estupefactos a los mejores Apotecarios de la Legión. Durante su recuperación, Horus asistió a una ceremonia de iniciación de una de las primitivas logias guerreras de Davin, tras la cual la condición del Señor de la Guerra empeoró de grave a crítica. Que un Primarca pudiese sucumbir ante algún patógeno natural debería haber dado una pista de que en lo que ocurría en los salones del Cuchillo de Hueso participaba lo sobrenatural. De hecho, fue un acto de posesión demoníaca por una poderosa entidad de la Disformidad, aunque en ese momento el concepto de lo demoníaco era contemplado como una descarriada superstición. Sólo con la ayuda del poder psíquico del Primarca ciego de los Mil Hijos, y el consejo espiritual del Capellán Erebus de los Portadores de la Palabra, pudo la entidad ser finalmente expulsada. Así, con el Señor de la Guerra habiendo finalmente escapado de su trampa, los Poderes Ruinosos centraron su atención en otra parte. La ordalía reveló al Señor de la Guerra los verdaderos peligros del Caos, un poder tan grande que ni siquiera él y sus hermanos Primarcas eran inmunes a su toque corruptor. Horus estaba severamente debilitado por los sucesos de Davin, y en mala posición para tratar con lo que habría de suceder. Primero, Curze de los Amos de la Noche atacó a Rogal Dorn, antes de huir con su Legión. Peor aún, llegaron rumores desde el este galáctico de que Guilliman se había declarado independiente del Imperio, reclamando soberanía sobre una enorme región del espacio que él llamaba "Segmentum Ultramar". Incluso mientras las fuerzas imperiales se reunían para enfrentarse a los Ultramarines, llegaron terribles noticias desde Prospero: los Lobos Espaciales habían atacado el mundo natal de los Mil Hijos. Proclamaban que Magnus estaba implicado en horribles hechicerías, y buscaban destruirle antes de que pudiera traicionar al Emperador. Con el sueño de la Humanidad desgarrándose por las costuras, las Legiones entraron en la órbita superior de Istvaan V.
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