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| - La gran iglesia del Ministorum tiene casi tantas maneras de lidiar con los herejes como los tipos de herejías que existen. Todos sus métodos incluyen desde tortura y/o muerte hasta expulsar físicamente el pecado del alma del culpable para que esta pueda fortalecer al Emperador con su muerte. Los castigos más extravagantes son el nido de rata, la purga de piel, el enmascaramiento de muerte y la arcoflagelación.
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| - En el dolor está la redención. En el Juicio está la salvación.
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| - La gran iglesia del Ministorum tiene casi tantas maneras de lidiar con los herejes como los tipos de herejías que existen. Todos sus métodos incluyen desde tortura y/o muerte hasta expulsar físicamente el pecado del alma del culpable para que esta pueda fortalecer al Emperador con su muerte. Los castigos más extravagantes son el nido de rata, la purga de piel, el enmascaramiento de muerte y la arcoflagelación. La arcoflagelación es una sentencia que puede dictaminarse sobre aquellos a los que se considere culpables de herejía o de toda una multitud de crímenes perpetrados contra el Emperador. Sus cuerpos están modificados con gran cantidad de operaciones físicas y recondicionamientos mentales y se les implanta una terrible variedad de armamento letal, como garras cortantes y los siempre populares electrolátigos. También se les adecuan inyectores de estimulantes químicos. Los himnos relajantes y las imágenes de santos que sus yelmos pacificadores les proyectan en el cerebro mantienen bajo control a los Arcoflagelantes hasta que se pronuncia la palabra clave que los libera de tales restricciones. Una vez activado, el cuerpo del Arcoflagelante se llena de mortíferos estimulantes de combate, supresores de dolor, bombas adrenales y así como de la acción de reguladores de ondas cerebrales que los convierten en máquinas maníacas y psicópatas, imparables e incapaces de sufrir dolor, y desprovistas de todo sentido de la autoconservación. Los Arcoflagelantes son usados normalmente por la Eclesiarquía en misiones de ataque suicida. Sin embargo, un Inquisidor puede pedir (o demandar si tiene el poder necesario) que un Cardenal ceda uno o dos Arcoflagelantes a su autoridad. Los Arcoflagelantes no son un arma ligera y son muy apreciados por los Inquisidores más destructivos y sedientos de sangre, que no temen algún daño colateral o bajas de civiles inocentes durante sus misiones.
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