A primera vista era una cosa feísima, un navío con forma de puño cerrado con su batería de amenazantes cañones de bombardeo pasando a primer plano. Pintado de manera uniforme en un servicial gris mecánico era posible en su proximidad discernir las dolorosamente trabajadas letras del exterior de la nave. Era descomunal, un monstruo gargantesco de metal que era una verdadera fortaleza y que no parecía tener fin. Las insignias trabajadas de oro y plata que podrían haber sido soldadas a los bordes de la nave gris mostraban claramente el águila imperial, el emblema del Capítulo de los Cráneos Plateados y el nombre del navío... Argénteo Terrible.