[[Archivo:Necron_Inmortal.png|thumb|272px|Inmortal necrón]] Hyrsek solo sentía desdén por sus enemigos conforme arrastraba su cuerpo hacia ellos. Una de sus piernas había sido cercenada y abandonada chisporroteando en el suelo polvoriento tras él. En vida, una herida semejante hubiera sido una sentencia de muerte para un soldado Necrontyr, pero ahora se trataba únicamente de una inconveniencia momentánea que no le impediría matar.
[[Archivo:Necron_Inmortal.png|thumb|272px|Inmortal necrón]] Hyrsek solo sentía desdén por sus enemigos conforme arrastraba su cuerpo hacia ellos. Una de sus piernas había sido cercenada y abandonada chisporroteando en el suelo polvoriento tras él. En vida, una herida semejante hubiera sido una sentencia de muerte para un soldado Necrontyr, pero ahora se trataba únicamente de una inconveniencia momentánea que no le impediría matar. Arrastrándose por encima del borde del emplazamiento de armas enemigo, Hyrsek extendió sus frías garras metálicas. Una cara contorsionada por el miedo lo saludó. La criatura disparó su débil arma a ciegas sobre Hyrsek dejando un trazo ardiente de metal supercalentado en la frente del Inmortal. Esos débiles ataques no suponían un problema. Cerrando sus garras alrededor del cuello del mortal, Hyrsek apretó hasta que la sangre y la carne fluyeron entre sus dedos. Arrojando el cadáver a un lado, Hyrsek se alzo sobre sus pies; su pierna se había reconstruido y el miembro de metal viviente volvía a funcionar perfectamente. En ese mismo momento tres enemigos más entraron en el emplazamiento de armas, disparando sus armas en ráfagas mientras cargaban. Alzándose en toda su altura giró su carabina tesla y una tormenta de luz iluminó su rostro cadavérico mientras sus enemigos se convertían en cenizas frente a él.