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| - thumb|320px Pocos mundos han sufrido el azote y la traición de la herejía en sus carnes con tanta crueldad como el mundo colmena de Thranx, situado en el Segmentum Solar. Desde el día en que fue liberado (durante la Gran Cruzada) hasta el día de su Exterminatus (llevado a cabo por los Ángeles Oscuros), Thranx fue un mundo sumido en la anarquía. Durante el 36º Milenio se produjo una rebelión de carácter alienígena en las monolíticas plantas de energía ecuatoriales que controlaban la atmósfera y el intercambio de calor de la colmena. Los alienígenas que controlaban a los rebeldes pidieron un rescate a cambio de devolver el control de estas plantas, pero se toparon con la firme resolución del gobernador Gount Momery. Este mandó sus mejores regimientos mecanizados contra el enemigo. Bajo su mando, diez mil tanques Leman Russ se posicionaron en los innumerables tejados y terrazas que cubrían el mundo colmena. Los tanques, el orgullo del gobernador, fueron diezmados en el curso de una sola tarde por los cañones láser y los cañones Estremecedores de los rebeldes situados en lo alto del zigurat formado por los escalones de las plantas de energía. Los rebeldes solo tenían que apuntar y disparar a los tanques mientras estos se movían por los tejados y terrazas. En el campo de batalla quedaron cinco mil tanques destruidos. El Gobernador Momery era un hombre testarudo y mandó a sus a sus mermados regimientos al ataque al día siguiente; ataque precedido esta vez por un masivo bombardeo mediante monitorización orbital y navíos de ataque. Desafortunadamente, los graves daños infligidos al enemigo se vieron compensados con el lento avance de las fuerzas lealistas debido a los destrozos que los rebeldes habían ocasionado en las carreteras. Ese día cayeron dos mil tanques más antes de que el ejército decidiese retirarse. En ese momento, los rebeldes habían elevado la generación de calor de las plantas de energía y miles de personas dentro de la colmena estaban muriendo por los golpes de calor y la deshidratación. El Gobernador Momery ordenó a sus astrópatas que pidiesen asistencia a los Adeptus de Terra. Casi por milagro, una barcaza del Capítulo de los Manos de Hierro del Adeptus Astartes pasaba cerca de Thranx y recibió la orden de no permitir que Thranx se convirtiera en un mundo muerto. Las compañías de Manos de Hierro que viajaban en la nave habían sido diezmadas tras una larga campaña en Kolyma, pero sus vehículos estaban intactos. Su líder, el Comandante Sien, estaba dispuesto a llevar a cabo una ofensiva decisiva, aunque fuera solo con sus Land Raiders y el apoyo de los tanques restantes del gobernador. A pesar de que sus fuerzas eran limitadas, creía que, si era capaz de romper el bloqueo rebelde en un punto, el anillo conformado por las plantas de energía podría ser recuperado por las fuerzas del gobernador. Dirigió los cinco Land Raiders de su compañía durante la noche inspeccionando él mismo por delante de ellos para comprobar la ruta mientras el enemigo estaba entretenido protegiéndose del bombardeo al que le estaba sometiendo su navío. El Comandante Sien montó en uno de los Land Raiders y comenzó su ataque al amanecer contra la Planta de Energía 871. La resistencia era fuerte y, cuando los Land Raiders aparecieron en el horizonte, una tormenta de disparos se dirigió contra ellos. El blindaje pesado de los Raiders absorbía la mayor parte del fuego enemigo, pero Sien no avanzó más de 200 m antes de que el Land Raider cuatro, Metallus Gravus, resultase inmobilizado al ser destrozada una de sus orugas y seguidamente destruido por completo por un cañón Estremecedor. El resto de tanques de batalla Astartes seguían avanzando a toda velocidad para alcanzar cuanto antes una de las rampas que daba a la planta de energía. El Land Raider dos, Quoth Karrasis, saltó por los aires al recibir el disparo directo de una batería de defensa láser situada en lo alto de la rampa. Sien no dio tiempo de recargarse al láser y situó su máquina, Cestus, de forma que tuviera un disparo claro contra la cúpula del láser. Tras unos segundos de tensión, Cestus falló su primer disparo y se vio expuesto a un disparo de respuesta. Para sorpresa de Sien, los azorados rebeldes también fallaron y él usó los bólteres pesados del Land Raider para forzarles a abandonar su posición. Sin perder ni un segundo, Sien subió la segunda rampa seguido de los Raiders tres y cinco, pero encontró cortado su camino con trampas antitanque de acero. El Comandante Sien y su tecnomarine bajaron del vehículo bajo el cada vez más intenso fuego de la infantería enemiga con la intención de poner unas bombas de fusión en los obstáculos y ambos recibieron varias heridas leves. Mientras montaban de nuevo en su vehículo, el Raider cinco les avisó de que el enemigo estaba recuperando el cañón láser que había quedado atrás. Sien le ordenó que impidiese que el láser consiguiera disparar, pero, al girar, el gran tanque resbaló y se quedó colgando en la rampa a cientos de metros de altura. El Raider cinco abrió fuego sobre el láser y lo destruyó tras varios impactos directos. Segundos después, el tanque recibió un impacto que convirtió a Sien en el comandante de tan solo dos tanques. Sien detonó las cargas de fusión y siguió avanzando con Cestus mientras el Raider tres le proporcionaba fuego de cobertura. Ambos tanques continuaron subiendo por la rampa, dispersando a la infantería enemiga y recibiendo más y más disparos. La tercera y última rampa estaba ocupada por un Leman Russ cuyo cañón de batalla apuntaba directamente al tanque de Sien. Pero, una vez más, el Emperador velaba por Sien y el disparo apenas rozó uno de los cañones láser. Hizo girar a su vehículo y destrozó el Leman Russ con los cañones láser del otro lado. Continuó disparando al tanque hasta que lo redujo a cenizas para abrirse camino. Pasó por encima del tanque enemigo y, finalmente, llegó a lo alto de la planta de energía 871. A continuación, los dos maltrechos Land Raiders acabaron con las baterías de Estremecedores que había en lo alto de esta planta de energía. Ahora que las defensas rebeldes estaban debilitadas, las Legiones de Acero de Thranx atacaron con fiereza y empezaron a reducir al enemigo. Al final de la batalla, Sien contó uno a uno los impactos que había sufrido su vehículo y se sintió orgulloso al ver que su Land Raider había resistido 132 disparos.
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