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| - Esa noche, el viento soplaba con fuerza, permitiendo retumbar mi ventana; a este ruido, se sumaba el silbido exterior y su choque con el antiguo tejado de la casa en junto. Como comúnmente lo hago, me enterré en la cama que reposa directamente sobre el suelo, más bien, apenas un colchón, extendí mi mano y a mi izquierda está mi ordenador, siempre esperando silencioso y frio a que se haga efectiva mi visita, a darle la vida que solo yo se la he destinado. Irónicamente, la sociedad más amplia está en ella, mis relaciones, sentimientos, temores, es conocedora de todo, mas, lamentable la inexistencia de sentimiento, no podría decir amarla, un objeto más, un cotidiano objeto que poco a poco ha ido formando en mi el inconmensurable universo de lo que no existe, el mundo de la red. Esta noche de frio, la encendí con el común ademán de intentar ignorarla preparando algo para fumar, mientras ella está lista, súpose temerosa, debido a que tardó en encender; entonces, en esos momentos, mi mente solamente piensa en que un mejor trato podría haber evitado su fin, y un sentimiento de arrepentimiento, similar a escalofrío, recorre mi espalda; de hecho esto me ha sucedido tantas veces, que lo siento como esas cosas, selectas pero al final, también cotidianas. Finalmente, encendió. Me adentré en los pasajes de siempre, vi un par de notas curiosas, y conversé con las personas que suelo conversar, de temas que no tienen mayor relevancia, por no mencionar, el grueso tiempo que gastamos hablando estupideces, so pretexto de dar rienda suelta a la imaginación. La medianoche estaba próxima, así que decidí empezar por despedirme de aquellos con quienes todavía conversaba. Mientras mis pensamientos iban y venían recordando todas aquellas ventanas que había abierto, y lo que en cada una de ellas hacía, intentando guardar lo innecesario y acumular de más información este pequeño ordenador, información que quizá nunca más iba a revisar, sin embargo, era clasificada como “importante” o “interesante” y de potencial uso; como recolectar basura digital; me encontré con una página de lo más curiosa, al dar un click innecesario en un espacio que ni siquiera me percaté, sin embargo, la ventana saltó de la nada y apareció, allí, delante del silencioso observador que se disponía a dormir, con el ruido del viento fuera, chocando todavía fuertemente en mi ventana, y la luz, llegando más tenue desde fuera que desde la pantalla, ambas, directamente sobre mi cara. El aspecto de la ventana era oscuro, opalecente, apenas con pocos gráficos, de tintura gótica o similar a artes que por ignorancia, me siento incapaz de seguir describiendo; sin embargo, resaltaba en medio, unas grandes y curvas letras doradas, “This is the end”; entonces me recordó directamente a la famosa canción del grupo The Doors, y a la figura del irreverente Morrison, hablando de un evidente final; intente darle click, y automáticamente, la página se cerró antes de poder acercar el puntero a las letras. Obviamente, este suceso no pasó de ser un suceso cotidiano más, más allá del drama que intente enfocar en este relato, en ese momento, no era más que una página viral. La apagué y nuevamente, a mi izquierda después de ahí colocarla, me recosté a dormir. Todo se volvió opaco, de repente pude ver mis manos en el sueño, y las cosas empezaban a tener tal textura que por un momento sentí, había superado la sensación de realidad, me sentía cansado, el aire era denso, sin embargo, me placía caminar; la extraña sensación de seguir un rumbo me invadía, a pesar de que conscientemente no conocía ningún camino, ni siquiera me era familiar el lugar en donde me encontraba; con lo poco que veía, notaba farotas en las calles, antiguas, y la calle cubierta por gruesos adoquines, con una uniformidad que el uso, había pasado de una forma aplanada, a ondulantes, salientes y entrantes de piedra que evidenciaban el frecuente camino de autos. Seguí por esa calle, a mi parecer, la hora era precisamente, la hora en la que me encontraba en el sueño, y por un momento perdí conciencia de estar dormido, debido a que las sensaciones eran tan reales que hasta podía sentir el frio posarse en mis labios y luego limpiarlos con mi lengua, pretendiendo mantenerlos húmedos y tibios. Más allá, llegué a un almacén, no me parecía extraño no haberme encontrado con gente, debido a la hora en que me encontraba, sin embargo, al llegar acá, me invadió un profundo sentimiento de soledad, la ciudad aparentaba estar vacía, y la ausencia de ruido era tal que si prestaba atención, en el silencio que dejaba por lapsos mi respirar, podía escuchar levemente, el latir del corazón, que poco a poco, se iba acelerando de inexplicable manera, el corazón latía con más fuerza y la respiración se aceleraba, entre en un momento de suma desesperación, intenté correr pero no encontraba destino, la vista perdía su rumbo, entonces, como por intuición, a mi izquierda divisé una pequeña luz, y corrí hacia allá. Llegué más que apresuradamente, y todavía seguía esa sensación en mi ser, esa angustiante e inexplicable desesperación que ni siquiera me permitía gesticular palabra (y es en este momento cuando noto que en realidad, en todo el sueño no me había escuchado hablar), levanto la cabeza y observo, bajo la luz naranja de un faro, que describe tan bien su trayectoria al chocar con la bruma, justo debajo del mismo, está Mariana, mi abuela, a quien no había visto hacia aproximadamente 8 meses; en sus manos estaba mi ordenador; cavilando en estos momentos, y ya con sentimientos totalmente cambiantes habiendo pasado (nuevamente sin percatarme) de lo desesperante a lo atónito, recuerdo que de hecho, la última vez que la vi, era antes de que mis padres me regalaran el computador, extrañamente, desde ese entonces, no volví a disponer de tiempo suficiente para hacerlo. Mariana, lleva en su mano una navaja, yo intento hablarle pero no lo consigo, mi voz ha desaparecido, y solo me atrevo a presenciar el extraño evento que en el ensueño acontece: Toma la navaja, y con la fineza y dedicación que un ama de casa, corta el filete hasta conseguir pedazos tan finos, de la misma manera, toma su brazo y con su diestra haciendo un corte longitudinal en su muñeca, abre sus venas y empieza a desangrar, intento mover mis manos, pies, mi boca y alcanzarla, gritar, correr pero es inútil, estoy ahí para ser testigo de acto de tal atrocidad; finalmente, con la poca fuerza e infinita paciencia que todavía denota en su rostro, marca con sus dedos llenos de sangre sobre el ordenador “this is the end”, en ese instante, caigo sobre el pavimente con los ojos bien abiertos, observo también ella caer de su silla y la sangre correr hasta la alcantarilla delante de mi cara, espesa y rojiza sangre. Despierto atónito, observo a mi alrededor, lo primero que decido hacer es bajar a por un vaso de agua, busco a alguien en casa, mi madre no está, tomo el teléfono y llamo a casa de mi abuela, para mi sorpresa, la voz de mi madre contesta, se escucha ruido y llanto en el fondo; mi pregunta es directa: ¿Cómo está la abuela?; un silencio en su voz, demanda para mi lo casi evidente, lo casi presenciado, y el frío por mi espalda vuelve a recorrer, ahora con más intensidad, y ya no se disipa, sino se contiene contrayendo los músculos, sensación de la cual, el grito y el llanto, solo ellos, permiten liberarte. Tras la pausa, finalmente gesticula mi madre: está muerta, aparentemente, se suicidó. Dejo caer el teléfono e intento dar explicación a tan horrenda pesadilla, no tengo compañía, estoy solo en esta casa, no quiero salir no puedo hacerlo, vuelvo a mi cuarto, vuelvo a hundirme en el colchón sobre el suelo, y como por inercia, estiro mi mano hacia mi izquierda, tomo mi ordenador, y mis dedos que cubren la parte baja del mismo para levantarlo, sienten la tibieza y humedad de un líquido, con la luz encendida todavía, veo el rojo en mis yemas, giro el aparato y encuentro tan diabólica frase, marcada con sangre fresca todavía. Sacado de cpp.com
- This is the End (Éste es el fin o Es el final en español) es una canción de la película Mickey, Donald, Goofy: The Three Musketeers cantada por el Trovador y el coro.
- This is the End is an upcoming comedy film starring numerous well-knowns from TV and film portraying fictional versions of themselves as the world comes to an end. Directed by Evan Goldberg and Seth Rogen, and written by Rogen and Goldberg stars include: James Franco, Jonah Hill, Seth Rogen, Jay Baruchel, Danny McBride, Craig Robinson, Emma Watson, Michael Cera and among many others. This is the End is currently scheduled for a June 12, 2013 theatrical release with the DVD release in October 4th of 2013
- We are doomed. The Gray Vipers, the Imperial City, the very Empire—all of us. The Daedra cannot be stopped. All that they do they do from impulse. And it is hideous. Years from today, if anyone remains to find this parchment, they may glean irony in a Gray Viper lamenting his fate after a lifetime of debauchery and criminality. But what I've done as a Viper was in the name of survival. Flourishing as it was before the Daedra invasion, this scholar-in-training found Imperial City didn't provide for everyone. The Gray Vipers allowed me to provide for myself. These Daedra, however … they kill us, maim us, infect us with demonic disease, and are enlivened by it. It's an art to them, a creative outlet, to cause agony. And when they run out of mortal bodies to disfigure they venture above to get more. It will be my turn soon, and I would deny whatever grotesque fate they craft for me. So I've started a collection. Just scraps of rope and cloth, here and there, pillaged from the bodies we pass when we're marched out of these cells to be paraded and whipped for the Lord Warden's pleasure. By week's end, I'll have enough for a way out of this place.
- "This Is the End" is a song from Mickey, Donald and Goofy: The Three Musketeers, singing for the Troubadour to Donald. It is sung to the tune of Beethoven's 5th Symphony.
- "This is the End" is a song by Andy Partridge. It appeared on the 1992 fan club cassette The Bull with the Golden Guts, then on Andy's Fuzzy Warbles Volume 3 in 2003.
- Echopaw struggled to her paws. Her opponent launched himself at her again, hissing. Echopaw ducked and whirled around; the tom landed clumsily behind her. She jumped and pinned him to the ground. "Give in!" she said in what she hoped was a commanding voice. "Very good!" a friendly voice meowed from behind her. Echopaw looked up to see her mentor, Mistyrain, walking up to her with warmth in her eyes. "You can let him up now." Echopaw stepped off of the young tom, who stood up and shook the dust from his pelt. "You messed up my fur, Echopaw," he complained. "Sorry, Bramblepaw," Echopaw purred. "Maybe we should change your name to Dustpaw." He dropped into a crouch and wiggled his rear. "Is that a challenge? Whoever loses the next round is renamed Dustpaw?" Mistyrain stepped between the two apprentices. "Enough," she scolded, but Echopaw could see her amusement. "You both did very well." Behind her, Bramblepaw's mentor, Flamingsun, glanced at the sky. "We should get back to camp. It's going to rain soon," he observed. Echopaw followed her mentor out of the training hollow. She fell in beside Bramblepaw and nudged him with her shoulder. "I'll beat you next time, too, Dustpaw," she teased. He pretended to be upset. "What did I do to deserve this?" he complained. "Let me think," Echopaw purred, pretending to think it over. "You existed, of course." He gasped and feigned shock. "Well! Maybe I won't share my fresh-kill with you!" Echopaw stopped walking and watched as he hurried ahead and said something to Flamingsun. The large ginger tom flicked his tail over his apprentice's back, and they vanished into the undergrowth, with Mistyrain close behind. I like training with Bramblepaw, she thought. He's fun. Suddenly a raindrop landed on her nose. She looked up at the stormy sky. Fiery lightning flashed across the heavy gray clouds, and booming thunder shook the ground. She ran in the direction of the camp as more rain started to fall. She skidded under the bush that made the apprentices' den and dove into her nest, shivering. Bramblepaw lay nearby in his own nest. "Forget Dustpaw, your name should be Wetpaw," he told her, whiskers quivering. Echopaw stood up and shook the water from her pelt. Bramblepaw scooted into the farthest corner of his nest, but most of the rainwater landed on him anyway. He glared at his wet pelt with indignation, and Echopaw stifled her purr of amusement by hastily lying down and pushing her muzzle into the moss. "I'm too tired to argue," the brown tom sighed, making himself comfortable again. "Mistyrain and Flamingsun know how to make us work hard." Echopaw meowed her agreement. "At least no cat would ask us to go out on patrol while it's raining. We can get some rest." Bramblepaw had already fallen asleep. Echopaw rested her head on the side of her nest and let sleep whisk her away as well.
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