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| - No fue hasta la partida del Emperador a Terra y la reorganización de las fuerzas del Imperio bajo el mando supremo de Horus Lupercal como Señor de la Guerra que ciertos elementos de la Legión de los Lobos Espaciales recibieron el encargo de la subyugación o la destrucción de los Wrækan Dreor, tal y como se justificó al considerarles una amenaza demasiado peligrosa para la seguridad de las regiones del norte del Imperio. Sin embargo, una serie de turbulencias inesperadas en la Disformidad hizo imposible a la flota punitiva de los Lobos Espaciales hacer avances significativos, perdiendo varias nave y alterando en última sus órdenes cuando los Wrækan Dreor atacaron Altus Ferro, un mundo recientemente reclamado por agentes del Mundo Forja de Cyclothrathe. Como tejido por el destino, en ese momento una división de la 63ª Flota Expedicionaria, la del propio Horus, iba con destino a reabastecerse a las cercanas instalaciones de Puerto Mandíbula y Manachea, y fueron Horus y sus Hijos de Horus quienes respondieron a la llamada. Enfrentándose a los Caballeros de ébano de los Wrækan Dreor sobre los mares congelados de Altus Ferro, se dice que Horus acabó personalmente con el Caballero del comandante enemigo, mientras que una falange de Justaerin y Tanques de Asalto Spartan contuvo al resto de el enemigo. Este poderoso choque de armas terminó la batalla y los guerreros supervivientes de los Wrækan Dreor, viendo en el Señor de la Guerra a un poderoso señor, juraron lealtad a Horus a la manera tradicional de su pueblo, nombrándolo su señor y "Aquel que da el Anillo" e informándole de que eran solo una banda entre muchas. Lo que pasó a continuación sigue siendo desconocido, pero se cree que Horus tomó una sola nave y su Compañía, viajando por el corazón del territorio de los Wrækan Dreor, encontrándose los restos de su mundo natal, donde las diversas bandas de Wrækan Dreor luchaban en guerras salvajes e intestinas por recursos y gloria empapadas en sangre. Con sus Hijos de Horus y los Caballeros a su servicio, el Señor de la Guerra se embarcó en una campaña de la diplomacia y violencia controlada que enfrentó a cada pequeño caudillo contra sus vecinos y terminó con cada banda jurando servir a Horus o ser destruida. A su regreso al espacio Imperial, la incuestionable autoridad del Señor de la Guerra vio la rápida incorporación de los Wrækan Dreor como Casa de Caballeros del Imperio. Fueron inscritos en el Colegio Imperial de Armas bajo el título de "Ærthegn," un nombre seleccionado por Horus de sus leyendas para representarles en el Imperio. Sin embargo, detrás de la máscara de la Casa Ærthegn, éstos salvajes se mantuvieron fieles a sus viejas costumbres, rondando los sectores no pacificados más allá de las fronteras del creciente Imperio bajo el mando de Horus, perfeccionando sus habilidades y en espera de su llamada a la guerra. Casi no existen registros de era moderna y que los eruditos imperiales pueda leer para discernir los horrores sufridos por la Casa Ærthegn durante la Era de los Conflictos y que les convirtió en los Wrækan Dreor. Pocos salvo los oficiales de la XVI Legión y sus aliados se reunían con ellos y sólo para llevarlos a la batalla, y los registros presentados al Officio Militaris antes del estallido de la Herejía de Horus han demostrado ser, en retrospectiva y en el mejor de los casos, engañosos. Se sabe que el Mundo Caballero de la Casa Ærthegn fue destruido por alguna calamidad desconocida, reducido a pedazos astillados de roca a los que ahora se aferran los jirones más livianos de atmósfera. Los fragmentos del planeta forman parte de la Corriente Hrethmael, que los restos de la Casa Ærthegn reclamarron como su dominio, manteniendo un número desconocido de complejos fortificados enterrados dentro de ellos. Que los restos dispersos de esta otrora orgullosa Casa poseyeran la capacidad tecnológica para construir y mantener este tipo de enclaves, así como sus propios transbordadores y Caballeros, hace mucho que desmintió la apariencia y porte primitivos de los guerreros de la Casa. Cada uno de sus enclaves actuaba como base para una subdivisión de la casa, así como el repositorio de la multitud de bienes muebles y otros artículos incautados en las incesantes incursiones perpetradas en los sistemas cercanos, tanto humanos como xenos. Estos continuos ataques eran el principal método de supervivencia de la Casa, y tal era la competencia por los recursos que los combates entre enclaves eran una visión común, y cualquier signo de debilidad era una señal a otros para caer y saquear el enclave de todo material utilizable. La fuerza de combate de la Casa Ærthegn se formó en torno a cierto número de bandas de guerreros, organizados por un único líder guerrero de reconocida valentía, destreza marcial y, lo más importante para los guerreros de la Casa Ærthegn, gran generosidad tras las conquistas. Las bases de estas bandas guerreras miraban a sus caciques tanto en busca de liderazgo en el combate como para los espléndidos regalos de los despojos de sus incursiones, y a cambio daban coraje y lealtad hasta la muerte. Muchas son las leyendas entre los Wrækan Dreor que celebran la fidelidad ante la adversidad y entre sus filas, y aquellos que rompen un juramento son vistos con particular desprecio. En el campo de batalla, los guerreros de la Casa Ærthegn han cambiado poco desde sus días como entregados saqueadores, pese a los intentos de Horus de darles una mínima pátina de civilización que colara a ojos de la Divisio Militaris. Liderados por Caciques que tenían una posición similar a los Senescales de otras Casas, sus guerreros observaban las estrictas jerarquías de los otros con desdén. Existen pocos rangos oficiales entre ellos, pero muchos de los guerreros más experimentados tienen títulos de honor informales, adquiridos por aclamación popular por sus hazañas en la batalla; los guerreros más jóvenes siguen el ejemplo de estos veteranos, deseosos de compartir su gloria. Las órdenes de forasteros que podrían considerarse a sí mismos con autoridad son raramente escuchadas, pero cuando uno de estos veteranos avanza, sus hermanos le siguen, reaccionando al flujo de la batalla como una manada de cánidos salvajes en plena caza. Es evidente que la incorporación de los Wrækan Dreor al Imperio como la Casa Ærthegn hizo poco para moderar su brutalidad, y de hecho tal vez sólo sirvió para que fueran más peligrosos bajo el patrocinio del Señor de la Guerra. El contacto con el Imperio antes de la Herejía se llevó a cabo casi exclusivamente por los Hijos de Horus y sus fuerzas de retención, y el Mundo Forja de Cyclothrathe y un grupo selecto de Comerciantes Independientes con vínculos con el Señor de la Guerra suplieron esas armas de guerra en poder de la Casa Ærthegn cuyos números habían descendido por las incesantes redadas y disputas, amén de restaurar tecnologías que el tiempo había devastado. Sin trabas por parte de su cacique nominal, Kynerak Gravewalker, a quien Horus nombró Señor de la Casa, la competencia entre las huestes de los Wrækan Dreor se intensificó a fin de demostrar su valía, tanto a su cacique como a su nuevo señor. Cada vez que tenían la oportunidad de probarse a sí mismos en duelos sangrientos contra otras Casas de Caballeros imperiales y Desarraigados, los Wrækan Dreor las aprovechaba sin dudar, ejecutando a menudos deliberadas provocaciones con el fin de asegurar que tales duelos fueran asunto mortales; una práctica que pronto les ganó una mala reputación entre sus "aliados". Incluso antes del estallido de la Herejía, hubo muchos que buscaron que Kynerak sufriera una censura oficial, tanto por las acciones de lo que Horus dijo eran "elementos rebeldes" de la Casa y sus propios actos, como por el saqueo de Alrus-Legia, donde 100.000 ciudadanos recién liberados fueron sacrificados o condenado a una vida de servirude por la Wrækan Dreor. La única medida adoptada por Horus para cambiar a los guerreros de la Casa Ærthegn fue el envío de un contingente de sacerdotes davinitas y asesores de los Hijos de Horus a finales del 004.M31 para "ayudar a su aclimatación a la cultura imperial." Estos sacerdotes parecen haber tenido un impacto profundo en la Casa Ærthegn, añadiendo gran parte de su simbología del cuervo a muchas de sus armaduras. Sin embargo, en lugar de fortalecer sus vínculos con el Imperio, esto sólo fortaleció su lealtad al Señor de la Guerra y jugó un papel en su posterior descenso hacia la locura y vuelo más allá de los límites de la venganza imperial.
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