| abstract
| - ¿Que se sentirá? ¿Con quién será? ¿Será tan bueno como dicen? Son las preguntas típicas que me hacia al pensar en ello. Si, se que para tener en ese entonces sólo 16 años pienso en esas cosas se ve mal y parezco puta o perra en celo, díganme lo que quieran total, no me importara. Cada vez que intentaba preguntarle algo a mis padres sobre eso me llamaban loca, se que es algo que las religiones ven muy mal, pero que al menos me resolvieran la duda. Tal vez ellos nunca lo hayan hecho y lo mas posible es que sea adoptada, pues ellos no me comprenden. La mayoría de mis amigos me decían que ya tuvieron su primera vez, dicen que siempre a alguien le va a doler. En una de las ocasiones en las que salí a la calle me tope con lindo muchacho, era muy tierno y me hacia sentir una princesa. No me sorprendió -mucho- que me empezara a gustar al tan poco tiempo. Comenzamos siendo amigos, el me apoyaba y yo lo ayudaba, el me hacia reír y yo lo divertía, el me hacia sentir mariposas en el estomago y yo... No sabia que le hacia sentir. Un par de meses más tarde me pidió ser su novia. Aun recuerdo como había preparado todo tan dulcemente, lleno de peluches, dulces, globos y rosas rojas. Me puse como loca cuando las mariposas se ponían a revolotear en todo mi ser, lo acepte y se convirtió en mi novio. Llevábamos mas de dos años de relación. El me pidió matrimonio el día de mi cumpleaños numero dieciocho, aún sin tener mi primera vez. Mis padres lo aceptaron gustosos viendo lo feliz que era con el. El día de la boda era todo tan perfecto, elegante, lleno de felicidad y harmonía, todo un paraíso. Cuando termino la fiesta nos dirigimos al aeropuerto para llegar al día siguiente a París donde tendremos nuestra luna de miel. Al llegar llegamos directamente al hotel, dejamos nuestras cosas y nos dimos un tour por la ciudad. Cuando la noche llego me sentí ansiosa, quiero tener mi primera vez con el, en tan hermosa ciudad llena de vida. Dentro ya de nuestra habitación lo jale de la corbata que tenía puesta y lo empece a besar, fue un beso lleno de ternura y cariño, mientras lo besaba apretaba el cuello de la corbata robándole el aire. El rompió el beso y se aflojo la corbata donde ya en el cuello se podían ver las marcas que le deje, me miro asustado ¿será que también era su primera vez? Me disculpe y le dije que seria un poco mas cariñosa y delicada. El no me entendió del todo. ¡Que torpe e inocente! Me lo comería a besos en este instante si no hubiera una cosa más interesante que hacer. Tome mi bolso y de ahí saque una banda negra, le pedí que se tapara los ojos, se quitara la ropa y se acostara en la cama. El no dudo en obedecerme, se acostó en las blancas sabanas con el cuerpo desnudo. Me reí internamente del nerviosismo. Volví a tomar mi bolso donde tenía un pedazo de una ventana rota que recogí mientras vagábamos por la ciudad y con ello le atravesé la garganta. Empezó a agonizar y pedir ayuda. Me preocupe un momento, pero mis amigos empezaron a gritarme en la cabeza que lo estaba haciendo bien, que hace se comienza. Me relaje, al final el iba a ser el que le doliera. Volví a tomar el pedazo de cristal, el color que ahora tenía era rojo carmesí con un olor en si metálico, encaje el pedazo un poco mas abajo de su cuello y lo fui arrastrando hasta llegar al ombligo. La sangre escurría y manchaba las sabanas, el ya no me suplicaba o se movía, mis amigos me dijeron que esta bien, solo faltaba la parte mas importante. Deje el pedazo de vidrio el uno de los burós que están en la habitación, me puse de rodillas alado de el, quite la venda de color negro de sus ojos y le di un beso en la nariz antes de continuar. Sus ojos estaban llorosos, se veían algo muertos sin alma; pero seguí con mi trabajo. Metí un dedo en su cuenca ocular y le saque el ojo derecho, lo lamí y saboree un momento; era suave y viscoso con un relleno delicioso. Al poco rato ya me había comido su corazón, un pulmón y los riñones. Los intestinos no me apetecían mucho, me da asco pensar que tengo que sacar excrementó de ellos. Continúe comiendo, sintiendo la-ahora-fría sangre de mi esposo, su piel, costillas, cerebro, pulmones, estomago... Todo era simplemente un manjar. Cuando por fin me sentí llena lo mire, destripado con casi nada de sangre, lleno de mordidas, una gran vista. De nada, ahora toca lo mas importante, por lo que te has preparado todos estos años. No respondieron, así que lo tomo como un si. Tome uno de los huesos de mi marido y lo afile con mis dientes por una hora. Y con la hermosa luz de París encaje el hueso directo en mi pecho diciéndole adiós a esas voces que me obligaban a hacer cosas que odiaba y el dolor que me hacían pasar. Ahora puedo descansar por primera vez.
- Mi primera vez de Ricardo Arjona: Animal nocturno.
|
![[RDF Data]](/fct/images/sw-rdf-blue.png)