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| - Onaga fue derrotado. Absorbí los estilos de lucha de montones de guerreros y descargué mi ataque sobre el Rey Dragón, expulsando su alma de esta existencia. Su cuerpo se derrumbó, y tras unos momentos retorciéndose y agrietándose grotescamente, el cuerpo sin vida de Reptile era lo que yacía ante mí. Durante un tiempo fui reverenciado como un héroe. La gente del Outworld me aceptó con entusiasmo como el defensor de su reino. Sin embargo, su respeto y gratitud eran inmerecidos, ya que había sido yo quien permitió que Onaga regresase. Asumí el papel de campeón para ayudar a animar a esta tierra devastada por la guerra, pero no me sentía digno de su admiración. Tiempo después, se me informó de que la Princesa Kitana solicitaba mi presencia en la fortaleza de Shao Kahn. Las fuerzas edenianas habían eliminado a la guardia de élite de Reiko, los últimos vestigios del viejo imperio, y ella deseaba celebrar ese acontecimiento con el "Héroe del Outworld" a su lado. Lo que hizo detenerme fue que cuando Kitana y yo nos separamos después de la derrota de Onaga, ella había expresado su deseo de ayudar al espíritu incorpóreo de Liu Kang. Por lo tanto, pensé que ella había ido al Reino de la Tierra. Puede que ella hubiera completado su tarea y volviese antes de lo esperado, aunque lo más seguro es que la invitación no había sido realizada por Kitana. No soy el ingenuo que yo una vez fui. He obtenido mucha experiencia con el engaño. Podría ser que una nueva amenaza estuviera surgiendo en mi hogar adoptivo. Si pudiera descubrir un plan oculto para desestabilizar el reino y desbaratase un posible ataque, realmente me habría ganado el respeto de la gente del Outworld, además de redimirme ante mis propios ojos.
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