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| - Herejía de Dorn - Lobos Espaciales (No Oficial)
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| - El antiguo Fenris, el mundo en el que aterrizó el joven Russ, era un planeta de violentos extremos. Atrapado en una órbita elíptica aguda, sus inviernos eran largos y oscuros, y la agitación gravitacional provocada por el paso de Fenris cerca de su sol sacudía a las dispersas islas volcánicas habitadas. Las tribus humanas estaban obligadas a vivir de los tormentosos mares, construyendo barcos a partir de los pocos árboles que llegaban a madurar y de los pellejos de los monstruos de las profundidades. Estas naves no eran vitales únicamente por la pesca, sino que también servían para trasladar comunidades enteras a nuevas islas cuando las suyas se hundían bajo las olas. Un mundo tan duro forjó a un pueblo fuerte y resistente, nómada, que se preocupaba poco por el conocimiento que no pudiera
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| - ¡Por Russ y el Emperador!
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| - ¡Por Russ, por los cráneos, y por la Hora del Lobo!
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| - Operaciones de asalto de choque, de búsqueda y destrucción y de persecución, campañas de castigo y execración
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| - No tengáis miedo de la forma en que la historia imperial juzgará nuestros actos. Si no actuamos hoy, el mismo Imperio pronto será historia.
- Apenas había sido iniciado y estaba lleno del espíritu del Wulfen cuando el propio Primarca convocó a mi Manada de Garras Sangrientas. Nos llevó a las profundidades de los bosques de Asaheim, y puso a prueba nuestras habilidades rastreando a una manada de Lobos de Fenris.
- Derrotar a alguien en una lucha limpia y demostrar tu dominancia es correcto. Engañar a tu oponente para lograrlo... mejor todavía. Pero robar la mente de alguien con la hechicería, tomar de él lo que lo hace humano... eso no tiene perdón. Los mataremos a todos.
- Desde la cobertura de un promontorio rocoso observamos cómo la manada acorralaba a un rebaño de alces de nieve. Los jóvenes lobos aullaron y gruñeron, y después cargaron directamente hacia el sólido muro de bestias que tenían ante sí. Me sorprendí ante una estupidez tan valerosa, murmurando que serían desgarrados por las afiladísimas cornamentas de los alces, pero Russ solo se rió suavemente y señaló a un grupo de arbustos. De allí saltaron los miembros más viejos y sabios de la manada. Habían aprovechado la ruidosa distracción para infiltrarse por los mal defendidos flancos del rebaño. En el pánico, la línea defensiva fue dispersada y los jóvenes lobos no tuvieron problemas para acabar con los poderosos alces uno por uno sin una sola baja.
- Mientras la manada empezaba a comer, Russ se volvió hacia mí y dijo: 'Así es como lucha un verdadero lobo, Bjorn. Así es como luchamos nosotros...'
- ¿Libros? ¡Nosotros guardamos el conocimiento aquí arriba! [se toca la cabeza] Cualquier tribu que usara su madera para hacer papel en vez de astas de lanza o mangos de hacha no duraría mucho en Fenris, ¡se lo puedo asegurar! Una vez nos dieron algunos libros para intentar 'civilizarnos', eso dijeron. Resultaron muy útiles para encender el fuego, y las páginas eran ciertamente más suaves y cómodas en las nalgas que las hojas de ghora después de una buena comida, [sonríe abiertamente] ¡aunque no creo que ese fuera exactamente el efecto 'civilizador' que tenían en mente!
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Saga
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Nombre
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Autor
| - Jefe Bran Dientehierro, sobre los beneficios del Imperio
- Guardia del Lobo Bjorn Garra Implacable
- Leman Russ
- Leman Russ, poco antes de la Quema de Prospero
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imagen
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abstract
| - El antiguo Fenris, el mundo en el que aterrizó el joven Russ, era un planeta de violentos extremos. Atrapado en una órbita elíptica aguda, sus inviernos eran largos y oscuros, y la agitación gravitacional provocada por el paso de Fenris cerca de su sol sacudía a las dispersas islas volcánicas habitadas. Las tribus humanas estaban obligadas a vivir de los tormentosos mares, construyendo barcos a partir de los pocos árboles que llegaban a madurar y de los pellejos de los monstruos de las profundidades. Estas naves no eran vitales únicamente por la pesca, sino que también servían para trasladar comunidades enteras a nuevas islas cuando las suyas se hundían bajo las olas. Un mundo tan duro forjó a un pueblo fuerte y resistente, nómada, que se preocupaba poco por el conocimiento que no pudiera ser llevado en sus cabezas. La supervivencia no solo requería navegar, sino también arrojar al enemigo al mar, ya fueran incursores, o simplemente una tribu incapaz de defender las preciadas islas, y por tanto indigna de habitarlas. Sin embargo, no fue por estas gentes por quien el joven Primarca fue hallado, sino por algo mucho más peligroso. Según la legendaria saga de Gnauril el Anciano, "La Ascensión del Rey Lobo", fue criado durante sus primeros años de vida por una manada de lobos de Fenris, mamando de la loba como un cachorro y cazando a cuatro patas con el resto de fieras. Fueron estas cacerías las que le llevaron a encontrarse por primera vez con las tribus de humanos. Al oír que los lobos aterrorizaban a sus vasallos, el gobernante de la isla ordenó a sus guerreros que le trajeran sus pieles. La manada fue atraída a una trampa por un wyrd, uno de sus Sacerdotes Rúnicos, que les hizo creer que uno de ellos estaba herido y pidiendo ayuda. Una vez acorralados por las empinadas paredes de una garganta, el denso sotobosque fue prendido con flechas ardientes, y los enloquecidos animales causaron una matanza al salir de allí. El Primarca vio a su madre adoptiva cargar contra los cazadores, solo para ser derribada por el infernal relámpago del Sacerdote Rúnico. Con un aullido inarticulado de furia saltó al lado de la loba, dispersando a los humanos que buscaban matarla. A pesar de recibir varios flechazos envenenados, la rabia y el desafío aún ardían dentro de él. Al final fue la hechicería del Sacerdote Rúnico lo que le dejó inconsciente. Los lobos fueron despellejados, pero la extraña criatura salvaje fue atada firmemente y llevada de vuelta a los salones de Thengir, Rey de la tribu de los Russ. Viéndolo como un reto personal, Thengir fanfarroneó de que domaría al chico salvaje y le enseñaría la lengua humana. Aunque empezó como una apuesta por diversión, el Rey pronto llegó a contemplar al joven como hijo suyo, llamándole Leman de los Russ. Aunque conservó cierto salvajismo lupino, el chico se esforzó por adquirir su herencia humana con aplomo. Sus extraordinarias fuerzas, habilidades y astucia le hicieron ganarse un puesto dominante dentro de la tribu, y cimentar su posición como legítimo heredero al trono de Thengir. A medida que Leman Russ ascendía a la grandeza, un grupo se vio más y más excluido de los concilios del Rey: los antaño poderosos Sacerdotes Rúnicos. Algunos dicen que Russ nunca pudo perdonarles lo que le habían hecho a la gran loba que le había criado. Otros, que al haber conseguido apenas recientemente la habilidad del habla y del razonamiento humano, al Primarca le parecía que la forma en que los wyrds usaban sus poderes para nublar las mentes y robar los pensamientos de los hombres era el peor crimen de todos. Sus instintos demostraron tener razón cuando los Sacerdotes Rúnicos usaron sus poderes para hacer que miembros leales de la tribu atacasen a Russ y al rey Thengir. Reconociendo la mancha de la hechicería, Leman Russ acabó rápidamente con los Sacerdotes Rúnicos atacantes y terminó la lucha, pero no logró evitar que Thengir sufriese una herida mortal. Los vasallos liberados rogaron por sus vidas a los pies de Leman Russ. Dijeron que su voluntad les había sido arrebatada, que no habían sido más que marionetas indefensas en el ataque. Afirmaron también que habían oído que otros Sacerdotes Rúnicos estaban implicados y eran cómplices, tanto en la isla como en otros territorios. Sombríamente, Leman Russ les ordenó levantarse, y con una voz llena de certeza hizo la siguiente proclama: "Derrotar a alguien en una lucha limpia y demostrar tu dominancia es correcto. Engañar a tu oponente para lograrlo... mejor todavía. Pero robar la mente de alguien con la hechicería, tomar de él lo que lo hace humano... eso no tiene perdón. Los mataremos a todos." —Leman Russ Con este fin, la tribu de los Russ empezó a llevar torques hechos de sólido y fiable hierro. Conocidos por proteger contra la hechicería, sus cualidades eran reforzadas al empapar el brillante metal en la sangre de un enemigo. Así protegido, para cuando el Emperador llegó a Fenris el recién coronado Rey Lobo ya había purgado la mancha de la hechicería de su isla, y también de las de sus vecinos. La primera aceptación instintiva de Russ hacia el Emperador como su verdadero padre quedó seriamente sacudida cuando se hizo evidente que no solo era lo que los fenrisianos llamaban un wyrd, sino el más poderoso de la galaxia. El Emperador explicó con paciencia la diferencia entre la salvaje hechicería y sus propios poderes psíquicos, altamente controlados, pero Russ se negó a escuchar. Incluso el honor de dirigir una Legión Astartes fue tomado como un insulto. Acusó fríamente al Emperador de no ser mejor que los Sacerdotes Rúnicos, que usaban a otros para luchar por ellos sus batallas, y arrojó al suelo con desprecio el sello dorado con el trueno y el relámpago que le había regalado. Russ se dispuso a enfrentarse a los Custodes que habían avanzado sutilmente para proteger a su señor, pero el Emperador ordenó a Sus guardias que se hicieran a un lado, y dándose cuenta de lo que haría falta para convencerle, le retó a un duelo. El Señor de la Humanidad y el Rey Lobo lucharon con las manos desnudas toda la noche, y cuando el sol se alzó sobre las ruinas de la casa de troncos, el asunto había quedado finalmente cerrado. El Emperador había mostrado que estaba dispuesto a derramar Su propia sangre antes que exigir la de Sus súbditos, y solo por sobrevivir tanto tiempo, Russ había demostrado fuera de toda duda que era de verdad uno de los Primarcas de su padre. Todo lo que quedaba por hacer era que el Emperador estableciese su dominancia incuestionable. Con un poderoso golpe que asombró a toda la multitud reunida, el Emperador golpeó a Russ en toda la cara y lo dejó inconsciente. Entonces, ante los aplausos de los fenrisianos, el ensangrentado Señor de la Humanidad colocó su sello dorado en el cuello de Russ. Al hacerlo, el Emperador pasó formalmente el mando de la Sexta Legión a su Primarca, y a partir de entonces se la conoció como los Lobos Espaciales.
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