About: dbkwik:resource/cDAfMEFBtdwZbKO6J6L3SQ==   Sponge Permalink

An Entity of Type : owl:Thing, within Data Space : 134.155.108.49:8890 associated with source dataset(s)

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  • Relato No Oficial Imperio: Hankak: Mundo de ceniza
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  • Victorique le había entregado un paquete, una sencilla caja de madera forrada de sellos, indicaciones e informes del Correo Imperial. En la base, el sello de su familia y una oración de protección en skiano para que el paquete llegara sano y salvo. La asistente de los Sables Nametherianos le había dicho que venía de Aarschlift, la capital de Skia. Él ya lo suponía. <> Se había dicho a sí mismo. ´´Querido Jean, esperamos que el Emperador guíe tus pasos y tus huellas mantengan tu recuerdo. Esperemos que la suerte no te haga falta. Te quiere tu hermana. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++
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  • Victorique le había entregado un paquete, una sencilla caja de madera forrada de sellos, indicaciones e informes del Correo Imperial. En la base, el sello de su familia y una oración de protección en skiano para que el paquete llegara sano y salvo. La asistente de los Sables Nametherianos le había dicho que venía de Aarschlift, la capital de Skia. Él ya lo suponía. Jean había perdido el contacto con su familia cuando, casi algo más de medio año atrás, el inquisidor se lo había llevado con él para que formase parte de su equipo. No había tenido oportunidad de enviar una carta, y al dejar de pertenecer a su anterior unidad de la Guardia Imperial su familia no tenía constancia alguna de que sus cartas no le iban a llegar a nadie. Llegó a la conclusión de que alguien les había informado del cambio, pero no se atrevió a ir más allá. <> Se había dicho a sí mismo. El skiano había esperado a llegar a su lugar para abrir el paquete e inspeccionar su contenido tranquilamente. Su camarote estaba bien, y era todo lo tranquilo y acogedor que podía esperarse de una habitación metálica en el interior de una nave espacial. Lo cual no era un problema en sí, sino el hecho de que el sistema de equilibrado térmico del camarote estaba estropeado, y hacía un calor bochornoso en él. Jean había buscado un lugar fresco y lo suficientemente aislado durante los dos primeros días de su estancia en el Alfanje, dejando la habitación que le habían asignado como un mero lugar para almacenar sus pertenencias. Al final, había encontrado su refugio en el arsenal de la fragata clase Sable. Era una simple habitación sin muebles ni decoración de ningún tipo, y Jean ignoraba cuál había sido su cometido original. Se había pasado varias horas limpiando las innumerables capas de polvo que se habían creado y superpuesto con el paso de los años, hasta que desistió y se las arregló para tomar prestado un servidor de limpieza. El autómata había completado su tarea satisfactoriamente en un par de horas, y el guardia imperial lo devolvió a su lugar antes de que alguien lo echara de menos. Llevar una hamaca hasta ahí y colocar un candado en la puerta había sido el último paso. Al fin y al cabo no necesitaba más mueblerío ni adornos. Se echó en la hamaca una vez hubo llegado a su refugio y dejó el paquete en el suelo, ya abierto. Contenía un par de cartas de madera de steethgël metidas en sendos sobres cerrados con el sello de la familia, y una pequeña caja envuelta en papel atado con una cinta roja. Lo primero que hizo fue coger ambas cartas y comparar sus fechas para saber cuál debía leer primero. La más antigua simplemente hablaba sobre lo mucho que le echaban de menos y lo orgullosos que estaban de él. También le contaban algo sobre los resultados de la liga de fütengheld y unas cuantas anécdotas familiares. La otra le pareció más interesante. Reconoció la cuidada caligrafía de su hermana, que regentaba una cafetería bastante popular en su zona. Decía así: ´´Querido Jean, esperamos que el Emperador guíe tus pasos y tus huellas mantengan tu recuerdo. Recibimos un mensaje de un anónimo hace un par de días. Lo transmitieron a la central astropática de Aarschlift y desde ahí nos lo entregó en persona un tipo de aspecto curioso. Sólo sabemos que te han trasladado a un equipo especial para algo importante...y que la repatriación de tu cadáver correrá a cargo de la Administración Imperial. No sé qué intención tenían, si de avisarnos o alterarnos, pero lo de la repatriación sobraba...En todo caso esto parece una buena noticia. En casa esperamos de todo corazón que te licencies al final y vuelvas a Skia, sea cual sea tu ocupación actual. Sé que estás aburrido de leer que estamos orgullosos de ti, pero alguien tiene que recordártelo. Eres el único miembro de la familia sirviendo en la Guardia Imperial desde el tatarabuelo Gänthe, y es todo un honor para nosotros saber que estás allí afuera, en algún lado, luchando por el Imperio. Mamá lo usa para presumir entre sus amigas, y el pequeño Teggen hace un montón de preguntas sobre tí. Karen Liëvterbeggen, la chica que vivía hace unos años en la casa de al lado y se fue a estudiar a Ardenia, volvió hace un par de semanas. Se pasó un día por casa, preguntando por ti. Se le cayó el alma a los pies cuando se enteró de que te habían admitido en el regimiento. De verdad, a veces se me hace muy pesado esto de avisar a tus novias de que ya no estás aquí... Cambiando de tema a algo más agradable. ¡Los alacranes de Aarschlift se han clasificado para las finales estudiantiles!. Saran está muy contenta, tiene todo un club de fans en su academia. El entrenador de la cantera de los Carnodones Ardenios contactó el otro día con ella, están muy interesado en meterla en el equipo. Imagínate su cara... En serio, el abuelo se puso como una moto, pensando que no le había bajado la regla. Montó un espectáculo...ya sabes cómo es, no le gusta nada su novio. Él está bien, tan cabezón como siempre. El otro día cazó un petrodonte y colgó su cabeza en la pared, donde antes estaban esas enormes pinzas de cangrejo terrestre. A mamá le parece una horterada, pero ya sabes, al abuelo le entran las cosas por un oído y le salen por el otro. Papá se retiró de las FDP hace un mes y ahora está de instructor en la academia de la ciudad. Le han recibido con los brazos abiertos, le tienen en un pedestal. Sus hombres le montaron una fiesta de despedida en el cuartel, según nos contó. Le hicieron una tarta, pero sabía a rayos y acabaron viniendo a casa para hacer una barbacoa. Todos. Nunca os entenderé a los militares, sois como niños. Teggen empieza el año que viene la scholam. Adreist y yo estamos muy contentas por él. Hemos tenido suerte de que al abuelo le cayera bien Adreist, porque la matrícula de inscripción no era barata. No es que la cafetería vaya mal, pero vaya, ahorrar unos cuantos tronos nunca viene mal. Podría contarte unos cuantos chistes que me han contado mis clientes, y hay algunas anécdotas que te iban a gustar, pero voy a reservarlas para la próxima carta. Espero que te sirva de motivo para mantenerte con vida. Esperemos que la suerte no te haga falta. Te quiere tu hermana. P.D: Te hemos mandado una caja de schötes. Las ha hecho Adreist, espero que te gusten`` Jean ya había encontrado las schötes y había dado buena cuenta de ellas mientras leía. Las crujientes galletas le habían hecho sentir una punzada de añoranza, pero se le pasó enseguida. Ya estaba acostumbrado, al fin y al cabo. Aquel era un sentimiento que todo guardia imperial debía aprender a controlar y a usar en su favor, pues el recuerdo de la gente querida y el hogar era una razón para luchar tan válida como el deber. Guardó en la caja las cartas y el puñado de galletas que habían sobrado y cogió un cuaderno viejo y algo sucio de su mochila. Siempre lo llevaba consigo, al igual que la pluma marca Neengherd que le había regalado su abuelo años atrás, cuando había empezado a ir a la academia militar. Las hojas, con los bordes sucios y ajados, se encontraban no obstante impolutas en el resto de su superficie, y Jean había ocupado casi todas con bocetos, apuntes y anotaciones. Tenía cuatro o cinco cuadernos más como aquel entre sus pertencias, todos ellos llenos de garabatos, dibujos esquemáticos y rememoraciones de sus -muy a su pesar- abundantes vivencias durante sus casi diez años de servicio en la Guardia Imperial. Pasó una página llena de bocetos de edificaciones y estatuas que había hecho en Lachrima y se apoyó el cuaderno en las rodillas. Las ideas no le llegaron de inmediato. El secretismo en el que se veía envuelta su actual ocupación era tal que no podía decir prácticamente nada de ella sin que fuera censurado previamente. Se dio unos golpecitos en la barbilla con la pluma, pensando. - Querida Hela- Empezó a decir en voz alta, con tono burlón- Estoy bien, y también os echo de menos. De momento todo está tranquilo aquí. De momento, porque en cuanto lleguemos a nuestro destino todo empezará a ir de mal en peor, y cualquier iho que me fume nada más pisar Gharam puede ser el último. Ahora trabajo para un inquisidor. La paga está bien, pero el plus de peligrosidad es un chiste...especialmente porque no hay de eso. Casi me matan en Lachrima unos mercenarios de élite, y poco después una asesina loca me reventó un pulmón mientras le tiraba los tejos a una tecnosacerdotisa que quiere ser una persona normal y corriente. Y que el Dios Emperador me proteja, te juro que tengo el presentimiento de que eso no es lo más raro que voy a ver. Postdata; las schötes estaban cojonudas. Suspiró y se echó en la hamaca con la pluma entre los dientes. Era probable que aquella fuera su última carta, y no podía decir prácticamente nada que no fuera hablar sobre insulsas anécodtas de familia y preguntar por su hogar. Pensó durante unos minutos hasta quedarse dormido. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ El nuevo nombre no estaba mal. Nunca había visto un tenej, ni había oído hablar de ellos, pero le gustaba como sonaba. Death face apenas significaba algo para él entonces. Sus hermanos no se habían olvidado del mote, ya que para ellos era su identidad, pero habían empezado a llamarle Tenej con cada vez más frecuencia. Al fin y al cabo, las viejas costumbres son difíciles de olvidar. Tampoco se había acostumbrado a la televisión que había en la sala de esparcimiento de sus barracones. Los Sables Nametherianos habían personalizado y adecuado toda la nave a sus necesidades, y a Tenej le parecía que tenían demasiadas comodidades. Sin embargo, algunos de los soldados de su compañía se habían buscado unos asientos libres frente al televisor para echar un vistazo, movidos por la curiosidad. Habían encontrado varios discos de datos con docenas de capítulos de una serie de humor ogygiana, pero no comprendieron los chistes. Es más, les costó incluso discernir qué eran diálogos normales y qué eran chistes. Acabaron poniendo un documental de propaganda imperial. No le pareció que estuviera del todo mal. Lo había realizado Drastinne Avora, una famosa periodista militar salerita, y se titulaba ¿Por qué luchas?. En el documental entrevistaba a multitud de guardias imperiales, preguntándoles sobre sus motivaciones y lo que pensaban de su deber. Como era de esperar, las respuestas no variaron mucho de un indivuo a otro. Avora había filmado a los guardias imperiales en las trincheras o en los campamentos. A un par incluso los entrevistó en la cantina. El documental lo abría un sonriente soldado skiano, rubio y jovial, frente a una colosal nave de transporte de tropas que estaba a punto de despegar. Avora le había preguntado quién era, y el muchacho, exibiendo una sonrisa que había sido ensayada con anterioridad, exclamó; <<¡Mi nombre es Tharon Errschlift, y soy un guardia imperial!>> Labia, uno de los soldados therianos que estaba viendo el documental, ahogó una carcajada y se burló de Avora, alegando que se notaba demasiado que lo había ensayado previamente con el chico. Siete, uno de sus compañeros, se burló a su vez de él por escéptico, y discutieron un rato hasta que Fémur, otro clon theriano, les mandó callar. Aunque físicamente casi idénticos, todos los clones tenían una personalidad más o menos diferente, por muchas similitudes que guardaran entre ellos. Continuaron discutiendo sobre el documental, que ya había perdido toda la gracia, hasta que tres hombres entraron en la sala. Eran individuos fornidos, cubiertos de cicatrices y tatuajes y vestidos con pantalones de combate negros y camisetas azules. Estampada en éstas, una calavera sobre sendos sables cruzados. Los therianos los reconocieron inmediamente como mercenarios de los Sables Nametherianos. Tenej y sus hermanos los tacharon de bravucones nada más ver sus expresiones. El que iba a la cabeza fue el primero en hablar. No era tan alto como los otros dos, pero su voz tenía una autoridad incuestionable. - ¿A los clones os entrenaron con esa mierda propagandística? Los therianos se miraron entre ellos. Labia habló por el grupo, en un tono que no reflejaba ofensa alguna. - Los vídeos que se nos mostraron fueron muestras de combates reales y holo-reproducciones de adiestramiento. De enseñarnos la palabra del Emperador se encargaron los sacerdotes. Al ver que su puya no había surtido efecto alguno, el mercenario miró a sus compañeros y se encogió de hombros. Volvió a la carga - ¿Y cómo funcionáis? ¿Se os ordena algo y lo cumplís? - Como los servidores- Gruñó otro. Rieron los tres. - El libre albedrío no es ajeno a nuestra creación- Prosiguió Labia, sin mostrarse ofendido. Sabía que así los desconcertaría- Nuestro deber es cumplir órdenes, pero un buen soldado también debe saber pensar por sí mismo. De nuevo aquella mueca. Tenej no sabía si era desprecio o irritación. No entendió porqué los mercenarios estaban ahí, ni comprendía sus intenciones. - ¿Tienes respuestas para todo?- Preguntó amenazadoramente uno de los sables nametherianos, avanzando unos pasos. Los otros dos le siguieron. Entonces todos los therianos se levantaron al unísono. Casi una docena de hombres altos y fuertes, vestidos con monos militares negros y ajustados. Los mercenarios dejaron de avanzar, pero no se amedrentaron. - Para empezar, no deberíais estar en nuestros barracones- Siseó Siete. - No sois más que pasajeros en nuestra nave- Gruñó el que había hablado primero- Unos pasajeros no deseados. Imán, uno de los clones, dio unos pasos hacia adelante. Su pie mecánico repiqueteó sobre el suelo. Se encaró con el mercenario. - Igual deberíamos resolverlo a la vieja usanza. La pelea hubiera estallado al instante de no ser por Labia, que se interpuso entre ellos. - Todos estamos en el mismo bando, ¿De acuerdo?- Exclamó. Después se dirigió a los Sables Nametherianos- Servimos a la misma persona. No tenemos intención alguna de molestar y no hemos elegido vuestra fragata. Así que, por favor, sugie... No acabó. El mercenario le rompió la nariz de un puñetazo y se desató el infierno. Imán se abalanzó sobre el sable nametheriano que se le había encarado, y Siete le dio una patada en el esternón a otro. Fémur fue derribado por un gancho, pero Tenej se encargó de devolver el golpe por él. <> No había podido evitar pensar Tenej, recordando una de las primeras frases que había oído después de abandonar Theris. La pelea siguió creciendo a medida que mercenarios y clones se unían para defender a sus compañeros. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++ - Ea- Petra dio una palmada en la espalda de su paciente- Ya puedes vestirte. Se dio la vuelta para quitarse los guantes quirúrgicos y tirarlos a la papelera tubular metálica que estaba junto a la camilla. Guardó las muestras de sangre en la cámara de estasis y cogió un frasco de pastillas de uno de los armarios. Se lo tendió mientras se encendía una vara de Lho. - Tómalas si te encuentras mal. Los saltos disformes suelen causar diversos efectos en mucha gente- Advirtió cuando Mara cogió el frasco de medicamentos. - Gracias- Musitó ella mientras lo guardaba en uno de los grandes bolsillos de su pantalón de combate negro, que acababa de ponerse. Petra había notado un gran cansancio en la muchacha desde el primer momento en el que había entrado en la sala médica. Habían pasado apenas dos meses desde que partieron de Lachrima, y sus heridas habían sanado. Aún así, el inquisidor Hankak había ordenado a Petra que la controlara y evaluase su recuperación. Mara había sufrido una seria herida en la cabeza que le había dejado una profunda cicatriz en la sien derecha. Ella lo disimulaba rapándose el lado derecho de la cabeza, pero aún así podía notarse la larga cicatriz, donde no crecía cabello. Sin embargo la cicatriz y su sanación no era la mayor preocupación de Petra. Mara había sufrido una amnesia casi total a raíz de aquella herida, y se hallaba desorientada en un mundo prácticamente nuevo para ella. Petra llevaba tiempo preguntándose si la joven podría llegar a adaptarse en algún momento a su nueva vida. Mara había acabado de vestirse. Se puso una cazadora de cuero negro con grandes hebillas y abundantes correajes sobre su camiseta de tirantes roja y se subió el cuello de la prenda hasta la altura de la nariz. Se rascó la mano derecha nerviosamente cuando se dio cuenta de que Petra estaba con mirada ausente. - ¿Hay algún problema?- Dijo con voz cansada y ronca. Petra parpadeó cuando Mara la sacó de sus pensamientos. Negó con la cabeza. - No, tranquila. - ¿Puede decirme algo del examen médico? - No mucho. Tengo que examinar las radiografías y las muestras de sangre para poder profundizar, pero de momento parece que físicamente estás en un estado óptimo- Dio una calada a su vara de Lho y observó durante un segundo como el humo trazaba caprichosas formas al salir de su boca- ¿Frecuentas el gimnasio? - Y el pugnatorium- Asintió ella- Me ayuda a mantenerme concentrada. Tampoco es que tenga otras cosas que hacer aquí. - ¿No mantienes ninguna relación personal? - Apenas hablo con alguien que no sea usted- Negó ella, sacudiendo lentamente la cabeza- No digamos ya tener una relación. Petra asintió, reclinándose en su asiento y dando otra calada al Lho. Aquel sentimiento de desorientación y la pérdida de memoria habían alejado a Mara del resto de personas. Simplemente no quería acercarse a nadie que no fuera la hermana hospitalaria, y aún así se mostraba nerviosa y, en ocasiones, incómoda, con ella. - He notado que hueles un poco a batto- Inquirió de nuevo. - Me cuesta mucho conciliar el sueño- Explicó Mara, sentándose en la camilla al sentir que el cansancio la mareaba- El batto me ayuda a dormir. A veces hasta incluso sueño. Efectos colaterales de haber perdido la memoria. Petra lo sabía bien, había atendido a varios pacientes con los mismso síntomas allá en Losnya, antes de que el inquisidor la reclutara. El batto era una droga, un opiáceo bastante común que relajaba e incluso era capaz de crear alucinaciones audutivas y visuales. Su abuso podía incurrir en problemas mentales, por lo que Petra no quería dejar que Mara siguiera consumiéndolo. - Puedo recetarte tranquilizantes. Sólo tenías que habérmelo pedido- Rebuscó en uno de los armarios y sacó una pequeña caja de pastillas. Se la entregó- No sigas con el batto. Mara asintió y guardó los tranquilizantes junto al frasco de pastillas. Petra no pudo evitar en las oscuras ojeras que colgaban de sus ojos azules. Mara siempre había sido una muchacha guapa desde que la hermana hospitalaria la conocía; de piel pálida y limpia, los ojos de un atractivo azul eléctrico y el cabello liso y negro, brillante. Las ojeras, así como otros signos de cansancio, estaban echando a perder aquella belleza. Incluso sus ojos estaban afectados, pues las pupilas estaban muy dilatadas por los efectos del batto. Petra había notado que Mara se tapaba los ojos y los entrecerraba cuando miraba sin querer a una de las lámparas del techo y que tenía tics nerviosos. A la hermana hospitalaria le daba verdadera pena ver así a la joven. - ¿Puedo irme ya? La luz me está haciendo daño en los ojos- Dijo de repente Mara. - Sí, vete si quieres- Mientras ella se levantaba y se disponía a abrir la puerta, Petra la detuvo carraspeando- Tengo entendido que eras cercana a la teniente Salazar, la oficial de seguridad del capitán Targon. Te vendría bien pasar algo de tiempo con una persona en lugar de con el batto. Hazme caso. Ella frunció el ceño, haciendo un esfuerzo por recordar. Nada. Negó con la cabeza. - No caigo. - Pregunta a alguien. Mara asintió y salió de la sala médica. Petra oyó como una voz masculina la saludaba, aunque no obtuvo respuesta alguna. Poco después el arbitrador Drusus Briannis apareció bajo la puerta. Drusus era un hombre enorme y musculoso, con la cabeza rapada y unos rasgos duros surcados de abundantes cicatrices. Sin embargo, su mirada era cálida y agradable, y distaba mucho de resultar amenazador. La mandíbula protésica que le habían implantado un par de meses atrás en sustitución de la anterior era de excelente calidad, y apenas se notaba que era un reemplazo biónico. A Petra le encantaba su rostro real, ya libre de la antigua y robusta mandíbula metálica. Drusus dio un par de golpecitos con los nudillos en la puerta metálica antes de entrar y saludó a Petra con una sonrisa. El gesto fue algo extraño, pues el hombre aún estaba acostumbrándose a su nuevo implante y a los labios artificiales. Petra correspondió a su saludo y sacó una placa de datos de su escritorio mientras él se acercaba. - Acabo de ver a Mara. No tiene buen aspecto. - Secuelas de su amnesia. Le cuesta conciliar el sueño, y la amnesia es más fuerte de lo que había calculado- Explicó la hermana hospitalaria, acabando su cara de Iho- Hago lo que puedo por ella, pero prefiero no inmiscuirme demasiado en su nueva vida. Tiene que desenvolverse por sí misma o luego no podrá. Drusus asintió y se sentó a su lado. - ¿Te preocupa? - Claro. Es mi paciente- Advirtió que Drusus la miraba fijamente y chasqueó la lengua, encogiéndose de hombros- Y, bueno, me da algo de pena. Es muy joven y ha pasado por mucho. No se merece enfrentarse a su futuro estando confusa, desorientada y aquejada de insomnia. - Entonces más le vale superar eso antes de que sea demasiado tarde. Nuestra siguiente tarea no será un juego de niños. Petra soltó una seca carcajada sin humor alguno. - No me digas. - Da igual- Se encogió de hombros el arbitrador y se fijo en la placa de datos que ella tenía en sus manos- ¿Estás leyendo su perfil médico? La hermana hospitalaria negó con la cabeza y volvió su mirada al aparato. - No. Es el informe médico de Tenej. Es muy interesante. - ¿Tenej? ¿El clon, quieres decir? - El clon- Asintió ella- Pero eso es muy frío, y por lo que he visto no son menos humanos que tú o que yo. No le llames así. - Nunca recuerdo el nombre que le has puesto- Se defendió Drusus- Podrías haberle puesto un nombre normal. Ella le miró por el rabillo del ojo con una sonrisita y se encogió de hombros. Después le tendió la placa de datos. - Fíjate bien. Su densidad ósea y muscular es superior a la de los otros therianos, incluso de aquellos que se ejercitan más. Qué demonios, es superior a la tuya incluso- Petra fue señálándole fragmentos del informe a medida que iba hablando- También parece ser que sus músculos y huesos están reforzados con algún tipo de implante o tratamiento químico, y su tiempo de reacción es formidable. - ¿Y todo esto por qué?- Cortó él sin querer, interesado. - En algún punto del informe señala brevemente que Tenej fue usado como sujeto de pruebas para una cirugía experimental junto a otros therianos durante su etapa infantil- Explicó Petra- Presenta más aspectos inusuales, pero aún estoy estudiándolos, no quiero preguntar directamente. - Joder- Se asombró el arbitrador mientras revisaba el informe médico- Este tipo es un súper soldado. Nada de cirugías habituales, a Tej...Tenj...da igual, le han convertido en un súper soldado. - ¿Un Astartes?- Preguntó con una sonrisa pícara Petra, burlándose de él. Por supuesto que sabía que era un súper soldado. - Por supuesto que no- Respondió él sin inmutarse- Esto son implantes de refuerzo y tratamientos químicos, pero nada demasiado fuera de lo común...dentro de cierto límite, claro. Petra recuperó la placa de datos y volvió a estudiarla. Era extremadamente interesante. Pensó que quizá debía hablar con Tenej en privado cuando tuviera un respiro. Indicó a Drusus que se tumbara sobre la camilla y se deshiciera de su camiseta mientras sacaba su instrumental médico. El arbitrador obedeció sin protesta. - Bueno, basta de charla. Vamos a ver qué tal estás, Drusus. ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ El gyrinx era un animal formidable. Luranne se lo había entregado de parte de su señora, Lucilla Tiralde, y el felino había mostrado de inmediato interés por el inquisidor. Casi dos meses después, ambos habían formado un estrecho vínculo que había resultado ser más beneficioso de lo esperado. En compañía del animal, Hankak notaba su mente más lúcida y viva, revitalizada por las habilidades psíquicas del Gyrinx. Aquello le había permitido estudiar y examinar manuscritos y diversas fuentes de información con mayor rapidez, acelerando el estudio que había estado llevando a cabo durante el viaje. No hubo un momento de respiro en todo el viaje. Las horas de estudio e investigación sucedían a las sesiones de entrenamiento con sus acólitos y a las reuniones informativas en las que dosificaba los datos para preparar a su séquito de cara a su siguiente misión. En realidad su siguiente destino tenía un doble objetivo; ir en busca del presunto hereje Thurr e investigar sobre la existencia de un artefacto que probablemente este último estaría buscando. La información sobre este artefacto era más bien escasa, y difícil de encontrar. Hankak no había averiguado mucho a pesar de las horas que había invertido en la investigación. El gyrinx había resultado vital para mantener su mente clara y fresca, pero aún así había habido momentos en los que la frustración había sido tan apabullante que el inquisidor se había visto obligado a abandonar la biblioteca y encerrarse en el pugnatorium para desconectar. Adrienne le había preguntado finalmente sobre el artefacto al penúltimo día del trayecto. Apenas habían tenido tiempo para ponerse al día y estar juntos, por lo que la vetalita decidió ayudarle en su investigación. A pesar de la reticencia de Hankak, la ayuda que Adrienne podía proporcionarle era inestimable, y resultó ser extremadamente útil a la hora de revisar volúmenes con rapidez en busca de datos específicos. El inquisidor no había dado demasiados datos sobre el artefacto, eludiendo las preguntas de Adrienne, pero la artesana vetalita era persistente, y acabó logrando las respuestas que buscaba. - Parece ser un arma de algún tipo- Empezó a explicar Hankak, mostrándole sus notas y bocetos- Las descripciones son vagas y contradictorias, pero todas coinciden en que el artefacto es de origen xenos. Holde Mus defiende que es eldar, pero en los libros de Ordek Tenaan y otros tantos se dice que sus creadores son desconocidos. Una raza alienígena extinta o desaparecida parece la opción más probable. - Y el hereje va en su busca- Dedujo Adrienne rápidamente. - Exactamente. - ¿Y si todo resulta ser solo una leyenda? Hankak se encogió de hombros. Ya se había planteado aquella posibilidad varias veces. - En Gharam hay gente. Gente que Thurr puede corromper. Aunque lo del artefacto sea una mera leyenda y no encuentre nada, puede hacer mucho mal si alcanza una ciudad estado. Por eso mismo tenemos que encontrarle y darle caza lo antes posible. Ella asintió. Aquella era una posbilidad verdaderamente aterradora. Lo impredecible del desenlace de aquella misión la abrumó durante un instante, y tuvo un escalofrío. No tardó mucho en recomponerse y retomar su batería de preguntas. - Entonces, ¿Qué tiene de especial? Imagino que Thurr puede conseguir cualquier arma que desee con su autorización inquisitorial. Ese artefacto debe tener algo único. - Por supuesto- Hankak señaló un barullo de esquemas y notas en uno de sus cuadernos. Adrienne no entendió nada- Aquí los datos son mucho más contradictorios y hay multitud de exageraciones. No puedo saber qué es con precisión, porque la poca información que hay va desde armas corpóreas a energías místicas...y un montón de barbaridades que algún borracho se inventó en el punto álgido de su ebriedad. - Es decir, que vamos a ciegas. Hankak sonrió y cerró el cuaderno mientras acariciaba al gyrinx detrás de las orejas, haciendo que el animal ronroneara. - ¿Y cuándo no? ++++++++++++++++++++++++++++++++++++++ Los preparativos se iniciaron en cuanto el Alfanje entró en el sistema Gharam. En el hangar siete de la fragata, el inquisidor Hankak había reunido a su equipo para descender lo antes posible a su objetivo. La comandante Luggae también había acudido al hangar, acompañada de su subalterno, el capitán Igni, y una pequeña comitiva de su personal de mando. Hankak le había dado órdenes específicas de mantenerse a la espera para desplegarse en Gharam lo más rápido posible una vez él hubiera dado la señal. Luggae había ordenado de inmediato a Igni que preparase a la compañía y a sus transportes, a lo que el clon había respondido con un saludo militar antes de alejarse a paso ligero. - ¿Sabemos a lo que nos enfrentamos?- Preguntó la comandante a Hankak tras ordenar a sus consejeros tácticos que se retirasen junto al capitán. - No. Ni siquiera estoy seguro de que tengamos que enfrentarnos a algo- Respondió el inquisidor mientras se ceñía las correas de su traje de supervivencia- Pero en el caso de que la situación se nos vaya de las manos, necesitaré a toda su compañía lo antes posible. Luggae se llevó una mano al pecho en señal de promesa. - La tendrá con la mayor celeridad que pueda imaginarse. - Excelente- Le tendió una mano enfundada en un guantelete blindado y sellado a la táctica- Deséenos suerte. Ella miró la mano del inquisidor durante un segundo, reticente, y después la estrechó con un asentimiento. Acto seguido, echó a andar tras sus hombres, impartiendo órdenes precisas y breves a través de su enlace vox personal. Hankak recogió del suelo el robusto casco de su traje de vacío y convocó a su equipo frente al portón de acceso trasero de su lanzadera. Los acólitos, que habían estado hablando entre ellos mientras acababan de ponerse sus trajes de supervivencia, se reunieron en torno al inquisidor. Petra se aseguró de pasar junto a Mara y comprobó con todo el disimulo del que fue capaz que no oliera a batto. El olor de la droga no había desaparecido del todo, pues era muy fuerte, pero todo indicaba que llevaba bastante tiempo sin fumar una sola unidad de batto. Mara se volvió, apartándose. - No me huelas- Masculló, arrastrando las palabras. Aquello era una buena señal, irónicamente. El batto generaba cierta dependencia, y su carencia en alguien habituado a él provocaba insomnio e irritabilidad. Tanto las ojeras como el mal humor de la chica le confirmaron de inmediato a la hermana hospitalaria que Mara había seguido su consejo y dejado el batto. Asintió y se alejó a su vez, no había necesidad de molestarla. Se fijó un poco más en ella. Aquella armadura parecía demasiado grande para Mara, aunque estuviera ajustada a su medida. Su cabeza parecía demasiado pequeña en comparación con las sólidas placas y el grueso traje, que le daba cierta apariencia masculina. Sacudió lentamente la cabeza, apenada, y clavó la vista en Drusus, que estaba a su lado. Con el traje de supervivencia, presentaba un aspecto imponente y casi amenazador gracias a su tamaño. Advirtió que el skiano le estaba mirando con el ceño fruncido y gesto impresionado. - Cojones, Drusus, pareces un Marine Espacial- Silbó, con el casco de su traje de supervivencia bajo el brazo- No vas a caber en la lanzadera. - Los Marines Espaciales no existen- Afirmó rotundamente Tenej. Su voz tomó un matiz extraño al ser emitida por el altavoz de su casco- No son más que mitos. Si fueran reales, el Imperio ya no tendría enemigos. - ¿Cómo que no? Yo estoy viendo dos ahora mismo. Con sus armaduras, tanto Tenej como Drusus parecían más altos y robustos de lo que ya eran. El inquisidor se había asegurado de conseguir varios trajes de supervivencia Saleris M40 para su equipo, ya que Gharam era un mundo muerto con una atmósfera tóxica y unas condiciones hostiles para la vida humana. La peculiaridad de aquellos trajes era que estaban hechos con tejido reforzado y contaban con resistentes placas de ceramita y plastiacero, pues estaban diseñados para el combate. Hankak sospechaba que aquella protección adicional les sería de utilidad más pronto que tarde. - Drusus es un Astartes, dejad de discutir sobre lo obvio- Interrumpió Hankak, arrancando algunas sonrisas- Y ahora, a lo realmente importante. Partiremos hacia Gharam en breve. Intentaremos encontrar una de las ciudades-estado y aterrizar en ella. - Sencillo- Jean se puso el casco y activó sus cierres- Entonces, ¿Para qué las armaduras? - Porque siempre hay algo que sale horriblemente mal. Tendremos otra lanzadera con nuestra ropa y equipo en espera por si acaso necesitamos una extracción, y para abastecernos si llegamos a una ciudad-estado enteros. - A mí me vale- El skiano cruzó su rifle de francotirador sobre el pecho, apuntando hacia abajo- Mientras tenga algo con lo que disparar, puedo enfrentarme a lo que sea. Como de costumbre, Jean había acudido armado hasta los dientes. Aparte de su rifle de francotirador, cuya culata de polímero estaba unida al mango, llevaba consigo dos grandes pistolas Maverick, cada una enfundada en una carcasa rígida sujeta a las protecciones de sus muslos. Sobre el peto llevaba una tercera pistola, una automática de 9mm equipada con un silenciador. También había traído consigo varias granadas y cargas tubulares El resto del equipo no iba tan cargado. Petra tenía su pistola bólter enfundada en una canana de cuero, Mara se había hecho con una pistola inferno y Drusus había acudido con su bólter al hombro y un robusto cañón manual. Adrienne llevaba una pistola láser, y su sable Thressoleur estaba enfundado tras su cadera. Tenej llevaba un rifle inferno cruzado sobre el pecho y tenía una pistola láser enfundada en una carcasa rígida, además de un lanzamisiles plegable a la espalda. Hankak apoyó una mano en el portón de la lanzadera y subió un pie a la rampa de acceso. - Entonces, si todo ha quedado claro, arriba. Salimos de aquí en diez minutos.
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